Los Hijos De Cloe y Harry Porter y [Los Protectores] 4

12 No Todos Son Iguales

POV Lily:

(Ellos son primos de cariño, no de sangre

Había quedado con Hugo, desde hace unas semanas había comenzado el invierno y el frío están con todas.

Eran un lindo sábado y aunque lo bello y hermoso del invierno es jugar con al nieve, no había ni una sola gota de nieve y eso hacía que esté frío no solo fuera insoportable si no aburridos.

Claro que eso no nos impide divertirnos, pero estemos claros en algo... siempre encuero como hacer reír.

—Te encontré— dije una voz masculina a mis espaldas.

Reconozco esa voz donde sea. No me hace falta voltear para saber que es Hugo el que me ha tomado por sorpresa. Así que con una sonrisa me doy la vuelta.

—¿Se puede saber para que me buscas, Hugo?—

—Dijiste que me ibas a ver— Dijo con una cara pícara —Ye me viste.

—Tu dijiste que íbamos a jugar Quiddicth como lo solíamos hacer antes, así que... que esperas.

—Cambie de option, tengo una mejor idea.

Yo lo miré confusa. El Hugo Jasperson que yo conocía jamás, repito jamás dejaría un partido de Quiddicth.

—¿Hugo, que es mejor el Quiddicth?

El se encogió de hombros y agarró mi mano, y yo lo seguí. No sabia a donde me estaba llevando, pero es Hugo y confío en el con los ojos cerrados.

Fuimos hacia el patio de Quiddicth y yo lo miré incrédula.

— No es que no íbamos a jugar «Quiddicth» — le alce una ceja y hice una ademan exagerado con las manos.

—Y no lo vamos a ser. Vamos a usar tus poderes para que nieve.

Ya se volvió loco, que le dio a este. No puedes controlarlos. No todavía. Solo ocurren cuando tengo emociones fuertes, emociones que no puede controlar.

— Ya te volviste loco. Al menos que sienta algún emoción fuerte vamos a tener que jugar... sin nieve.

—¿Como sabes we quiero que nieve?

—Mis ojos están verdes. Estoy oliendo lo que sientes y además sabiendo lo que piensas...

—Se me olvida que tú poder crece contigo... igual que a ti. Vamos yo sé que puedes.

Yo negué con la cabeza. No puedo aunque lo intente se que no lo lograré.

—Hugo, no puedo no le he untando antes, y no funciono.

—Pero antes estaba solo, ahora estoy yo y he ayudaré.

Yo cerré los ojos resignados y concentré lo más posible en hacer que nieve, pero eso no ocurría.

—Vez, no puedo.

Cuando estaba a punto de irme, Hugo agarro mi mano y la apretó con fuerza.

—Se que si puedes, vamos.

Al sentir que su mano apretaba con fuerza la mía y que ahora estaba tenido esa sensación de mariposas en el estómago y eso me hace sentir muy extraña, y al mismo tiempo bien.