No me rendiré, eso lo sé. Jamás lo abandonaré, pase lo que pase. Funcione o no. Volveré a intentarlo una y otra vez, porque nunca me rendiré. Él es todo lo que tengo, es lo que más quiero y pienso recuperarlo, cueste lo que cueste.
Como Cheesire dijo, no era un hechizo fácil. Me ha llevado años, siglos en mi mundo, obtener todos los corazones rotos que necesitaba para el hechizo. Aunque el último ingrediente es el más difícil de obtener. Al obtener el poder de los corazones rotos, la oscuridad se guardaba en las cajas que le di a Maléfica y que ella fue completando por mí. Pero las personas que me daban su corazón roto no se quedaban sin él. En realidad, a pesar de lo que creían, lo seguían teniendo, solo que la magia negra lo adormecía. Aún así, podían sanar sus corazones, podían volver a amar y algunos lo hicieron. Lo que yo obtenía era la energía que se liberaba al romperse un corazón y no el corazón en sí. Pero todo ese poder solo sirve para que el verdadero ingrediente surta efecto. Hay que sacrificar un verdadero corazón, un corazón palpitante, el corazón del culpable.
Esperé durante tanto tiempo que esperé la cuenta para que Alicia, la culpable de que mi John muriera, volviera al País de las Maravillas, porque sabía que volvería. Y no me equivocaba. Alicia volvió lo que, en tiempo de su mundo, fueron unos cinco años después. Nos había olvidado, no recordaba haber estado allí antes, en el mejor de los casos todo le parecía una pesadilla demasiado real. Pero yo sí que la recordaba a ella, yo la recordaba demasiado bien. Volvió y yo ordené a todos los seres que habitaban el País de las Maravillas que me la trajeran, que le arrancaran el corazón, que le cortaran la cabeza. No me importaba. Solo quería su corazón, vivo o muerto, para completar mi hechizo. ¿Pero acaso me escucharon? No. La dejaron escapar, una vez más y esa cría no será tan tonta como para volver.
Me sentí morir de nuevo al ver que mi única oportunidad para salvar a John escapaba por una de las madrigueras de ese maldito conejo. Pero juré no darme por vencida y no lo he hecho. John, no me he dado por vencida. Hay alguien más que es responsable de que John perdiera la cabeza. Él abandonó la protección de este mundo para recuperar mi corazón, para salvarme a mí. Murió por mí. Y, cuando regresó a casa, yo no pude aceptar que estuviera muerto y sané sus heridas sin darme cuenta de que así no podría recuperarlo. Yo fui la culpable de que enloqueciera, es mi culpa que hoy el hombre al que más he amado no sea más que un demente fantasma de lo que fuera. Será mi corazón el que haga que el hechizo funcione. Y yo moriré. Pero no me importa, porque tan solo quiero que John viva de nuevo, que sea él mismo, que recupere su cordura y pueda leer estas palabras que he escrito. Que lo lea y sepa que nunca dejé de luchar por él, que nunca me rendí, que di mi vida por él y volvería a hacerlo mil veces. Quiero que sepa que estoy muy arrepentida, siento mucho que muriera por mi culpa, por salvarme a mí, pero yo lo salvaré a él, lo salvaré del pozo de locura en el que lo hundí.
Ahora mismo, el Sombrerero Loco, John, está frente a mí, en una mesa de mi jardín derramando el té sobre mis rosas antiguamente blancas y ahora con pintura roja por encima. Siempre cumplo mis promesas, John, te dije que no las arrancaría y no las arranqué, pero no podía estar rodeada de todo lo blanco que me recordaba a ti y cómo te había perdido por mi desmesurada y estúpida bondad.
Para cuando leas esto, para cuando cualquiera lea esto, probablemente ya habré muerto, mi corazón habrá ardido en el hechizo que hará que John se recupere y sea el mismo de siempre. Lo siento, John, siento no haber encontrado otra manera para que estuviéramos juntos. Pero si tengo que elegir entre mi vida y la tuya no hay ninguna decisión que tomar. Serás siempre tú, siempre tú. Porque te amo con todo mi corazón, ya sea benevolente, roto o aplastado, con todo él, con todo lo que tengo, con todo lo que soy y sin ti esta vida no es vivir. No puedo superarlo, no puedo olvidarte. Espero que tú seas más fuerte que yo y puedas continuar con tu vida. De verdad, quiero que seas feliz. No te sientas culpable, esto es lo que quiero hacer. Un último acto de sacrificio para borrar un poco del daño que he causado estos últimos años, todos los corazones que he roto para poder recuperarte.
Como te dije al principio, no me enorgullezco de todos mis actos, pero tampoco me arrepiento. Todo ha sido necesario y habrá merecido la pena si eres tú el que estés leyendo estas palabras y soy yo la que muere en tu lugar. Porque, mi querido John, la chica inocente que tú conociste, Gwen; la benevolente monarca conocida como la Reina Blanca, todas ellas han muerto. Murieron contigo y han seguido muriendo cada día que no estabas. Ya no queda nada de ellas. No queda bondad ni inocencia, tan solo dolor, tan solo una Reina Roja que ha torturado y matado. Nadie me echará de menos y el mundo ganará un fantástico sombrerero.
Ha llegado el momento. Voy a hacerlo. Solo, concédeme una última voluntad a pesar de que, probablemente, no me la merezca. No quiero morir como la Reina Roja, tampoco como la Reina Blanca. Nunca quise ser reina, si no lo hubiera sido, si no hubiera tenido el Corazón de la Estrella, tú nunca te habrías ido de mi lado y ahora estaríamos juntos. Hoy, mi último día, quiero ser simplemente aquella niña que miraba a las estrellas y pensaba que todo era posible si tenías fe. Hoy tengo fe, en nosotros y en ti.
Por favor, no me odies.
Tuya siempre, Gwen.
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El País de las Maravillas. Sagan Grimm V
FantasyEl final de la Saga Grimm nos lleva a donde todo comenzó, el País de las Maravillas. Donde el Bien se convirtió en el Mal y los hilos de la historia empezaron a tejerse.