Aun lo siento...

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No hay luz en mi casa, solo una vela me ilumina, su tenue luz es hipnotizante, cautivadora y mi única guía esta noche llena de truenos, rayos y lluvia azotando mi vida. Todo está oscuro y él está aquí, lo siento, siento sus manos en mi piel, su aliento en mi oreja, su serpiente deslizándose en mi entrepierna. Sé que no está aquí o no de cuerpo presente, pero aun lo siento, es una sombra de oscuridad así que se puede camufle ajear. Me acabe la última botella de mezcal que tenía, ya no hay más alcohol para intentar sobrellevar esto. Solo me quedan los cigarros, ese humo cancerígeno que invade mis pulmones y deja que respire en paz.

Ya no sé qué hacer, estoy perdida, no sé cuál es el norte o el sur, no se seguir o rendirme, no sé si vengarme o dejarlo así. ¡Necesito saber qué hacer, me enoja no poder actuar, no poder defenderme, no poder hablar!

Hace ya un tiempo le dije a mi madre que su bailarina está rota, nunca antes había visto esa verdadera furia del fantasma, que con tanto odio escupía palabras. Nunca antes había visto a mi ángel guardián con esa ira descontrolada, con esos ojos de acusación. Nunca antes había visto a mi hermano ser tan valiente y feroz. Nunca antes me había sentido a si de sola.

"-¡Es tu culpa!- afirmaba mi madre

-Ella era una niña no sabía lo que pasaba- me defendía un duende

-Tú no te metas, tu hermana que es una fácil- rugía el fantasma

-no lo soy, no lo soy, no lo soy- susurraba entre lágrimas y sollozos"

Necesito salir, escapar, fumar un poco. Me asfixio en esta habitación oscura, los ruidos cada vez son más fuertes ¡Y esas voces esas malditas voces! No se callan, no me dejan tomar una decisión ¡AYUDAME!

Necesito mi pincel, tengo que pintar en mi lienzo, necesitó sentir esa pintura correr por mis muñecas. Tengo que terminar con esto, de alguna manera, de alguna forma, sea buena o sea mala. ¡YA BASTA!

"-Vamos a hablar con el- fue la sugerencia de mi ángel

-No te preocupes, yo estaré contigo- mi pequeño hermano sostuvo mi mano y en ese momento no me sentí del todo sola –Somos un equipo-

-Sí, está bien, si creen que eso ayudara, adelante- fueron mis últimas palabras antes de que todo se fuera al carajo."

El sagrado humo del cigarro invade este cuarto, confirmando mi sospechas. ¡ESTA AQUÍ! Ahorita ya no me importa, que haga lo que quiera, esta es mi última noche en este lugar, este fue mi último día en esta tierra, con estas personas, con mis hermanos, mis preciosos duendes, que no quiero que cometan los mismos errores que esta estúpida bailarina. Quedan tres cigarros en mi cajetilla, le invito uno a la sombra

-¿Por qué lo hacías?-

-No lo sé, me daba placer-

-Pero me lastimaste, me dolía, me hacías sentir mal. ¿No te arrepientes?- el humo cubría por completo mi visión

-No, no me arrepiento- Sabia que sonreía –Al parecer no te tomaste tu medicamento-

-Eso es algo que a ti no te incumbe-

-Claro que sí, porque sabes que no estoy aquí, que estás hablando contigo misma y además sabes que estas empeorando- Si, él sonreía

-¡Lárgate!- le grite a la negrura de la noche

Quedaba uno más, un cigarrillo más, solo uno más y podría decir adiós. Aun lo siento, esta aun lado mío, aunque ya no sé si son mis alucinaciones o en verdad está aquí. Pero qué más da, lo negó todo en su momento y le creyeron a él, a ese bastardo, a esa persona que me destrozo. La única persona que estuvo conmigo fue mi pequeño duende, la secretaria enojada y las voces que siempre me decían, me repetían ¡MUERE!...

La lluvia está cesando, el humo está bajando, aun sostengo el cigarro en mi mano, la navaja frente mío y la sangre que escurrió ahora son pequeñas manchas en el suelo, apenas perceptibles por esta hermosa llama infinita.

Me siento cansada, sin fuerzas, escucho sollozos y disculpas. Mi cigarro aun esta encendido, pero ahora esta aun lado del charco de sangre que cada vez es un poco más grande. No sé si alucino o está pasando de verdad, pero la lluvia ahora está dentro de mi habitación, miro al suelo y estoy flotando, pero algo no cuadra, hay un camino de rojo detrás de mí. Siento unas manos que me llevan por el largo pasillo que a cada paso se hace infinito, las pequeñas gotas golpean mi cara.

-Estaré bien- miraba a mis duendes, que con horros me observaban

-Que le paso a mi hermana- esa era la voz de Luis, mi duende mayor

-Estaré bien... los amo- cerré mis ojos, llevándome conmigo la voz de mis hermanos.

Aun lo siento, pero cada vez menos, casi es imperceptible su presencia, sus manos se fueron, su serpiente también. Mi alma vuela libre, me siento mejor, sin voces, sin sombra, sin fantasma, sin ángeles, sin sueños, sin vida...

La sombra de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora