C U A T R O

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¡No, no, no! ¡Todo ésto está mal, Marinette! ¡ESTÁ MUY MAL!
Se repetía una y otra vez mientras un cosquilleo placentero se formaba en una parte muy cerca de su entrepierna, donde aquel apuesto joven estaba sobando atrevidamente por encima de su pantalón.

Su respiración comenzaba a agitarse conforme la pasión del beso incrementaba, al igual que el palpitar de su corazón; y sabía perfectamente que todo su rostro era cubierto por el sonrojo.

Pero a pesar de que todo eso se sentía tan malditamente bien, su cordura y su vergüenza le hicieron reaccionar.

— Basta...— puso ambas manos en su pecho y lo alejó.

— Mari... Hermosa Mar-...

— Quiero irme.— Estaba asustada, no sabía exactamente por qué razón, pero que todo fuera demasiado rápido por supuesto que le hizo reaccionar a la defensiva.

— ¿Qué?— preguntó creyendo oir mal.

— ¡Quiero irme Adrien! ¡Quiero irme ya!— se levantó abruptamente de la silla, alejándose de él y poniendo una barrera invisible para que él no volviera a acercarse.

Por la impotencia que sentía al no saber cómo reaccionar ante la situación, unas lágrimas descendieron por sus mejillas, y mientras recogía sus cosas y las ponía en su mochila, Adrien la miraba como si estuviese asustado.

— ¡Está bien! Yo solo...— era inútil arreglarlo. Ella quería irse y alejarse lo más posible.

Lo vió caminar hasta la entrada, y con una distancia prudente lo siguió. Igual fue en el elevador, un silencio incómodo, una gran distancia que interpuso la más joven y una vergüenza en ambos que no pensaron experimentar ese día.

Adrien, sin embargo, no perdió su caballerosidad y le abrió cada una de las puertas hasta llegar a su auto.

El viaje fue igual, con una tensión horrible rodeándoles y no saber si disculparse o qué hacer para que las cosas no fueran tan mal.

Entonces se detuvieron en la entrada de la biblioteca, justo donde la había recogido.

Marinette  iba  a  salir, pero enseguida notó que aún seguían los seguros de las puertas.

Pasaron varios minutos hasta que el mayor habló.— Marinette.

No respondió, solo esperó a que prosiguiera.

— Perdóname. En verdad estoy arrepentido por haberte asustado así, y por haberte tocado de esa forma.

Esperó otro momento y vio por el rabillo del ojo, que él mantenía su mirada sobre ella.— Descuida...— dijo muy bajo.

—¡No! Es que... Es que al parecer solo estoy cagandola cada vez más contigo.— ella le miró.—Y no quiero eso.

— ¿Por qué te importa tanto ahora?— le cuestionó. Y pudo notar que eso lo tomó por sorpresa.

— A pues...— se rascó la nuca, nervioso.— ... Sonará extraño pero... podría decirse que me atraes.— ella abrió sus ojos como platos.— Ya te lo había dicho, me pareces muy hermosa y tenía la gran esperanza de poder conocerte mejor.

Marinette se sonrojo considerablemente.— Adrien...

— Ya sé, ya sé.— soltó un sonoro suspiro mirando al frente.— es demasiado raro que alguien como yo le diga eso a una chica como tú.— dijo sin ser pretensioso. — No sonaba tan mal en mi cabeza ese día.— le sonrió.

Ahora ella fue quien desvío la mirada, sin saber cómo responder a eso. Si sonaba extraño en cierto sentido... Pero eso no significaba que no le gustara a ella también.

Without rules [AU MLB +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora