Parte única

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Copas de champán chocando, risas, voces, había muchas gente en la gran sala. Mujeres con elegantes vestidos, y hombres con costosos trajes. Uno que otro camarero ofreciendo bocadillos y más champán es lo que se veía por todas partes.

Él no era de beber mucho; no lo toleraba mucho. Él se encontraba vestido de un traje color negro, junto con una corbata color roja y su cabello negro bien peinado.

Música clásica se escuchaba en el lugar; había unos señores en el escenario con violines, violoncello y una mujer sentada enfrente del piano, creando una hermosa y tranquila melodía.

Bebió un sorbo de su copa, dejándolo en una mesa ya que pensó que ya era suficiente bebida por esa noche.

—Min Yoongi, tanto tiempo sin verte –escuchó.

Giró su mirada, encontrándose con un hombre de edad junto a su bella esposa tomándolo del brazo.

—Oh, Chungho, es un gusto verte por aquí –dijo sonriendo, dándole un reverencia a los dos presentes–. Perdónenme por no haberlos visitado a su casa en estos años.

—No te preocupes, querido –respondió su esposa, dirigiéndole una cálida sonrisa–. Sabemos que te habías mudado, y tampoco era tu obligación siempre venir. Lo importante es que ya nos hemos encontrado de nuevo.

Yoongi llevaba conociendo a esa pareja casada durante años, nueve para ser exactos, y los Jung siempre habían sido amables con él.

Él recuerda cuando los conoció. Él apenas era un chico de dieciséis años que trabajaba en un mercado, y los Jung siempre venían a comprar cosas ahí. Yoongi provenía de una familia con bajos presupuestos, mientras que los Jung eran de dinero. Con el tiempo, Chungho y él se hicieron más cercanos, y fue una gran sorpresa que el señor Jung le ofreciera trabajo en su empresa prometiéndole que ganaría dinero para su propia familia.

Los Jung siempre fueron amables con él, y cuidaron de él. Yoongi nunca se olvidaría de los que le dieron una oportunidad de convertirse en un empresario con un buen trabajo.

—Estamos muy felices de verte –siguió la mujer–. Escuché que debes de ir a un viaje en Japón por tu trabajo, ¿no es así?

—Está en lo correcto –sonrió, guardando una mano en su bolsillo–. Me iré dentro de unos meses, y debo quedarme por un tiempo.

—Estamos muy orgullos de ti, chico –el señor posó su mano encima de su hombro, junto a una sonrisa–. Nos alegra verte así; aún recuerdo cuando eras un muchacho con grandes sueños.

A sus dieciséis años Yoongi en verdad tenía muchos sueños, como mayoría de chicos de su edad tenían: viajar por el mundo, tener dinero y tener una agradable familia.

Aunque él podía ahora tener el primero y el segundo sin ninguna dificultad, aún así nunca pudo encontrar la última.

—Oh, cariño, ¿sabes quién se emocionaría de verte aquí? –dijo de repente la mujer emocionada con cada palabra–. Hoseok se debe de encontrar en algún lugar, nos pidió que lo trajéramos. Debe de estar con sus amigos.

Yoongi tragó saliva.

¿Cómo olvidar a Jung Hoseok? Al pequeño Hoseoki. La primera vez que pisó la gran casa de los Jung, lo primero que escuchó fueron una escandalosa risa que provenía del patio trasero. Una risa que nunca olvidaría.

La última vez que vio al pequeño Jung Hoseok fue cuando este tenía más o menos unos quince años. Él recuerda a la perfección aquel adorable chico feliz que poseía unos lindos hoyuelos, y también unos brackets. En ese tiempo era todo un niño adorable.

adult ceremony ; yoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora