Sol en un día de lluvia.

Capítulo 16.

Jared yacía acurrucado en su cama. Podía ver el amanecer apareciendo lentamente fuera de su ventana, escuchando los ruidos de los pájaros en el patio. Estaba lloviendo otra vez; era el tiempo más húmedo que ha habido durante años.

El agua golpeaba el techo del porch debajo de su ventana, el sonido arrullaba su cerebro con su implacable monotonía. Eventualmente escuchó el ruido de la alarma de los despertadores de sus padres.

Escuchó a su madre mientras bajaba y soltaba a los perros y pensó que ese debería ser su trabajo, pero no se quedó con ese pensamiento en su cabeza el tiempo suficiente como para que se sintiera realmente culpable.

Nada se quedó con él mucho tiempo más; solo había un espacio oscuro y vacío dentro que parecía consumirlo. Algunas lágrimas se filtraron de sus párpados que ya estaban rojos por el llanto, pero él ya no las notó.

Su madre llamó desde afuera de la puerta de su dormitorio para decir que había dejado su desayuno en una bandeja, pero el no tenía hambre, realmente no sentía nada ahora, solo vacío y soledad.

Pequeñas formas nadaron ante sus ojos y brevemente se metió los puños en las cuencas de los ojos para hacer desaparecer los patrones; pero todo lo que eso causaba más estallidos en formasy colores en sus ojos, que empeoraron el dolor.

A veces, cuando dormía, soñaba con Jensen. En sus sueños, Jensen siempre caía; fuera de una ventana o sobre un acantilado, a veces simplemente dando tumbos una y otra vez en el aire.

Jared se extendía para atraparlo, pero por mucho que lo intentara, Jensen estaba siempre fuera de su alcance. Cuando se despertaba, sus manos estarían rígidas y adoloridas por no poder alcanzarle. Más que nada, el sueño trajo alivio del agotamiento sin fin que hizo que su mente se sintiera nublada y le doliera el cuerpo como si hubiera estado caminando largas millas.

Así que ahora Jared llenaba sus días con dormir y esperar. Durmió porque le costó demasiado esfuerzo hacer otra cosa y esperó la llamada que le indicaría que todo había terminado y que Jensen estaba muerto.

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Jerry estaba apilando el lavavajillas con las cosas del desayuno, solo unas pocas, ahora que solo él y Sharon comían por las mañanas; Jeff se había ido hace mucho y Megan nunca desayunó más a pesar de la frecuencia con la que la molestaba por eso.

Jared apenas había comido nada durante días, su apetito normalmente abundante entumecido por su depresión. Sharon regresó con la bandeja de Jared.

"No comió nada esta mañana pero el jugo se fue", informó. "Han pasado diez días, Jerry. ¿Qué vamos a hacer?"

Jerry se secó las manos en un paño de cocina y la tomó en sus brazos. "Ojalá supiera. Es peor que cuando dejó la universidad y regresó a casa ".

Él suspiró suavemente en su cabello. "Los familiares de los doctores son los peores pacientes. Traté de hablar con él nuevamente sobre probar antidepresivos por un tiempo, pero él solo actúa como si yo no estuviera allí ".

Megan irrumpió en la habitación y agarró una naranja del frutero, "¡Uf! ¡Asco! ¡Consigan una habitación para ustedes dos! "

Miró la bandeja intacta en la mesa. "¿Todavía está emo-boy enfurruñado en su habitación?"

"No le hables así a tu madre y no llames así a tu hermano", advirtió Jerry, pero no había real enojo en sus palabras.

Su enérgica hija adolescente era lo único que los mantenía activos en ese momento, de lo contrario, la casa se veía ensombrecida por la depresión de Jared y las largas y angustiosas conversaciones telefónicas entre Sharon y Lucy.