La luna azul

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Fue en el ocaso de un día de mayo, mi familia y yo habíamos ido de campamento a tener tiempo de calidad, me gusta que mis padres quieran hallar la manera de acercarse a mí, pero ellos bien saben que no me gusta la actividad física, y que perfectamente podríamos tener un momento juntos en la ciudad. Sin embargo no pude rechazar la oferta, además de que ya estaba todo planeado, no podía romperle la ilusión a mis padres.

Así que ahí estaba yo, aburrido, sin nada que hacer en el bosque, rodeado de árboles y animales. Después de contar cuantas hormigas subían una roca, a punto de quedarme dormido, mi padre me llamó a gritos exigiéndome buscar leña, sin más remedio me levanté y eché a andar.

No solo encontré la leña, sino que me encontré a mi mismo perdido en un inmenso bosque, miraba a mí alrededor y sólo imaginaba fieras esperando a que, exhausto, me arrojara al suelo a descansar para empezar a devorarme. O a hombres con mascaras de hockey y hachas poco afiladas esperando lo mismo para saciar su sed de sangre con un inocente. Empezó a oscurecer y mis pensamientos se hicieron más intensos; ya presa del miedo corrí lo más rápido que pude, vi ante mí un arbusto y sin pensarlo dos veces lo salte sin siquiera pensar que ese arbusto era una especie de señal natural que anunciaba el final del camino. Así que caí, no solo lo que parecieron metros, sino que también rodé y me clavé piedras y pedazos de ramas que hubiesen servido perfectamente para la leña. Al final de mi doloroso viaje terminé tirado en el piso e incapaz de moverme. A mi alrededor solo había vegetación y la luna sobre mí como un enorme ojo escrutándome.

Fue ahí cuando pensé: nosotros los seres humanos somos la raza más poderosa e inteligente de este planeta, este planeta, nuestro hogar. Si somos inteligentes ¿por qué lo destruimos? Este planeta, al igual que yo después de tal caída, estamos muriendo, pedimos a gritos ayuda, pero simplemente están tan ocupados en sus propias vidas que no se preocupan por los demás. Después de que una madre dio su vida y su juventud para criarnos, ¿sería normal que cuando ya nos podamos valer por nosotros mismos, la matemos? el ser humano simplemente debe estar ciego, cegado por su propia avaricia. Sólo le importa él mismo. Ignora lo que pasa a su alrededor. ¿Qué me dicen de los animales? Esos que estuvieron primero que nosotros, les quitamos su hogar y no solamente lo estamos destruyendo, sino que también nos hemos encargado de desaparecer unas cuantas especies ¿es justo? Muchas cosas no son justas y al ver la verdadera cara de la vida esta pierde sentido.

A lo mejor sería por mi agonía, pero mientras pensaba esto, juro que vi una estrella fugaz, que desde mi perspectiva parecía una lágrima caer del gran ojo de plata encima de mí. Sin saber lo que decía simplemente grite:

- ¡Oh, madre luna! ¿Por qué derramas tus lágrimas de diamantes ante tan insignificante y moribundo mortal? Tú no has de temer amada mía, por siempre en la inmensidad del cielo has de brillar, ya que por suerte el monstruo humano jamás vivirá en tu corteza. Pero qué suerte tienes, vivir para siempre iluminando el corazón de los enamorados y observando como nosotros nos destruimos, pero que vergüenza, madre, te pido no me mires así...

Aun más extraño fue que la luna me respondiera:

Hijo mío, derramo mis lágrimas al ver a mi hermana morir y mi llanto también va en parte hacia ti, pobre humano, que en tu lecho de muerte es cuando al fin me miras a la cara y oyes mis palabras; mas sin embargo, no te has de sentir mal, aun así eres un hombre que merece ser recordado, tarde, pero lo has hecho, te has puesto a pensar en el bien ajeno en vez del tuyo y has optado por hablar conmigo. Tienes toda la razón, desgraciadamente el ser humano es como tú, sólo cuando lo peor no se puede corregir es cuando se dan cuenta de su error ¡que tragedia!, yo que he visto y contribuido en cada uno de los anocheceres y amaneceres de mi hermana, yo que siempre he estado detrás de ella, me da un enorme dolor verla morir sin poder hacer nada a causa de la estupidez de ustedes.

Entre llanto y viendo la luz cada vez más y más cerca, le dije con voz entrecortada:

Madre, tengo miedo ¿A dónde iré ahora? ¿Qué pasará con mis seres queridos? ¿He de desaparecer en el polvo de la duda y recordado en los más errantes sueños? ¿Mi voz será olvidada? ¿Mis sueños se quedarán sin cumplir? ¿Alguien recordará lo que me gustaba, lo que me disgustaba y lo que me hacía llorar? Madre, necesito que me abraces.

Hijo mío: serás recordado por siempre, tus sueños seguirán latentes, haz de irte corpóreamente pero tu espíritu ha de vivir por siempre; nadie olvidará tu voz ni tu sonrisa ¿Cómo olvidar la más pura expresión de deseos de vivir? ¿Aun no te das cuenta? Yo te abrazo a ti y a toda la humanidad cada día, los abrazo con mi manto de oscuridad, recordándoles que después del sueño pueden hacerlos realidad en la vida ¿A dónde irás? Pues estarás conmigo en lo más alto de los cielos, lugar donde el ser humano jamás llegará, contándonos mutuamente anécdotas y leyendas que el ser humano solo descubrirá después de la muerte.

Al oír tan hermosas palabras cerré los ojos dejando salir una lágrima de plata y me dejé llevar. ¿Dónde estoy ahora? Soy la estrella más cercana y brillante a la luna.

Día y noche, ya por muchos años, mi madre me ha relatado fantásticas historias sobre griegos, romanos y civilizaciones que ni siquiera sabía que existían. Y aquí estamos todavía, en lo más alto de los cielos, viendo a la tierra morir, seguimos gritando, esperando a que un ser nos oiga, o al menos otro moribundo ¿serás capaz de escucharnos? 

La luna azulWhere stories live. Discover now