Querido abuelo:
Hace más de 4 años que no tengo junto a mi al que ahora es y será mi ángel de la guarda y sigo recordando todos y cada uno de los días junto a ti. Se me hace imposible negar que estoy tristemente arrepentida de no haber podido despedirme. Hecho de menos tus abrazos que no dudabas en darme siempre que me veías. Hecho de menos tu sonrisa, la cual sé que aquí abajo o allí arriba seguirá brillando con la misma fuerza. Hecho de menos los días en los que te empeñabas en salir aun estando lloviendo, nevando o soleado. Recuerdo como mi abuela te decía que no salieras, que con la lluvia te ibas a resbalar y que con la nieve te ibas a congelar, pero los días soleados simplemente sonreía y bajabais juntos a pasear. Nunca he conocido a una persona tan cabezota como tú abuelo, y es que ahora sé a quién me parezco ya que no puedo desmentir que soy igual de cabezota que tú. Recuerdo aquel día de vacaciones en el que estábamos tú y yo en casa cuando tuve un "pequeño" accidente y empecé a sangrar un poco. sigue en mi memoria tu cara de preocupación al ver la sangre y como corrías a buscar vendas y utensilios para intentar curarme. A pesar de que te repetía una y otra vez que estaba bien que era una pequeña herida, tú te negabas a dejar que la sangre se deslizara por mi herida. Era un pequeño raspón y para ti era la herida más grande del mundo.
Esa gran herida que tu veías en mi pequeño raspón, es la misma que siento yo en mi corazón. Es imposible olvidar a una persona como tú abuelo, ayer, hoy y el día de mañana te seguiremos echando de menos como el primer día.
No leerás esta carta, pero cada palabra que la rellena siento que está siendo escuchada por ti desde allí arriba y que una preciosa sonrisa tuya iluminará tu cara y la noche.
Sé que mucha gente está de acuerdo conmigo si digo que los abuelos deberían ser eternos.
Te quiero abuelo.
