Un lazo más fuerte que el alambrado

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-No recuerdo la última vez que pude relajarme así, han pasado años, al fin pude tomar un descanso-

-¡Amadeo!, baja que la cena está servida- dijo alguien alegremente desde el piso de abajo

Ni siquiera me inmute en levantarme, la comodidad era tanta que solo quería dormir por más tiempo

-¡Amadeo!- dijo ella entrando a la habitación

Me hago en dormido esperando a que pierda el interés y salga de mi habitación, ella al saber que fingía me tomó del hombro y empezó a sacudirme ligeramente

-¿Estas dormido?- dijo ella entre risas púes sé percato de que estaba fingiendo -En ese caso no te importara si te hago ¡cosquillas!-

Sin esperar más ella se tiró sobre mi cama y empezó a hacerme cosquillas, no pude evitar reírme y soltar carcajadas pero al detenerse rápidamente volví a fingir estar dormido con una gran sonrisa en mi rostro, ella bajo de mi cama y me dio unas palmaditas en el hombro

-Amadeo- dijo ella con una voz dulce -Recuerda que tu hermana mayor estará aquí para cuidarte-

No pude evitar sonreír, mi hermana me cuidaba y se preocupaba por mí, incluso el más mínimo detalle era excusa para mimarme por eso ella siempre sonreía

-Amadeo- resonó su voz en mi cabeza

-Amadeo- volvió a resonar en mi mente

Esa voz empezó a hacerse más grave en mis pensamientos, y a resonar con más fuerza, pude escuchar sonidos de disparos y explosiones hasta que...

-Amadeo-

-¡Amadeo en qué demonios estás pensando, muévete!- me gritó alguien

La voz del comandante me despertó de mi sueño...

En ese momento un proyectil de artillería cayó en esa zona llevándose la vida de varios soldados en tierra de nadie, el suelo retumbaba con cada explosión, los disparos no cesaban mientras que las órdenes y gritos de los combatientes se hacía cada vez más fuertes

-¿Qué rayos está pasando?- preguntó Amadeo desorientado levantándose del suelo

-¡Nos están rodeando, debemos mantener la posición!- gritó el comandante

Amadeo despertó en tierra de nadie después de que la onda expansiva de una mina lo dejara inconsciente en el suelo, él pudo ver a sus aliados y a soldados enemigos matarse mutuamente con lo que tuviesen a mano ya fueran cuchillos hasta piedras. Frente a él uno de sus aliados mató a un enemigo a golpes con un pedazo de metal y a su izquierda un enemigo apuñalando a un aliado en el cuello con una bayoneta.

La artillería no paraba de caer mientras que los soldados seguían peleando entre sí por una victoria, repentinamente un soldado encendió una carga de dinamita solo para volar en pedazos todo a su alrededor en un rango de 9 metros sin distinguir entre aliado o enemigos, la explosión fue tan potente que dejo un gran socavón en el suelo.

Un soldado enemigo empujó a Amadeo al suelo para golpearlo en la cara repetidas veces, Amadeo al verse en desventaja tomo un clavo y apuñalo a su enemigo en el ojo

-¡Mi ojo, duele!- gritó de dolor el soldado en el suelo

Amadeo se levantó de suelo y empuño su fusil sin balas con la bayoneta lista, acercándose a su oponente se dispuso a acabar con él apuñalándolo con la bayoneta, mas sin embargo, algo lo hizo detenerse.

El soldado enemigo era tan solo un chico, probablemente mucho menor que él, se encontraba en el suelo cubriéndose el ojo herido y llorando mientras hacía contacto visual con Amadeo

Desde el Eco de las TrincherasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora