Capítulo 26 Cambie Idea

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Me despierto de golpe. Tengo la cabeza embotada y demasiado calor. Christian está aferrado a mí como la hiedra. Gruñe suavemente en sueños mientras me libero de sus brazos, pero no se despierta. Me incorporo y echo un vistazo al despertador. Son las tres de la madrugada. Necesito un analgésico y beber algo. Saco las piernas de la cama y me dirijo a la cocina.
Encuentro un envase de zumo de naranja en la nevera y me sirvo un vaso. Mmm... está delicioso, y el embotamiento mental desaparece al instante. Rebusco en los cajones algún calmante y al final doy con una caja de plástico llena de medicamentos. Me tomo dos analgésicos y me sirvo otro vaso de zumo de naranja.

La noche transcurre con tranquilidad, lo contrario a mi. Dios la ciudad se ve tan pequeña, desde aquí arriba, como puede una persona estar tan aíslada. Cristian sólo vive con Poebe, la señora Jones y Taylor sólo son unos empleados más, el Está solo me necesita y yo a el porque jamás me senti, tan viva, tan enamorada, sus besos y hasta ese humor tan cambiante que suele tener. Todo esto es tan tranquilo y reconfortante.

La apacible tranquilidad del momento se ve interrumpida por un grito visceral y primitivo que me eriza el vello y pone en alerta todo mi cuerpo.
¡Christian! ¡Dios santo!, ¿qué ha pasado? Me pongo de pie y salgo corriendo hacia el dormitorio antes de que el eco de ese sonido horrible se haya desvanecido, con el corazón palpitando de miedo.

Pulso uno de los interruptores y se enciende la lámpara de la mesita de Christian. Él se debate frenéticamente en la cama, retorciéndose de angustia. -¡No! Vuelve a gritar, y ese sonido devastador y espeluznante me desgarra de nuevo.
¡Santo Dios... una pesadilla!
-¡Christian!
Me inclino sobre él, le sujeto por los hombros y le zarandeo para que despierte. Él abre los ojos, y son salvajes y vacíos, y examinan rápidamente la habitación vacía antes de volver a posarse en mí.

-Te fuiste, te fuiste, deberías haberte ido -balbucea, y la mirada de sus ojos desmesurados se convierte en acusatoria, y parece tan perdido que se me parte el corazón. Pobre Cincuenta...
-Estoy aquí. -Me siento en la cama a su lado-. Estoy aquí -murmuro en voz baja, en un esfuerzo por tranquilizarle.
Me acerco y le apoyo la palma en un lado de la cara, intentando calmarle.

-Te habías ido -susurra presuroso.
poco. Sigue teniendo los ojos salvajes y asustados, pero se va serenando poco a poco
-He ido a buscar algo de beber. Tenía sed.
Cierra los ojos y se frota la cara. Cuando vuelve a abrirlos parece muy desolado.
-Estás aquí. Oh, gracias a Dios.
Se acerca a mí y me sujeta con fuerza, y me vuelve a tumbar en la cama, a su lado.

-Oh, Ana -musita.

Me coge la barbilla y la acerca hasta que su boca está sobre la mía. El deseo le invade el instantáneamente mi cuerpo responde... está tan ligado y sincronizado al suyo. Posa los labios sobre mi oreja, en mi cuello, y nuevamente en mi boca, sus dientes tiran suavemente de mi labio inferior, su mano sube por mi cuerpo, de la cadera al pecho, arrastrando la camiseta hacia arriba. Acariciándome, sintiendo bajo sus dedos las simas y las turgencias de mi piel, consigue provocar en mí la ya tan familiar reacción, haciendo que me estremezca en lo más profundo. Gimo cuando su mano se curva en torno a mi seno y sus dedos se agarran al pezón.

-Te deseo -murmura.

-Estoy aquí para ti. Solo para ti, Christian. Gruñe y me besa una vez más apasionadamente, con un fervor y una desesperación que no había sentido nunca en él. Cojo el bajo de su camiseta, tiro y él me ayuda a quitársela por la cabeza. Luego se arrodilla entre mis piernas, me incorpora presurosamente y me despoja de la mía.

Sus ojos se ven serios, anhelantes, llenos de oscuros secretos... vulnerables. Coloca las manos alrededor de mi cara y me besa, y caemos de nuevo en la cama. Está medio tendido sobre mí, con uno de sus muslos entre los míos, y siento su erección presionando contra mi cadera a través de sus boxers. Me desea, pero, de repente, sus palabras de antes, lo que dijo sobre su madre, escogen este momento para volver a rondar por mi mente y atormentarme. Y es como un cubo de agua fría sobre mi libido. Maldita sea... No puedo hacer esto, ahora no.

La Cara de la Arrogancia Y Más Enamorado#premiosObsesionGrey2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora