Nunca pensé encontrarme con él en un lugar como este. Lo vi ayer en una presentación de la premiación de músicos destacados del año. Odio toda clase de premiaciones, solo otorgan premios a los que aportan más a la industria y no a los que aportan al arte, aunque, por supuesto, yo aporto a los dos. Pero se ve diferente a él mismo, lo único que puedo observar es a un chico con el cabello pintado, que parece no haberse duchado, con tatuajes en los brazos y pantalones rasgados, delante de mí.
─Eres tú... ─comenzó a hablar.
Me quedé muda. Tal vez me confundió con otra persona. No quería que me reconocieran en este lugar, si lo hacían, jamás podría volver.
─¿No eres Melanie Gallegos? ─Terminó su oración en susurros.
Las personas alrededor comenzaron a detenerse al verlo. Llamaba mucho la atención con su look, en particular, y en general.
─Sí..., sí, soy yo ─le respondí con una sonrisa tímida y que parecí contestarle con amabilidad.
─Ups... creo que todos nos observan ─me agarró de la muñeca y comenzó a dirigirnos fuera de la tienda─. No te preocupes, conozco un lugar donde podemos ir, queda cerca.
Salimos y nos dirigimos a unas cuadras de ahí. Luego me jaló por todas las escaleras, hasta llegar al quinto y último piso. Incluso ahora, no sé por qué me dejé llevar por él. No creí que trajera consecuencias para mí y nuestras carreras. Abrió la puerta, de un cubículo que parecía su departamento o minidepartamento.
─Pasa ─me dijo─. Perdón por el desorden, no pensaba recibir visitas hoy ─me comentó, mientras recogía algunas prendas del piso y acomodaba unas revistas sobre la mesa.
(¿Por qué me trajiste?, ¿quién trae a un desconocido a casa?).
─Siéntate ─removió su chaqueta que estaba sobre la silla de la mesa del comedor.
(¿Por qué me trajo aquí? Este lugar apesta...).
─Te sirvo algo de agua ─me preguntó, con un estilo indirecto que quiso hacer pasar por pregunta.
Luego de mi afónica respuesta, puede que no respondiera, llenó un vaso con agua proveniente del caño. Me lo dio y luego se sentó a mi lado. Empezó a mirarme fijamente.
─Gracias ─le dije. Había olvidado su nombre.
─Es lógico que no sepas mi nombre, me llamo Jhonatan Cueva.
─Sí lo sabía... mucho... gusto... me gusta el trabajo que haces... lo que hacen... quiero decir... ustedes, los integrantes de Clave 50.
─Wow, al fin dijiste algo ─me sonrió─. No tenía idea de que una artista como tú, no me malinterpretes, me conociera.
(Cómo no conocerlos, si aparecen en cada canal de TV, a pesar de que su música es una nueva alternativa, nunca llegarán a ser grandes).
Por suerte, mi celular sonó. Era un mensaje de uno de los otros cinco. No me necesitaban en ese momento, pero era mi única oportunidad de largarme de ese inmundo lugar.
─Me tengo que ir.
─¿Irte? ─respondió con un tono de decepción.
─Tengo que ensayar, lo siento ─dije, tratando de mostrar que yo tampoco quería irme.
─¿Me puedes dar tu autógrafo?
Se levantó y se puso a buscar por todo el desorden de su hogar. Cuando al fin encontró lo que parecía buscar, vino trotando hacia mí, con los brazos extendidos, en sus manos tenía sostenido un papel y un plumón indeleble de color azul. Al voltear el papel, me di cuenta de que era una imagen de uno de mis últimos musicales.
(¿En serio era un fan?, ¿Por eso es que me trajiste a este lugar?).
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Escuela de Arte Dramático
Short StorySon considerados "prodigios" en canto, baile y actuación. Es la historia de 3 chicas y 3 chicos en la Escuela de Arte Dramático de su ciudad. Tienen simpatía y popularidad pero lo más importante: talento.