Nunca se fue!

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No tengo voz, no tengo manos, no tengo pies, ni mucho menos alma, soy una cosa que anda por una casa que no reconoce, que convive con gente extrañamente familiar, hay niños en esta casa que me hacen sonreír, pero también hay un fantasma de cabello ondulado, un ángel sin alas, una secretaria enojada. Digo que no tengo voz por que hablo y no me escuchan, les grito que la sombra regreso, les grito que me atrapo.

Aquella sombra volvió justamente cuando creí que se había ido, justamente regreso para volver a hacerme mal.

Ya sé que ha pasado un tiempo y que ahora estoy más grande, ya sé que esto no debería afectarme, que debería olvidarlo o simplemente ya no pensarlo, pero no puedo, por más que lo intento por más que trato, por más que me lo exijo, no puedo, no puedo por un simple hecho, es el papá de mis duendes. Y quiera o no lo tengo que seguir viendo.

Hoy vuelvo a escribir, quiero terminar mi historia y que por lo menos alguien me escuche, quiero saber que aún tengo voz, quiero saber si alguien me puede oír. Dejare de lado mi botella, el alcohol empieza a hacer efecto. Escúchame, no te pido más.

Las nubes lloraban, el cielo rugía, las estrellas brillan, una bailarina recostada en el asiento trasero de un taxi, una sombra, con dedos gruesos y callosos tocaban a la pequeña, una serpiente se metía en ella, la pequeña solo miraba el parabrisas, contemplaba la lluvia que golpeaba el vidrio, miraba cada lagrima que las nubes lloraban esas mismas que ella no podía derramar, jadeos, dolor, rencor, angustia, desesperación.

No era la primera vez que la sombra mostraba su serpiente, no era la primera vez que sus manos sudorosas la tocaban, que su cuerpo mojado se pegaba al de ella, no era la primera vez que su serpiente entraba y salía de la bailarina, no era la primera vez que ella gritaba, que suplicaba. Todo eso ya había pasado, solo que en un lugar distinto, con 5 años menos y una falda más corta. Era la misma persona, solo cambio el lugar, cambiaban las suplicas a preguntas, cambiaban las lágrimas por el silencio, siempre se rompía.

Todo aquello lo odiaba, ella se odiaba, se aborrecía, se lo merecía... Si ella se lo merecía eso y más. O eso creía.

No tenía manos, porque cuando tocaba a alguien nadie la sentía, cuando empujaba a la sombra no se movía parecía que hasta se divertía, porque cuando golpeaba algo no le dolía. Odiaba no tener manos, quería que alguien la sintiera, que le doliera golpear, que pueda empujar. Pero no tenía manos.

No tenía pies, porque siempre que quería correr lejos de él no podía, porque siempre que pataleaba no le molestaba, porque siempre que caminaba no se cansaba. No tenía pies.

No tenía alma, por que una persona que tiene alma siente, y ella no sentía cuando su navaja su cuerpo recorría, ella no se sentía feliz casi no podía sonreír, ella no se sentía triste casi no podía llorar, ella no se sentía ella, ella no tenía alma.

Mi botella se acabó, yo ya no quiero seguir más. Solo espero esta vez sí tener voz, solo espero esta vez sí tener manos, solo espero esta vez sí tener pies, solo espero esta vez sí tener alma. Estoy a punto de saltar a un abismo, Hoy mis duendes, mis niños no pueden impedirlo, ya no quiero sentirlo. Las alturas me asustan pero ahora no, solo voy a esperar, así como la sombra espero.

La sombra solo espero el momento en que ella creciera, espero para que madurara un poco más. La sombra nunca se fue... solo se escondió. 

La sombra de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora