Primer capítulo

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Nunca supe cómo hacer ésto, pero poco a poco fui creciendo, fui descubriendo que necesitaba contarte todo lo que siento...

Solía estar sola con mis pensamientos, aunque rodeada de gente. Pues tenía quince años, cursaba tercero de educación secundaria. Tenía unas notas bastante buenas, notables y sobresalientes en casi todo. No tenía amigos, y podría ser que tampoco supiese lo es tener uno, así que en los descansos me sentaba sola en un banco del patio de mi instituto. La vida pasaba, los exámenes, los trabajos y el ordenar mí precioso desorden ocupaban el resto de mi día.

Quizás no me estaba dando cuenta, pero en verdad no era una chica feliz, me faltaba ese algo para que mis días monótonos tuvieran una chispa que me sacara de ese mundo.

Cuando llegaba a casa del instituto solía poner música y tumbarme en la cama. Miraba al techo fijamente, como la luz del día iba pasando por el.

De repente llamaron a la puerta de mí habitación. (Toc, toc)

- ¿Sí?

- Hija, me tengo que ir a comprar algunas cosas te dejo sola. Baja ese volumen. Los vecinos no tienen porque saber tus gustos musicales.

- Vale mamá. Ya bajo el volumen.

No bajé el volumen, simplemente me puse mis auriculares. Quería evadirme del mundo.
Quería sentir que todo a mí alrededor desaparecía y con ello mis sentimientos hacía tí, mi pequeñaja.

Sé que no es malo querer a alguien, pero sí a tí. Tú eres preciosa, eres como un ángel caído del cielo. Eres como esa estrella que nunca deja de brillar en el cielo. Nunca podré decirle a mí familia que estoy enamorada. Y que tú eres quien me hace feliz cada día que pasa, aunque todos me ignoren, hasta tú lo haces.
Pero no, eso no me impide seguir amándote como lo hago. Nadie te dirá lo que siento y menos yo. Por eso todas las noches escribo en un cuaderno que tengo bien escondido lo que sentido al verte pasar, cuando estábamos en clase, hasta cuándo salíamos del instituto cada una por su camino.

Creo que éste es uno de esos amores imposibles, que duelen, que matan y se quedan en el alma. Para que volvamos a repetirlo una y otra vez y nos perdamos en ese bucle de dolor que tanto nos gusta.
Porque sí, el masoquismo es algo que disfrutamos las personas como yo...

   7 de enero

Después de la vacaciones de Navidad nos tocó volver a clase. Otra vez volvería a cruzarme con ella y tendría que aguantar mi mirada en el suelo cada vez que pase por mi lado.

Ella de nuevo pasará como si yo no existiera y tendré que hacerme a la idea de que así será todo lo que resta de curso. Con un poco de suerte quizás cambien las cosas cuando esté en cuarto.

8:30 de la mañana en el instituto

Como cada mañana a éstas horas entraba a mi clase. 3° B.
Ahí es donde pasaba gran parte de mí vida. Mis compañeros iban entrando delante y detrás mío. Algunos empujones recibía por que éramos como 30 alumnos en nuestro aula.

–Hey, perdón que casi te hago caer.– Era uno de los chicos más altos de clase, era de los más simpáticos y un bonachón.

–No pasa nada, no te preocupes.– Le sonreí. Creo que era la primera vez que lo hacía con un compañero.



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⏰ Última actualización: Apr 16, 2022 ⏰

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