One step.

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Créditos a @piixiefawn en Tumblr por dejarme editar su dibujo para la portada, ¡es un sol de chica! Vayan y denle el amor que corresponde💞

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Sus movimientos no habían cambiado nada en comparación a los años en donde él y yo estuvimos juntos.

Desde mi posición en mi auto frente al volante, pude vislumbrar aquella figura alta que alguna vez compartió cama conmigo. El cabello azabache del cual yo acostumbraba a jalar con lujuria ya sobrepasaba sus hombros, cayendo finamente al nivel de sus codos atado en una coleta.

Pero sus iris violetas no me miraban a mí, sino hacia el frente, sin dirigirse a nadie en especial.

Siempre tan egocéntrico.

Keith Kogane es el nombre de ese hombre, ese el cual, hace unos años atrás, destruyó todo lo que alguna vez fue mío. No digo que todo sea su culpa, pero aquel reino que yo mantenía en pie gracias a mis calculados movimientos era perfecto hasta su llegada.

Ambos íbamos en el instituto, yo un año menor, cuando mis ojos conectaron con su anatomía por primera vez.

Y me enamoré.

Nunca pude saber si fue su seriedad o la forma en la que él ocultaba su verdadero ser tras una fachada ridícula como yo, pero caí tan profundo como pude.

Comencé a seguirlo, a espiarlo, pero manteniendo siempre mi compostura habitual. Yo era totalmente conocida en donde quiera que fuera, la increíblemente preciosa y angelical Katie Holt, una belleza de ojos mieles e hilos largos como cabello, de tono rubio anaranjado como las hojas del otoño y una estatuara bastante adorable, luciendo pequeña por donde me miraras. Todo el mundo me amaba, y yo fingía hacer lo mismo.

La verdad, fingía todo en mi vida. Era una mentira viviente, una zorra escondida tras el rostro de una niña.

Tal vez fue eso lo que Keith vio en mí, la mentira grabada a fuego en mis ojos, el veneno resbalando entre la saliva de mi boca o el cómo mis orejas iban al vaivén de cada palabra que las personas soltaban en busca de quién aprovecharme. Sea lo que llegase a ser, eso fue lo que nos juntó.

El recuerdo del como nos conocimos formalmente está tatuado en cada poro de mi piel. Y es que, tras un mes en donde les sacaba la información con mi encanto a todas las putas del instituto que habían terminado en las sábanas de Kogane, terminé acercándome a él como la buena chica que daba a lucir para cuestionarle una fingida duda sobre la materia futura.

Pero, incluso antes de que moviera sus labios para responderme, lo odié.

Llámenme tonta, pero sí, lo odié sin remedio, sin vuelta atrás. Y toda la culpa la tienen sus ojos, esa agria mirada ojivioleta fue lo que provocó esa repulsión asquerosa hacia él, y es que supe desde el instante en que nuestras iris chocaron, que Keith había calado más allá de mi yo falso.

Ese día fue la primera vez en donde conocí la única sonrisa que existe en el lenguaje de sus facciones: aquella burlona, casi rozando lo pícaro, demostrando el como tú eras tan insignificante, tan poca cosa ante él.

El problema fue que mi verdadero yo ignoró todas las alarmas de mi fachada, arrastrándome al mar de problemas que era Keith. Y es que, desde esa mañana, nunca más pude dejar de ir donde él para preguntarle algo nuevo, lo cual era la excusa más barata que había usado jamás, pero a ese estúpido le daba igual.

One step. [Kidge]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora