Cap.1

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Hanna entró en Chae Enterprises, dándose mucha prisa. No llegaba tarde
pues entraba a trabajar media hora después, pero quería tenerlo todo preparado
para cuando llegara su jefe. Chae Hyungwon no era de los que perdonaban un
error y hoy tenía una reunión muy importante.

-Buenos días, señorita Still.- dijo el
guardia de seguridad sonriendo abiertamente.
-Buenos días, Ryan- respondió intentando que no se le cayeran los trajes de
la tintorería, el café y su enorme bolso cuya correa empezaba a deslizarse por su
brazo.

El hombre de unos sesenta años se acercó amablemente.

-Déjeme ayudarla.- dijo cogiendo los trajes de su jefe. Frunció el ceño- ¿Esto
forma parte de su trabajo?
Hanna sonrió- Todo forma parte de mi trabajo. Soy asistente personal. Tengo
que hacer de todo.
-¿Y qué hace su secretaria?- preguntó llamando al ascensor.
Ella se encogió de hombros- Escribe cartas, habla con los clientes, concierta
citas, envía mails...

Ryan se echó a reír levantando la mano libre- Lo pillo. Las dos trabajan
mucho.
Hanna sonrió- La verdad es que sí pero el señor Chae nos paga para eso, ¿no?
El hombre asintió y le dio los trajes en cuanto entró en el ascensor. -Hoy
está especialmente guapa.
-¿De verdad? ¿Sabes Ryan? He adelgazado dos kilos- dijo como si fuera
todo un triunfo.
-Siga así y tendré que espantar a un montón de hombres de la entrada.-
Hanna se echó a reír del chiste.

Cuando se cerraron las puertas se miró al espejo del ascensor y suspiró. Nunca sería atractiva. Su único rasgo bonito era su cabello rubio platino y liso como una tabla. Pero sus ojos eran marrones claros muy simples, la nariz era demasiado grande para su cara y estaba muy pasada de kilos.

Le gustaba la moda pero cuando te sobran diez kilos, sólo puedes ponerte cosas que disimulen los antiestéticos michelines. Suspiró al ver que uno de ellos se notaba en el costado derecho y desvió la mirada. Tenía que volver a subirse los pantys. La goma estaba marcada en su barriga haciendo que el michelín se marcara aún más.
Cuando llegó al último piso fue directamente hacia su mesa, al lado de la de la secretaria de Hyungwon. Suspiró cuando pudo posar su enorme bolso y los trajes los colgó en un armario que utilizaban para colgar los abrigos. De espaldas al
despacho tiró de la goma de las medias hacia arriba y al ver que se le había subido el vestido negro que llevaba se lo bajó rápidamente

-¿Te parece un lugar apropiado
para hacer eso?

Hanna pegó un saltó del susto y se giró torpemente para ver a su jefe
mirándola desde el vano de la puerta de su despacho. Era de tes clara, de ojos profundos y
arrebatadoramente guapo. A sus veintiséis años, era el hombre más atractivo que ella hubiera visto nunca y eso que vivía en Nueva York, dónde había hombres guapos a patadas. Su mandíbula estaba tensa y la palidez de su piel
seguía intacto pese a que hacía cuatro meses que había vuelto de sus vacaciones en la isla que su familia tenía en Corea.

-Perdone, señor- se disculpó nerviosa desviando la mirada- Pensaba que no había nadie.

Él la observó de arriba abajo- Que no vuelva a pasar- dijo mirándola con
indiferencia. Hanna dejó soltar el aire que estaba conteniendo.
-Claro que no.-Esa era la mirada que siempre le dirigía. Indiferencia. Y a
veces aburrimiento. Nunca se dirigía a ella con una sonrisa o le decía lo bien que hacía su trabajo. Si se dirigía a ella, era para reprenderla o para ordenarle que hiciera algo.
-¿Está todo preparado?- le preguntó mientras Hanna sacaba la agenda y el móvil de su bolso.
-El catering del desayuno está a punto de llegar y los dossieres están
preparados.-Fue hasta uno de los armarios y sacó su llave abriéndolo bajo su atenta mirada. Los dossier estaban allí y ella se los mostró. -Los colocaré en cuanto el desayuno esté preparado.
-Necesito que vayas a mi casa. Se me han olvidado mis notas- el tono
exasperado de su voz le indicó que no admitía los errores, ni los propios.
Hanna lo miró- Pero señor, no me dará tiempo a hacerlo todo si tengo que ir hasta el Upper East Side.
-No me fastidies, Hanna- dijo entrando en su despacho - Cuanto antes te vayas, antes llegarás. Date prisa. Hanna suspiró, cogió su bolso y los trajes del armario, saliendo rápidamente.
Este hombre era imposible. La oficina estaba en el distrito financiero y tendría que atravesar medio Manhattan. Y por supuesto tendría que ir en metro que estaba en
hora pico porque él no le había ofrecido su coche, cuando el chofer estaba tocándose las narices. Sonrió a Ryan cuando salió a toda prisa del edificio. Casi corriendo fue hasta la parada del metro y gimió cuando bajando las escaleras un hombre que subía, se hizo espacio a codazos. En el metro no había sitio para sentarse y tuvo que ir de pie todo el camino. Al entrar en el edificio de su jefe, en la
Avenida Madison con la sesenta y uno estaba agotada y sudorosa. Entró en el ascensor saludando con la cabeza a uno de los porteros del edificio y pulsó el ático.
Suspiró mirando su reloj de pulsera. Quedaban veinte minutos para la reunión. Ni de broma llegaría a tiempo y luego tendría que aguantar su enfado todo el día.
Sacó la llave del bolso a toda prisa y abrió la puerta.
-Hola, ¿Señora Sherman?- entró en el enorme salón y miró alrededor.- Estupendo...- dijo al ver que estaba sola. Tendría que colgar ella los trajes. Fue hasta la habitación de su jefe e
ignoró la hermosa y luminosa habitación, donde innumerables mujeres habían acabado en esa cama. Abrió el armario y metió los trajes a toda prisa sin quitarles los plásticos protectores. Salió de la habitación cerrando la puerta y le sonó el
móvil.

Exasperada descolgó- ¿Sí? - preguntó entrando en el despacho al final del
pasillo.
-Hanna ¿dónde estás?- preguntó Marissa, la secretaria de Hyungwon.
-En casa del jefe, recogiendo unas notas que se ha olvidado. - dijo
acercándose al enorme escritorio. La pantalla del ordenador estaba encendida.
-¡La junta está a punto de empezar!- exclamó su compañera.
-Tendrás que hacerlo tú, Marissa - Buscó por encima de su mesa y vio la
carpeta del proyecto
-Sólo tienes que preparar el desayuno y colocar los dossier
encima de la mesa. -Se estiró sobre la mesa para coger la carpeta cuando una sombra se proyectó sobre ella y se detuvo en seco.
-¡No pienso hacerlo! ¡Ese es tu trabajo!

Hanna se giró sonriendo a la señora Sherman cuando recibió el primer golpe en la cabeza. Aturdida dejó caer el teléfono y miró hacia arriba sorprendida, mientras algo le caía por la nariz.
Un hombre enorme con un
pasamontañas, volvió a golpearla en la cara con algo muy duro tirándola al suelo.
Su mejilla descansó durante un segundo contra la moqueta beige mientras la sangre salía de su boca. El teléfono estaba a su lado y estiró la mano para cogerlo.

-¿Hanna?- la voz de Marissa llegaba hasta ella y gritó de terror al sentir como el hombre le pisaba la mano rompiéndole los dedos antes de que consiguiera llegar al teléfono.

¡La iba a matar! Muerta de pánico intentó arrastrarse hacia la salida.
Una patada en el estómago le impidió llegar hasta la puerta. La cogió por las piernas y la arrastró por el suelo, metiéndola del todo en el despacho y cerrando la puerta mientras ella suplicaba que la dejara ir. Le miró con terror e intentó gritar antes de recibir el siguiente puñetazo en la cara.

Hanna sabiendo que iba a morir,
lloraba pidiendo piedad pero el dolor de su cara le impedía hablar claramente. Ni siquiera sintió el siguiente golpe que le hizo rebotar la cabeza contra el suelo, perdiendo totalmente la conciencia.

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Espero que les guste este fic ... Dejen su sugerencia que serán tenidas en cuenta. Hasta la próxima

Inseguro Amor (Hyungwon) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora