Keira se ve envuelta en una situación un tanto extraña y que a cualquiera habría vuelto loco. Su vida comienza en Dallas, pero termina viviendo en una hermosa casa de la playa. En el pueblo costero es muy cuestionada debido a que nadie la conoce. ¿Q...
Dallas, destino fabuloso, siempre que tengas suerte.
El trabajo en la cafetería no le daba lo suficiente para mantener el piso y comer. Entonces llegó el momento en el que tuvo que barajar más opciones, pero ninguna salía rentable.Tenía ideas contradictorias en la cabeza, pero sabía que sólo una cosa podría darle dinero para vivir de forma cómoda.
Al poco tiempo la pequeña era la cara más reconocida del local de stripers. No era el trabajo de su vida, pero al menos vivía. Largas jornadas, bailes interminables, tacones de infarto que daban dolor sólo al verlos. Así era el día a día de Keira.
El reconocimiento que tenía en su trabajo empezó a subir como la espuma. Sus espectáculos eran los que más foro daban al local. Esto la perjudicaba muchas veces. El resto de compañeras veteranas en el negocio sentían celos al ver que una cría les ganaba puesto e intentaban sabotear sus números, trajes, zapatos, peinados o maquillajes para entorpecerla. Pero los hombres de aquel lugar sentían una atracción que a veces daba miedo por la chiquilla. Era algo enfermizo y Keira cada vez tenía más miedo.
Al salir del trabajo siempre la esperaba alguno con intenciones que no eran honestas. Le habían propuesto hacer infinidad de cosas de las cuales ella no conocía ni la mitad. Su corta edad generaba más morbo entre la clientela y esto fue decisivo para Keira. Había tenido que ir corriendo hasta casa casi todas las noches al salir del puesto. La paraban, ofendían con propuestas groseras, incluso habían intentado forzarla. Keira vio que todo se le estaba yendo de las manos y decidió que aquel no era su lugar.
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