Deseos de un adolecente

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Fue tan repentino aquel día de invierno, su inocencia se podía ver con cada paso que daba bajo la brisa de la lluvia, tan delicada que temí hacerle daño, tan pura que la lluvia tocaba delicadamente sus mejillas.

El tiempo avanzo sin dar tregua a la vida, conocí su verdad. Aquel ángel no existía; ella era pecado disfrazada de paz, lujuriosa con cada expresión en su cuerpo.

Deseos en mi nacieron como gotas de agua al empezar una lluvia, deseos de hacer el amor bajo la luz de la luna, pecar al ver su cuerpo desnudo entre rosas, robar sus labios al son del calor del verano; perderme en su lujuria, perderme en ella fue mi deseo más puro y lujurioso de mi alma.

20 de septiembre de 2017

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