Eran ya las seis de la tarde, el sonido de las teclas del ordenador de la secretaria del señorito Bieber era todo lo que se podía escuchar en la planta, Justin había obligado a los arquitectos que le diseñasen una planta entera sólo para él y su secretaria, no quería que nadie le molestase, ya suficiente lo hacía Sophie con su constante teclear. El castaño se hallaba sentado en su majestuosa silla de escritorio, aunque más que eso parecía un trono; era un sillón negro, con ruedas y recostable, aparentemente muy cómodo. El muchacho, ya se había cansado de recibir llamadas así que había desconectado el teléfono, nadie le incordiaría de esa manera, o eso creía él. De pronto, su secretaria, de las más dulces y buenas maneras abrió la puerta con cuidado y le regaló una sonrisa conciliadora, si no fuera por esa sonrisa ya la hubiera despedido hace tiempo, pero sólo ella sabía cómo darle las malas noticias y calmarle. -¿Qué pasó Sophie?- Preguntó él, desganado e intentando no sonar muy borde. -Disculpe... señorito Bieber tiene usted el teléfono desconectado y acaba de llegar una llamada importante de abajo; ¿podría cogerla? Tan solo serán dos segundos, eso me han dicho.- Justin estaba a punto de contestar totalmente seco pero, de nuevo, la cálida sonrisa de su secretaria apareció en aquella carita de ángel y tentó tranquilizarse. -Está bien, conectaré el teléfono, pásame la llamada, pero solo esa, por favor. Muchas gracias Sophie.- Contestó, brindándole él también una pequeña sonrisa, bastante cansada, pero una sonrisa al fin y al cabo. El castaño caminó hacia su sillón y se recostó en el tras conectar el teléfono, lo tomó entre sus manos y esperó a que sonase, cuando ello sucedió, descolgó. -¿Sí?- Preguntó. -Disculpe señorito Bieber, es sobre una de nuest... sus tiendas.- El castaño asintió levemente. -Ahá... continúe.- Pidió. -Verá, se trata de uno de los locales de masajes, hemos recibido quejas de varias de las empleadas, que llegan tarde a las citas concertadas, que si los clientes llegan a horas muy tempranas los masajes son más brutos y de menor calidad... Al parecer los primeros turnos no funcionan y se desconoce la causa, había estado pensando en...- El muchacho no le dejó terminar la frase a la persona que se encontraba al otro lado del teléfono. -Sí, en mandar un inspector, me parecería buena idea, pero, en lugar de ello, me gustaría ir yo mismo, ¿podría darme la dirección?- Preguntó Justin, la idea de un masaje, por muy bruto que fuese, no le disgustaba para nada. -Puede estar usted tranquilo, aunque vaya yo, no me reconocerán, créame.- Añadió el castaño, pues no pensaba aparecer allí como el magnate Justin Bieber sino como One, el barriobajero miembro de una de las bandas más temibles, aunque, obviamente, eso nadie lo sabría. Tras apuntar todo lo que el hombre al otro lado del teléfono le dijo, tomó su chaqueta y maletín y salió por la puerta principal, le guiñó el ojo a su secretaria y sonrió. -Hasta mañana Sophie, que tenga un buen día.- Esta le devolvió la sonrisa muy cordialmente. -Hasta mañana señorito Bieber.-
Ya había cambiado su atuendo, ya no llevaba el típico traje de a diario sino que vestía una chupa de cuero, pantalones cagados, supras y una camiseta de manga sisa, en este caso, de color blanco; una gorra plana remataba el conjunto del día. Miró su reloj, eran las nueve de la mañana del día siguiente a aquella llamada de gestión de empresa, ya había concertado cita con aquel salón de masaje del que tanto parecía quejarse la gente y que ya no aportaba beneficio a la empresa. aparcó su moto enfrente a la puerta del local, guardó las llaves y abrió la puerta, la recepcionista le sonrió amablemente. -¿Es usted Matthew Sommers?- El muchacho asintió, había brindado un nombre falso y estaba siendo demasiado fácil para él pasar desapercibido. -Caroline le está esperando en la sala dos, al fondo a la derecha, ¿quiere que le acompañe?- Preguntó la rubia amablemente. -Oh, no, no te preocupes, no hace falta.- Sus maneras de hablar habían cambiado un poco, y era notable, ya no tenía que aparentar ser el típico jefe de empresa, ahora era One, y siendo One podía decir y hacer lo que quisiese. Caminó hasta la sala que le había dicho la mujer de recepción, abrió la puerta, no llamó, tan solo entró, como si estuviese en su casa. Dentro se topó con una amplia habitación, con estanterías con todo tipo de potingues y toallas, un diván blanco, y demás decoraciones acorde con el local, el olor del lugar era algo así como vainilla, agradable... Lo que le llamó la atención fue la camilla del centro, en la que descansaba, estirada boca abajo, la que, al parecer, era la empleada que iba a darle el masaje. One cerró la puerta tras de sí y se acercó con descaro a la camilla, tomó con fuerza uno de los glúteos de la muchacha y sonrió de lado cuando vió la reacción de esta, que saltó en la camilla y se sentó con cara de mala leche. -¿Qué te crees que haces idiota?- El muchacho alzó las cejas. -Eh, relájate.- Musitó. -Yo soy el cliente, ¿sabes guapa? Y más te vale no gritarme más si no quieres que le cuente a tu jefe lo que hacías en vez de esperar al cliente.- Soltó en el tono más borde que se topó para utilizar. La castaña refunfuñó y se colocó bien el pelo. -Siéntate ahí, voy a preparar las cosas.- One así lo hizo, se sentó en la camilla y la observó mientras recolectaba cosas de los estantes. Era guapa, tenía unas piernas largas y deseables, un culo el cual no le importó haber tocado, pues era apetecible a la vista de cualquiera, una cintura estrecha, curvas de modelo y rostro casi perfecto, ojos azules y grandes y un cabello castaño, largo hasta más de media espalda que, en esos momentos, se estaba atando en un moño. Le echó, aproximadamente unos 19 o 20 años. -¿Qué miras?- Espetó la chica que ya había terminado de colocar las cosas para la sesión. -Tranquilizate, miro lo que quiero, pero no te hagas muchas ilusiones conmigo nena, soy demasiado para ti.- Dijo guiñándole el ojo a lo que ella rodó con los suyos. -Quítate la camiseta y échate en la camilla boca abajo, a ver si así cierras el pico de una maldita vez.- Soltó la muchacha. -Mm... tienes carácter ¿eh? Eso suma puntos; aunque a mí me gusta mandar.- Dijo One, aunque le hizo caso igualmente, su masaje no se lo quitaba nadie. -Cierra esa bocaza.- -Eh, eh, eh, yo de ti me trataba con respeto y dulzura, que puedo poner una queja.- -Adelante, no serías el primero ni el último.- Dijo Caroline ya harta. Justin no dijo nada, esperó a que el masaje comenzase, y, la verdad, si que era algo bruta, pero su espalda dolorida apenas lo notó. Justo antes de terminar One se dió la vuelta, quedando boca arriba, y la tomó de las manos, colocándolas en su pecho. -Puedes seguir por aquí, no te lo voy a prohibir, sé que lo estas deseando.- Habló con su típico tono seductor y su sonrisa ladeada. A la castaña le encantaba lo que estaba viendo ante ella, aquellos músculos, aquella sonrisa, aquellos ojos y cabello; One era precioso, perfecto, y le encantaba, pero no podía permitirse mostrarlo, era demasiado orgullosa, se mordió el labio inferior y se hizo la enfadada. -¡Suéltame!- Soltó en un tono alto. -Sh... no grites.- Susurró One incorporándose en la camilla, quedando sentado en ella y bajando sus manos por los lados del cuerpo de Caroline, posándolas finalmente en su cadera y acercándola de un tirón a él. -Te pongo, no lo niegues preciosa.- Dijo en un tono bajo a apenas un par de centímetros de ella. -He dicho que me sueltes.- Soltó aparentemente molesta, aunque en el fondo no lo estaba, sus relaciones habían sido reducidas a cero desde que se vio envuelta en el mundo laboral, hacía mucho tiempo que no estaba tan cerca de un hombre...guapo, que la atrajese. One posó sus labios en el cuello de la castaña y comenzó a deslizarlos con suavidad y lentitud, rodando con su lengua por la piel de la chica. Caroline mordió sus labios de nuevo al notar como un escalofrío le recorría la espalda, las piernas comenzaron a temblarle levemente, ya había perdido, ya no podía aguantar la compostura, no más.
One se puso en pie agarrándola del trasero, esta vez la besó en los labios, ferozmente, introduciendo su lengua en ella, rápidamente, con pasión, agarró con una de sus manos la cabeza de la castaña y siguió besándola. Un tiempo después de separó de ella y clavó sus ojos en los de la chica. -Si quieres que me quede aquí, echa el pestillo.- Ladeó su sonrisa y ella, entregada y con las rodillas temblando completamente, fue casi corriendo a cerrar la puerta con pestillo. Cuando iba a volver hacia él se lo topo de frente y este la agarró de las muñecas y se las colocó contra la puerta sobre su cabeza. -¿Recuerdas que te dije que me gusta mandar verdad?- Caroline no podía creérse que todo aquello le estuviese sucediendo a ella, intentaba que saliese su carácter, su mala ostia, algo que la hiciese parar lo que sucedía, pero era incapaz; ¡qué coño! Le encantaba lo que estaba pasando. Asintió a la pregunta de One, no le salían las palabras y si abría la boca seguramente lo único que pudiese emitir serían gemidos. -Pues eso voy a hacer, lo que quiera; ¿está claro?- Los labios de Caroline casi sangraban de la presión que esta ejercía en ellos, los soltó, no podía soportar el dolor, y soltó un gemido ahogado lo que hizo sonreír a One. -Tomaré eso como un "adelante".- Al segundo de decir aquello soltó sus muñecas y la tomó del trasero, tirando de ella hacia él mientras le subía el vestido negro que formaba parte de su uniforme. Posó una de sus manos sobre el sexo de Caroline y esta se estremeció, apretando sus propias manos contra la espalda del castaño, clavando sus uñas en ella levemente. One deslizó la ropa interior de la castaña con cuidado y colocó la mano sobre la piel desnuda de la entrepierna de la muchacha, que inconscientemente tiró de sus caderas hacia él. El muchacho introdujo uno de sus dedos en ella, lentamente y poco a poco fue aumentando el ritmo, luego dos, y repitió el proceso mientras Caroline arañaba su espalda y gemía sin cesar. De pronto comenzaron a aporrear la puerta. -¡Caroline! ¡Caroline hace llevamos un cuarto de hora de retraso! ¡El siguiente cliente esta esperando.- One la miró con una sonrisa y sin retirar los dedos de su interior habló. -Contéstale a la recepcionista princesa.- Le susurró. -Ca...casi casi aca-acabamos.- Dijo entre gemidos retenidos. -¿Estás bien Caroline?- One retiró sus dedos y justo en el momento en el que vio que iba a contestarle los introdujo de nuevo con fuerza, lo que hizo que la castaña gritase su respuesta. -¡Sí!... Estoy bien.- -Pues acaba rápido cielo.- Pidió la recepcionista. Ahora sí, el castaño quitó sus dedos y le dio un cachete. -Veo que tienes prisa.- Soltó ladeando una de sus típicas sonrisas, ella asintió. -Me voy, dejaré propina.- Musitó vistiendo su camiseta, tomó su chupa y se fue por donde había venido mientras Caroline, atónita, se quedó quieta en donde estaba, mirando la puerta. Se subió la ropa, se aliñó el pelo, y se puso a recoger la sala como si nada hubiera pasado.
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TEMPTATION;
Fanfic{Justin Bieber HOT fanfic.} "Shh... no grites princesa, o tendré que despedirte, ¿no crees?" Justin Bieber, el señorito Bieber, no es tan solo ese empresario de fama que todos creen que es; es cierto que durante el día aparenta ser únicamente ese...