Tipos de Falos

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Carlos toca la puerta tres veces y espera. Le abre una mujer madura con sobrepeso y poco maquillaje. Lo mira de arriba abajo con una mirada de ligera lujuria y finalmente se hace a un lado para dejarle pasar.

La sala del departamento está lleno de muebles viejos, rotos y con decorados floreados. El lugar tiene un olor penetrante a incienso y cigarro. El siente un fuerte escalofrío, pero decide ignorarlo.

La señora le pide a su invitado que la espere un rato porque necesita hacer un mandado. Lo invita a ponerse cómodo en su habitación mientras vuelve. Se dirige hacia la puerta y tras abrirla, sale del departamento.

El invitado algo dudoso entra al cuarto de su clienta. Solo hay una cama desordenada y una mesita con una televisión encima. Al emparejar la puerta, descubre detrás de esta un bulto de ropa tirada en el piso. Acomoda un poco la cama y se acuesta en ella. Mientras espera que vuelva la mujer se pone a recordar cómo es que termino en esa situación.


Desde el momento que empezó a crecerme vello, note que mi pene era diferente al de los demás hombres. Mis amigos de la adolescencia les reaccionaba el miembro cuando veían el cuerpo femenino. Yo los miraba con repudio cuando ellos dedicaban horas enteras a hablar de lo mucho que les gustaban los pechos, las nalgas o la vagina. Cuando le hablaba a mi padre sobre mi desinterés en el tema, solía decirme que cuando tuviera la experiencia sexual cambiaría de opinión. Para no quedarme solo, fingía que me interesaba lo mismo e incluso inventaba que había tenido encuentro varias veces.

Seguí con las mentiras hasta que cumplí los 22 años. Una mañana, en una cafetería del centro de la ciudad, le conté mi secreto a mi amiga Sofía. Con toda certeza, me señala que quizás lo que me faltaba era vivirlo en carne propia. Luego, en tono picaron, me insinuó que si yo quería, ella me podría hacer el favor de enseñarme. Nos reímos un rato y continuamos hablando, pero la idea no abandono mi cabeza por unas semanas. Por lo que un día decidí averiguar si iba en serio su oferta, después de pensarlo un rato; acepto.

El día llego. Nos encontrábamos en su departamento con lubricantes y condones a la mano. Comenzamos con un jugueteo para intentar animarme. Como no se me paraba, ella se aventuro a toquetearme el paquete hasta que logró que reaccionara.

Me puse un condón con un poco de lubricante y me acosté. Deje que ella dirigiera Empezamos poco a poco, era una sensación bonita pero no satisfactoria. Me preocupaba no poder mantenerla tiesa mucho tiempo, pero no hizo falta.

De pronto, sin previo aviso, se detuvo. Se levanto y con la cara roja, me pidió perdón. Estaba aún confuso cuando note que había demasiada humedad en la cama. Al voltear a ver, vi que una inmensa mancha de sangre que cubría mi entrepierna y se derramaba hacia las sabanas. Me levanté con calma, no sabía cómo debía sentirme al respecto.

Disculpándose toda avergonzada, mi amiga me limpiaba con una toalla vieja que agarro rápido. Yo le decía que no se preocupará, que no me molestó. Debido a lo que paso, no pudo seguir. Así que tomamos un baño y nos vestimos. Pasaron los días hasta que decidimos intentarlo otra vez, pero nos volvió a detener su cuerpo. Aún así, ella insistió en "ayudarme" a descubrir mi lujuria.

Tiempo después, Sofía me contacto para avisarme que había hablado con una compañera de trabajo llamada Virginia. Charlaron de nuestra experiencia y ella le comento que no tendría ningún problema en intentar despertar mi lado salvaje. Mi amiga me presiono un rato para que vaya con ella hasta que acepte. Me pasó su número. Contacto con ella en mi descanso, quedo de ir a su departamento el próximo fin de semana.

Llego el sábado, tomo un taxi que me lleva a un barrio viejo cerca del centro de la ciudad. Me recibió con una leve sonrisa en su cara. Virginia me ofrece un vaso de bebida, la cual acepto. Me comenta que ella llevaba una vida libre hasta que no le llego la regla hace 2 semanas. No le llegaba la regla, compro un puñado de pruebas de embarazo para asegurarse, pero con 3 le basto para darse cuenta de que estaba embarazada. Sus padres decidieron limitarle sus diversiones ya que "una buena madre no puede ir por la vida de indecorosa". Ya que tendría la casa sola aquella tarde, decidió aprovecharla. Ambos nos desvestimos, me pongo el condón y subo a la cama. La sensación es similar a lo de la última vez, nada especial; pero continuo por no querer arruinarle la diversión

No había pasado ni 5 minutos cuando ella me detiene y mira mi entrepierna. Volvía a tener el pene pintado de rojo. Con una mirada de asombro ella me hace un lado y se levanta para ir al baño.

Mientras ella estaba ocupada, voy a la sala a buscar un trapo para limpiarme. Sale minutos después, me mira con una cara alegre. Me abraza con mucha alegría mientras me agradece. Debido a mi cara de sorpresa, me muestra una prueba de embarazo. Salía negativa. Me comenta que probo con varias de las pruebas que le sobraron la última vez. Para celebrar, me invita a cenar. Nos bañamos, nos vestimos y salimos. Ya sentados en la mesa me comenta que podría cobrar por el servicio, que muchos pagarían lo que fuera.

Con el tiempo se corrió la voz de que mi capacidad de evitar los embarazos. Iba a muchos hogares en donde los condones y las pastillas del día después fallaron. Me acostaba con muchas mujeres de la ciudad y me pagaban por ello; el sueño de muchos hombres, no el mío. Me era difícil mantenerla tiesa y ni siquiera lograba venirme, pero el dinero que ganaba me daba para tener una vida digna. Al principio temí que mi trabajo molestará a las parejas de mis clientas, pero al contrario, muchos de ellos eran los más felices por mi labor de deshacerme del error que cometieron. No tuve motivos fuertes para dejar de dedicarme a esto, durante los meses que le siguieron.


La mujer llegó pasada una hora. Me levanto a abrirle la puerta. Le comenta a su invitado que tendrá visitas mañana y que preparará una comida. Después de acomodar sus compras, entra al cuarto y lo mira de forma lujuriosa. Le insinúa a su invitado de que puede pagarle también con cuerpomatic, pero el declina la oferta.

Ella se desnuda, se sube a la cama y lo espera acostada. El también se desviste y se pone frente a ella. El tamaño desmesurado de los senos y el vientre de la mujer le causan a su amante un intenso desagrado. Cuando logra que se le pare el miembro, lo toma y lo introduce en la vagina.

Después de un rato, Carlos nota a su mujer algo agitada. Ella se lleva las manos al vientre mientras gime de dolor. El saca su pene y se prepara para tratar de ayudarla. Una inmensa mancha de sangre empieza a teñir la sabana, cuando todo parecía haber terminado salió algo más. Un pequeño feto de un par de meses sale del interior de la mujer, esta se desmaya. Finalmente el asco lo vence y corre a vomitar al baño. Llama a la ambulancia, toma su ropa y sale del departamento sin mirar atrás.


A la mañana siguiente se despierta sin ropa en su habitación, tiene un dolor de cabeza y sed. Recuerda haber ido a un bar, después de huir del departamento de aquella mujer, y pedir un par de tragos, pero nada más. El se levanta y se encamina a su cocina a por un vaso con agua.

Al volver, se percata de que había alguien más en su colchón. Alza la cobija y ve a un hombre desnudo. Toca su pene y nota restos de semen. Mira la cama y no encuentra sangre en ningún lugar. -No sabía que también tenía esta opción- se dice mientras sonríe. Se vuelve a acostar y decide ya no volver a dar su servicio. Pues, su tipo de pene no está hecho para las vaginas.

Perdóname por ser humano (Antología)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora