III

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Unas horas después de haber estado en esa zahúrda, en la cual jamás pensé en volver y mucho menos juntarme con ese tipo, me dirigí a la escuela a ensayar nuestra próxima obra de teatro. Una pequeña comedia caracterizada por las intervenciones de sátiras contra el equivocado gobierno al que estábamos acostumbrados a vivir cada día.

Nuestro lugar de ensayo consistía en un amplio salón que tenía una división en el medio para formar dos espacios, cada uno con un espejo que cubría la pared opuesta. Un salón muy iluminado y fresco donde todos darían todo su esfuerzo inútil para poder ensayar ahí. Era una pena, para esas personas, que solo el elenco de último año y nosotros seis, podíamos utilizarlo. Todo gracias a nuestro profesor y asesor Joaquín Mattos que nos da lo mejor y el privilegio en la escuela de arte dramático.

Antes de ir a nuestro salón decidí comer algún postre para tener la energía suficiente, la glucosa es esencial en estos casos, y así poder rendir al máximo hasta el anochecer. Me dirigí a la cafetería y ahí me encontré con Thomás.

­─ Milagro que estás a tiempo hoy─ lo alabé.

─ Tenía que venir. Tengo una coreografía en la cabeza que quiero perfeccionar para una próxima presentación ─ me dijo con una botella de agua en la mano.

─ ¿Una nueva? ¿Qué canción?

─ No sé aún...Ya lo decidiremos después ─ contestó despreocupado.

─ Me sorprendes, Tommy.

─ Somos parte de "Los seis prodigios", ¿no?

─ Supongo que tú sí eres uno ─ lo alabé por segunda vez.

Thomás y yo comenzamos a ser amigos antes de unirnos con los otros cuatro. Él es un bailarín excepcional. Puede bailar cualquier género, cualquiera que le pareciese interesante. Cuando lo conocí me dijo que quería abrir una escuela para niños que mostraran potencial y pasión por el baile. En ese entonces, me mostró los proyectos que tenía en mente, además, ya estaba participando en un programa de su comunidad y con todo, supe que había encontrado a alguien tan soñador y dedicado como yo.

Mi amigo provenía de una familia humilde como yo. Desde un comienzo me pareció un chico divertido y, lo más importante, centrado. No se rinde con facilidad y es muy optimista, esa clase de persona es la que siempre necesito a mi lado.

Su única debilidad era el canto. No es desafinado pero su rango vocal no es el más amplio. Es decir, no llega a las notas altas con facilidad. Lo compensa con una de mis debilidades: La impro y el baile. Muchas veces ya fue felicitado por los profesores pues lleva a cabo la improvisación con facilidad y naturalidad gracias a los giros inesperados, interesantes y jocosos que llega a realizar.

─ Te veo en el salón, tengo que ir al baño.

Okay.

Luego de terminar mi delicioso pie de limón, al cual le quité el merengue porque lo detesto desde siempre, me dirigí a los vestidores y así poder cambiarme con la ropa que utilizo para practicar. En realidad, es ropa típica de gimnasio. Consistía solo en un top, encima un polo suelto manga cero, un short alicrado y, por último, zapatillas deportivas sin ser lavadas ni una sola vez desde que las compré hace meses.

En los vestidores estaban los de primer año. Cuando entré, todos se me quedaron mirando como es usual. Quizá sea por mi rostro, tiene una expresión seria la mayor parte del tiempo. Es por genética. Las personas que no me conocen muy bien, dudan si saludarme o no. Por suerte escuché una voz muy familiar y que muchas veces ya estoy harta de oír (hablando en el buen sentido).

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⏰ Last updated: Mar 18, 2018 ⏰

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Escuela de Arte DramáticoWhere stories live. Discover now