Capítulo 9 - Que comience el juego

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Me miraba en el espejo pero no me veía a mi, era extraño que no me reconociera de esta forma. Mi cabello estaba peinado como en una diadema de dos trenzas y algunos cabellos se soltaban para darle un aspecto mas relajado. Nunca en mi vida me había peinado, siempre tenía mi cabello lacio y suelto, creo que nunca si quiera me lo había amarrado con una liga. Hoy, Kenzie insistió en peinarme y la dejé, también me maquilló, la peor parte fue cuando un grupo de mujeres llegó ayer temprano por la mañana y nos depilaron ¡desde los pies hasta las cejas! Mis hermosas cejas fueron depiladas y aunque se ven bien y con mas forma no es lo mismo.

Detrás de mi estaban las Barbies terminando de arreglarse y hablando como si nos preparamos para nuestra graduación o algo parecido. Todas llevábamos vestidos color dorado pero cada una tenía un estilo diferente; unos mas cortos o reveladores que otros.

El mío era un vestido corto y ajustado pero agradecí que no tuviera escote y fuera de manga tres cuartos. Era la que iba mas tapada y eso me hacía sentir un poco mejor aunque una parte de mi supiera que me tapaban tanto porque aun quedaban algunos cortesillos de mi tiempo con los rusos.

-¿Lista? -Kenzie preguntó junto a mi aplicando una capa mas de maquillaje.

No entendía porqué debíamos maquillarnos tanto. Si, era cierto que me veía mas guapa y mis rasgos un poco mas maduros pero sentía que la cara me pesaba con tantas cosas que me puso. Mil tipos de correctores, maquillaje líquido, iluminadores líquidos y en polvo, maquillaje en polvo, sombras, rímel, delineador, labial, y me puso un spray que no se para que es.

-No -admití y bajé la mirada a mis zapatillas negras. Ya estaba rezando a quien me escuchara que no me dejara caer y hacer el ridículo.

-Vas a estar bien, solo recuerda dar pasos largos y aprovechar cada momento que puedas estar sentada para que tus pies descansen o no te sientes y eventualmente el dolor pasará.

Si claro. El problema no era el dolor, era mantenerme de pie. Estos tacones eran de unos ocho o diez centímetros y mi pie se tambaleaba un poco al caminar.

Me mantuve de pie y practiqué por toda la habitación como caminar. Me caí unas 4 veces pero después de eso se volvió un poco mas fácil. Rocco salió de su habitación vestido en un traje negro que lucía bastante costoso y le quedaba ala medida (su medida) su cabello oscuro estaba peinado hacia atrás y lo mantenía ahí con gel o spray, sus zapatos estaba muy bien lustrados, en fin, su imagen era impecable pero a mi me seguía dando asco al igual que Bea y casi todos aquí. Impecables por fuera y podridos por dentro.

-Muy bien, muñecas. Los invitados ya llegaron, cenaron, convivieron y es hora del entretenimiento. Van a subir y usar sus mejores trucos para conseguir que todos esos hombres y mujeres gasten en ustedes.

Las Barbies se pararon lo más derechas posibles y alzaron su barbilla. Eran como soldaditas listas para su misión y aunque si eran obedientes cuando llegué solo era hasta cierto punto, ahora todas miraban a Rocco con adoración y hacían todo, absolutamente todo lo que el les decía. Bueno, Kenzie, Nolee y Madison eran las únicas que no parecían como drogadas por Rocco, se resistían un poco más aunque al final el resultado era el mismo. ¿Qué había pasado en mi tiempo fuera?

-¿Listas?

-Si Rocco. -dijimos todas al mismo tiempo y el aplaudió y abrió la puerta para nosotras.

Como siempre, todas hicimos una fila y salimos. Los tacones resonaban por las escaleras y todas murmuraban cosas. Por donde salíamos de la guarida blanca estaba todo oscuro, no había ruido, ni nadie circulando.

-Sigan avanzando, muñecas, hasta la sala común.

¿Sala común? ¿dónde era eso? Odiaba esta casa porque parecía un laberinto de tres pisos. Llegamos a la recepción y Rocco se adelantó para dirigir el camino pero parecía que todas, menos yo, sabía a donde iban. La recepción era grande y había varias puertas alrededor, la principal estaba abierta; había un camino de luces sobre los bordes del camino de roca y por alguna razón el césped brillaba. Un grupo de muchachos estaba afuera y me pregunté si eran los que estacionaban los autos. Dos guardias cuidaban la puerta con sus no tan discretas armas. Me enfoqué en mi caminó e ignoré a los muchachos que nos veían de una forma no muy apropiada pero entendible para su edad y susurraban entre ellos. Había unas puertas dobles, mas grandes que el resto, la verdad es que no le había puesto atención a eso ni me pregunté que habría del otro lado cuando me tocó limpiar la recepción. Rocco tomó la manija de ambas puertas y las abrió al mismo tiempo. La música salió casi al instante, una versión instrumental de la canción de Beyonce, Partition, sonaba alto y bajo, no podía explicarlo era profundo pero un fuerte, hacía que tu pecho retumbara, y quisieras menear las caderas de un lado a otro.

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