Capítulo 2 - YO SOY RAMTHA

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«Yo soy Ram el Conquistador, ahora Ram el Dios. Yo fui un bárbaro que se convirtió en Dios a través de las cosas más simples y sin embargo las más profundas. Lo que te enseño es lo que yo aprendí.»

Ramtha

Yo SOY Ramtha, «El Ram». En el lenguaje antiguo de mis tiempos significa «el Dios». Soy el Ram del pueblo hindú, puesto que fui el primer hombre nacido del vientre de la mujer y de los genitales del hombre que ascendió de este plano. Aprendí a ascender, no por las enseñanzas de ningún hombre, sino a través de una comprensión innata del Dios que vive en todas las cosas. Fui también un hombre que odió y despreció, que mató, conquistó y reinó, hasta el momento de mi iluminación.

Fui el primer conquistador que conoció este plano. Comencé una marcha que duró sesenta y tres años, y conquisté tres cuartas partes del mundo conocido. Pero mi mayor conquista fue la de mí mismo, aceptar mi propia existencia. Cuando aprendí a amarme y abrazar la totalidad de la vida, ascendí con el viento a la eternidad.

Ascendí delante de mi gente en el noroeste del monte llamado Indus. Mi gente, que eran más de dos millones, era una mezcla de lémures, los pueblos de lonia —más tarde llamada Macedonia—, y las tribus que escaparon de Atlantia, la tierra que tú llamas Atlántida. El linaje de mi gente forma hoy en día la población de India, Tíbet, Nepal y el sur de Mongolia.

Solo viví una vez en este plano, hace treinta y cinco mil años según tu cómputo del tiempo. Nací en la ignorancia y desesperación de un pueblo desafortunado, peregrinos de la tierra llamada Lemuria que vivían en los barrios bajos de Onai, la ciudad portuaria más grande de Atlantia en su hemisferio sur. Llegué a Atlantia durante los llamados «últimos cien años», antes de que el continente se partiera y las grandes aguas cubrieran su tierra.

En aquel tiempo, Atlantia era una civilización de gentes sumamente intelectuales, cuyas dotes para el conocimiento científico eran soberbias. Su ciencia sobrepasaba incluso la que encuentras hoy en día en tu comunidad científica, ya que los atlantes habían comenzado a entender y a utilizar los principios de la luz. Sabían cómo transformar la luz en energía pura mediante lo que tú llamas láser. Incluso tenían naves espaciales que viajaban sobre la luz, una ciencia que obtuvieron gracias a la intercomunicación con entidades de otros sistemas estelares. Aunque sus naves eran muy primitivas, eran sin embargo móviles y aerotransportables. Por su gran dedicación a la tecnología los atlantes adoraban el intelecto. Y así, la ciencia intelectual se convirtió en su religión.

Los lémures eran bastante distintos. Su sistemasocial se basaba en la comunicación a través del pensamiento. No conocían losavances de la tecnología, pero poseían un gran entendimiento espiritual, puesmis ancestros fueron grandes en su comprensión de los valores invisibles. Ellosadoraban y veneraban aquello que está más allá de la luna y las estrellas.Amaban una esencia que no podía ser identificada, un poder al que llamaban elDios Desconocido. Como los lémures adoraban sólo a este Dios, los atlantes losdespreciaban, ya que ellos despreciaban cualquier cosa que no fuera progresiva.En los días del Ram, cuando yo era un niño, la vida era muy ardua e indigente.En aquel tiempo, Atlantia ya había perdido su tecnología, ya que sus centroscientíficos en el norte habían sido destruidos. En sus experimentos con losviajes a través de la luz, los atlantes habían perforado la capa de nubes queentonces rodeaba vuestro planeta, como la que hoy rodea a Venus. Al  perforar la estratosfera se produjeron grandes diluvios y luego un congelamiento que sumergió la mayor parte de Lemuria y el norte de Atlantia bajo grandes océanos. Por eso, las gentes de Lemuria y del norte de Atlantia emigraron a las regiones del sur.

Una vez se perdió la tecnología del norte, la vida se volvió gradualmente primitiva en el sur. Durante los cien años antes de que el continente se hundiera, las regiones del sur fueron una Atlantia primitiva que había degenerado bajo la opresión de tiranos, quienes la gobernaban no como una república, sino con leyes inquebrantables. En este gobierno de leyes inquebrantables los lémures eran considerados como el estiércol de la tierra, menos que los perros de la calle.

Ramtha - El Libro BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora