Historia 16

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Yamir no siempre fue la abandonada y maldita isla que es hoy, incontables inviernos atrás, hubo una breve pero gloriosa época en la que Yamir fue la piedra angular del mercado negro de las infames Islas Gila, un lugar donde el alcohol, la cocaína, el oro, y el sexo, fluían con la misma facilidad con la que fluyen las tripas del tiburón una vez es abierto. Pero me estoy adelantando, nuestra historia comienza incluso antes, cuando Yamir no era más que un pedazo de tierra cuyo nombre ni siquiera aparecía en el mapa.

El viejo pescador había perdido su bote pesquero en una tormenta hace muchos años ya, y la vejez le impedía aprender otro oficio, así que el anciano no tenía otra opción que ganarse la vida atando redes a las rocas de una de las playas de Yamir durante la noche, para recoger cangrejos y erizos de mar en la mañana.
Un día, cuando los primeros rayos del sol todavía no se dignaban a hacer su aparición, el viejo pescador estaba extrayendo su sustento del mar, tomandose su tiempo para arrastrar las redes, más por el dolor en sus viejos músculos que por paciencia. Cuando el pescador se preparaba para sacar del océano la última red, el sol ya brillaba alto en el cielo y las gaviotas, hambrientas, volaban en círculos alrededor del anciano. Fue entonces que el pescador vio algo flotando entre las rocas que, por la falta de luz, no había notado antes. La visión del pescador no era muy buena, por no decir casi inexistente, tuvo que acercarse al objeto flotante hasta tenerlo frente a sus narices para reconocer que era una caja de madera. Tras poner la pesca de la noche bajo unas hojas secas de palmera, donde estaría a salvo de las gaviotas, el pescador utilizó todas sus fuerzas para arrastrar la caja a la orilla. Una vez recuperó su aliento, con una roca puntiaguda y algo de paciencia, el viejo consiguió destapar la misteriosa caja. Grande fue la sorpresa del anciano al ver que en su interior había un regordete niño que no superaba el año de edad.

El viejo pescador no podía salir de su confusión, una oleada de preguntas invadieron su mente, pero solo una quedó en la cabeza del anciano hasta el último de sus días: “¿Cómo es posible?” Habían sido años desde la última vez que un barco había sido visto en el horizonte, y no podía ser el hijo de uno de los quinientos y pico habitantes de Yamir, la piel del muchacho era demasiado clara, evidentemente era un extranjero. Era una locura que el muchacho estuviese con vida, el frio debía de haberle matado durante las frías noches, o el hambre, ¡O el oleaje que choca con fuerza contra las rocas durante la madrugada! El viejo miró al muchacho, el cual estaba mojado pero ileso, y se planteó sobre lo que debería hacer. Finalmente decidió poner al muchacho una vez más en la caja y devolverlo al mar del que había venido, si había llegado hasta allí sin un solo rasguño, bien podría encontrar el camino de vuelta con la misma facilidad.

Tras cerrar la caja y enviar al niño devuelta al océano, el viejo tomó sus redes repletas de animalejos, y volvió a su hogar. La casa del viejo era acogedora y estaba muy cerca de la playa, él mismo la había construido en sus años de adultez utilizando cuatro palmeras como soporte. Al igual que el techo,  las paredes de la casucha estaban hechas con cáñamo, lianas, y más cáñamo, mientras que el suelo estaba construido con viejas tablas de madera de un viejo navío, las cuales estaban sujetas entre sí con la ayuda de clavos de madera y lianas. El viejo puso algunos cangrejos y erizos dentro de un compartimiento con la intención de cocinarlos durante la cena, y echó el resto en una carretilla para poder de llevarlos al pueblo –lo cual, sobre la arena, no es tarea sencilla-.

Al aventurarse una vez más fuera de su casa, el viejo pescador se encontró con el niño de la caja misteriosa. El pequeño estaba sentado sobre la arena, empapado, a la vez que lamía con ganas la concha de algún molusco. El viejo pescador no se sorprendió, ya estaba demasiado viejo y había visto mucho durante su vida como para asombrarse más de una vez al día. El pescador tomó al muchacho, lo dejó dentro de su casa, y se retiró para continuar con sus labores diarias.

Historias de miedo (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora