Capítulo 2: Equipo para las olimpiadas

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Respiro hondo y limpio algunas lágrimas rebeldes de mi cara. No me doy cuenta cuando alguien camina hacia mí desde atrás.

- ¿Estás bien? - Salto de la cama y me doy vuelta. - Cálmate, soy yo, - dice una voz desde las sombras.

- Idiota, me asustaste. Uno de estos días te meterás en un gran problema; no creo que entrar en las habitaciones de otras personas sin permiso sea considerado algo apropiado, - digo sonriendo.

- Está bien...- rueda sus ojos quitándole importancia al asunto y pone una sonrisa juguetona en su rostro. - Ahora, ¿puedes dejar ese cuchillo? - frunzo el ceño confundida y él señala mi mano derecha con un movimiento de cabeza. Me sorprendo al ver que una pequeña navaja de gravedad descansa en mi mano.

Con un movimiento ágil guardo la hoja de la navaja en el mango de esta y dejo el cuchillo cuidadosamente sobre la mesa, al lado de la cama.

- Lo siento, no me di cuenta cuando lo agarré.

- No te preocupes, Ángel. - Deja sus palabras flotando en el aire y sonríe mostrando sus dientes. Es una sonrisa burlona, como si se hubiera acordado de algo... esto no es bueno.

- ¿Qué? - Frunzo el ceño y tomo asiento en la cama.

- Trata de no matarme, pero Allan y Nala serán parte de tu equipo.

- ¡Increíble! Ahora tengo que tratar con los mellizos por el resto del semestre. ¿Puede haber algo mejor? - Rio sarcásticamente y vuelvo mi vista hacia Elliot. Este me mira divertido y se sienta junto a mí. Los dos nos echamos en la cama con pesadez mirando al techo. Todo esto lo hacemos de una manera sincronizada.

Mi amigo y yo nos parecemos mucho. Físicamente podríamos pasar por hermanos, y en lo que respecta a la forma de pensar, ambos estamos igual de locos. Él es un poco más relajado y paciente que yo. Pero no es porque sea alguien pacífico, sino que comparado conmigo "todo el mundo parece la serenidad en persona", como suele decir. Ambos tenemos el cabello castaño oscuro tirando a azabache y ojos azules que se hacen destacar. Nuestros cuerpos se ven ejercitados, muy bien trabajados, a decir verdad. Medimos casi lo mismo, aunque yo lo repaso por un par de centímetros con mis 1,75 metros de alto. Ambos nos conformamos con nuestros cuerpos. Elliot es bastante guapo, al igual que yo. Tenemos un carácter muy efusivo cuando nos sentimos en confianza. Siempre logra sacar una sonrisa en mí. Le tengo un inmenso cariño a pesar del poco tiempo que llevamos conociéndonos.

Hace un mes y medio que me enviaron aquí. Después de la muerte de mi padre fui seleccionada para un programa espacial. Básicamente es una escuela con residencias que orbita a unos cientos de kilómetros por encima de la atmósfera. Es muy exigente, en especial cuando eres becada como yo. Hay estudiantes de todas partes del mundo. Elliot y yo somos de Estados Unidos. Yo nací ahí, pero he viajado por todo el mundo a causa del peculiar trabajo de mi padre. He estado en Rusia, Inglaterra, Francia, España, Egipto, Sudan del Norte y Sudan del Sur, Madagascar, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, China, Japón, Corea – a pesar de toda la destrucción causada por la guerra - Italia, Grecia, India, he viajado por toda Latino América, Alemania, Indonesia, Republica Checa – me ha encantado Praga, es mi ciudad favorita – Finlandia, Dinamarca, Suecia, Hungría, etc. Digamos que mi padre trabajaba para el mejor postor. Tuve que aprender múltiples idiomas y no tenía muchos amigos. Me educaba con profesores particulares en casa.

Mi padre era mi mejor amigo. No conozco a casi nadie de mi familia. Lo único que sé es que tengo un hermano mayor llamado Ryan que tiene 28. Se fue de casa cuando yo tenía 7 años de edad. Es rubio, como mama, y de ojos miel, como mi padre. Dudo mucho que se acuerde de mi existencia. La verdad, no lo necesito. No extraño sus historias por las noches. No extraño sus payasadas. No extraño la forma en la que hablaba con mi padre sobre deportes. No extraño sus abrazos. No extraño sus "Te amo". No lo extraño...

- Ann... - mi castaño amigo de piel pálida me saca de mi trance. - ¿Estas bien? Estas llorando, - dice. Me percato de las lágrimas en mis mejillas y las limpio de forma rápida. Sacudo mi cabeza para alejar los recuerdos y le sonrío de una manera dulce.

- Estoy estupendamente, Casper.

- Si tú lo dices, pequeño demonio.

- ¿Con quién más me toca lidiar?

- ¿Lidiar? – frunce el ceño y yo me palmeo la frente en frustración.

- Si, zopenco. ¿Con quién me toca en el equipo para las olimpiadas? Aparte de los mellizos, claro.

- Pues... Esta Alexa, - genial, pienso y pongo mis ojos en blanco. – Diego, y tu servidor. – Hace una reverencia y yo rio.

- Bueno... No está mal. Puedo encargarme de Diego y de ti. – Poso una mano en mi barbilla. – Allan y Nala, a pesar de ser muy... ellos, trabajan bien y tienen cualidades que vale la pena reconocer. Y Alexa... ella es la que me preocupa.

- No hagas caso de Alexa. 5/6 de nosotros es suficiente para mantener al equipo en alto.

- Tienes razón. – Sonrío para luego bajar la mirada. – Espero que esa chica con complejo de estrella de Hollywood no nos la ponga difícil.

 – Espero que esa chica con complejo de estrella de Hollywood no nos la ponga difícil

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⏰ Última actualización: Jun 04, 2019 ⏰

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