Capitulo I

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Alene dio un largo suspiro antes de abrir la puerta de su vieja casa. Era jueves, los jueves nunca eran días buenos.

- Así que al fin vienes extraña. –le reprendió su mama con un grito al oír la puerta abrirse.

Le sorprendió escuchar que la voz provenía de la cocina, su mama no cocinaba, es más, Alene ni siquiera sabía cómo ella y su papa se alimentaban, ella hacia algunos años que había aprendido a hacerse su propia comida, desde que su madre se cansó de "servirle". Al avanzar hacia la cocina no pudo contenerse de soltar un quejido por el espantoso olor que venía de la estufa encendida en volumen alto.

- Mama, eso se va a quemar, deja te ayudo a terminarlo. –dijo corriendo hacia la cacerola apestosa.

- Deberías de ser tú la que cocine para tu papa y para mí, pero ahora eso no importa, hoy es jueves y ya sabes que tengo visitas. Termina eso rápido y procura que sepa bien. –soltó su madre de forma muy despectiva.-

Alene asintió con la cabeza y se concentró en tratar de salvar esa... Comida que su madre había tenido la intención de preparar, ¿estofado podría ser?

No es como que ella supiera mucho de cocina, pero ciertamente sabia más que su madre, la vio mientras subía las escaleras de madera hacia su habitación, solía andar maquillada de forma escandalosa, siempre vistiendo una bata de dormir ya que no salía de casa, su cabello rubio fresa siempre muy arreglado en ondas sueltas, y su perfume caro inundaba el ambiente, Alene siempre se había preguntado cómo había logrado poner sus manos sobre algo que parecía ser tan caro. No tenían mucho dinero, el poco ingreso que recibían provenía de los "amigos" de su madre, cada jueves. Y otra parte del trabajo de su padre, no recibía mucho dinero como contador de un comedor pequeño. Tampoco ayudaba que mantenía a un hijo fuera de su matrimonio.

Alene termino el estofado, quedo mucho mejor que antes, y el horrible olor se había ido casi por completo, abrió la ventana para intentar disipar aún más el olor, vio que aún faltaba media hora para que llegaran las visitas de su madre, así que decidió preparar también una ensalada de papas, más para su propio gusto que para los demás.

Mientras pelaba las papas un suave y dulce ulular se escuchó mientras una hermosa lechuza se posaba sobre la ventana que Alene había abierto. Era Deene, una lechuza blanca bebe que solía seguirla hasta su casa de vez en cuando. Al inicio intento espantarla pero al pasar los días y ver que seguía llegando, decidió darle un nombre, comida y agua. A veces lograba conseguirle ratones, los cuales devoraba en la ventana de su habitación, resultaba irónico ver a un animal que parecía tan puro e inocente comerse sin piedad un ratoncito entero.

- ¿Qué te he dicho sobre esa espantosa lechuza? Si vuelves a traerla a esta casa te juro que le diré a tu padre que la mate. –gruño su madre mientras bajaba las escaleras.

- No ma, ya la estaba espantando, no voy a... -su madre cerro la ventana de un manotazo, la pobre lechuza salió espantada, Alene esperaba que más tarde llegara a la ventana de su habitación.

- Termina eso rápido, y cuando hayas lavado los platos te encierras en tu habitación. –le ordenó su madre que había entrado un rato más tarde a la cocina,  mientras se veía al espejo pequeño sobre la mesa de comedor que en escasas ocasiones cumplía su propósito, esta vez se había puesto una camisa color escarlata de botones por dentro de un pantalón negro y botines de tacón.

Alene se apresuró a terminar las papas, una vez listas se dispuso a lavar rápidamente todos los platos sucios, habían tantos que parecía como si todo el pueblo hubiese comido en su casa. Le faltaba aun lavar dos ollas y cinco platos cuando alguien llamo a la puerta, su madre la apresuro a irse, aun dejando algunas tazas enjabonadas. Alene tomo sus cosas y se dispuso a subir las escaleras, cuando estaba cerca de llegar a su habitación su mama le dijo que bajara de nuevo.

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⏰ Última actualización: Apr 21, 2020 ⏰

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