De refranes y cursilerías

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No hay mal que por bien no venga. Al menos eso es lo que siempre pensó, y su afán de enfrentar el día a día con optimismo confirmaba esta ley. Al que madruga Dios lo ayuda le dijo una vez su padre, y se levantaba cada mañana con la idea de ser el mejor en lo que hacía. Cuando recibió la noticia de su traslado a la nueva sucursal, no pensó en los aspectos negativos o en segundas intenciones por parte de la Gerencia de la empresa, a caballo regalado no se le miran los dientes pensó, y acepto de buena gana su nueva posición en la institución. La nueva sucursal albergaba a un equipo reducido de personas, y a pesar de que sabía que en pueblo chico, infierno grande, la jefatura había confiado en él para dirigir al grupo de trabajo y él no tenía intenciones de defraudarlos.

Cuando se presentaron los primeros roces y problemas de convivencia, aparecieron también los primeros rumores, pero como es bien sabido a palabras necias, oídos sordos. Pero los resultados esperados no fueron los mismos que los conseguidos, y la Gerencia empezó a presionar para cambiar la situación. De él dependía que todo funcionara bien y procuró estar pendiente de todos los aspectos de la sucursal, no obstante, el que mucho abarca poco aprieta, y las cosas comenzaron a irse de las manos. La situación se volvía insostenible y se vió en la necesidad de pedir ayuda, después de todo el que no llora, no mama, concluyó.

Entonces fue cuando llegó ella. Seleccionada por la Jefatura para asistirlo y apoyarlo en todo el proceso de reestructuración que debía implementar, fué como una bocanada de aire fresco a la presión que cargaba sobre hombros. La miraba con secreta fascinación en la sucursal, moviéndose como delicada aparición entre escritorios, archivadores y estaciones de trabajo, y ya cuando no aguantó más decidió que el que no se arriesga no cruza el río, se plantó de frente a ella, en horas extraordinarias, solos los dos, aferrado a todo el valor del que era capaz. La declaración tocó fondo cuando ella dijo: "Te quiero, pero como amigo". Fue por lana y resultó trasquilado, dio media vuelta y no volvió a tocar el tema.

Dos días después la Gerencia le anunciaba que a partir del lunes la empresa prescindía de sus servicios. Esperamos que entiendas la situación y no guardes rencores, dijeron. No respondió nada, el que calla otorga, y con la frente en alto salió por la puerta principal. Luego se enteró que una semana después ella asumió su cargo, y que era la ahijada del Gerente General. A buen entendedor pocas palabras.

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