Capitulo 14. Mimi.

980 62 0
                                    

Lo primero que se encontró Mimi cuando Dorota le abrió la puerta fueron los ojos de su hermano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo primero que se encontró Mimi cuando Dorota le abrió la puerta fueron los ojos de su hermano. Se miraron por unos segundos. Incluso parecía que Raoul iba a decirle algo, pero Mimi no dio pie a ello ya que siguió su camino dándole un pequeño empujón al chocar los hombros.

No se habían dirigido la palabra desde el día anterior. Ni en el desayuno, ni a la hora de comer, y por lo que se intuía, en el caso de cenar juntos, tampoco lo harían. Mimi no podía olvidar las palabras de su hermano. Palabras que le habían caído como un jarro de agua congelada. Había dado todo por el siempre; le había cuidado, le había aconsejado con sus primeras novias, y sobre todo le había animado a que cantase. Y por lo que parecía ese había sido el gran error.

Nunca había entendido que su hermano ocultase que le gustaba cantar, que disfrutaba haciéndolo y que se le daba genial. Por mucho que el padre de ambos no estuviese de acuerdo y pensase que la música era para "mujeres y homosexuales".

Entró en su habitación y se lanzo a la cama. Una vez allí tumbada comenzó a revisar la letra de la canción que le había tocado junto Agoney. Obviamente había escuchado la canción miles de veces, pero quería leer la letra detalladamente cómo le habían pedido los Javís. Estaba segura de que su compañero haría lo mismo, o al menos tenía pinta de ser ese tipo de chicos aplicados y responsables.

Lo único que sabía Mimi de Agoney era la enemistad de años que tenia con Raoul, por lo que no dudo en citarle horas antes para verse a la mañana siguiente y así molestar a este. Sumándole que le parecía un chico interesante, con una voz espectacular y le apetecía muchísimo conocerle.

Los gritos de fuera interrumpieron sus pensamientos. Por lo que pudo escuchar era su padre gritándole a alguno de sus trabajadores por teléfono, otra vez.

Actualmente, la relación de Mimi con su progenitor era nula. Ella había tenido un amor ciego por su padre hasta hace cuatro años, cuando le pillo con Raquel; una de las cocineras. Aun podía recordar la escena; su padre descamisado besando apasionadamente el cuello de Raquel, y ella hundiendo sus dedos en su cabello mientras se dejaba querer sobre una de las estanterías de la habitación.

Después de lo ocurrido, el señor Vázquez intento sobornar a su hija con viajes y demás bienes materiales, pero Mimi no lo había consentido. Fue valiente y le contó a su madre lo que había presenciado. Tras eso, todo cambió.

Raquel fue despedida y sustituida por Elisa -la prima italiana de Dorota-. Según su padre, la cocinera se le había echado encima y no pudo hacer nada. Desgraciadamente Susana; su mujer, le había creído a él. 

Ahí empezó todo. Su padre hizo que despidiesen a Rafael, quien daba clases de baile todas las tardes, a las que Mimi acudía. Anulo la matricula de su hija para periodismo e hizo que esta se matriculase en la carrera de derecho. Todo esto acompañado de las múltiples humillaciones en las reuniones familiares o las comparaciones con su hermano para hacerla de menos.

PIELES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora