Prólogo

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Busan 16 de Abril de 2007
2:45 p.m.

Lo único que podía hacer Jeon Jungkook en días como esos, era esperar porque el calor terminara de una vez por todas.

Traía puestas sus inseparables Timberland, con un pantalón corto color café y una playera blanca simple, y era demasiado para el ambiente.

Estaba tirado bajo la sombra de uno de los árboles que existían cerca de una biblioteca, donde nadie asistía y el silencio era tranquilizante.

Estaba por cerrar sus ojos de nueva cuenta, cuando unos sollozos irrumpieron el inaudito silencio, bajos y tristes, llanos de sufrimiento.

Jungkook no supo que hacer cuando divisó a una pequeña figura llorando contra la pared de la biblioteca como si no hubiese un mañana, con una de sus rodillas raspada y algunos rasguños en sus brazos lechosos.

Se acercó, buscando ser precavido para no ser una mala compañía, notando que el niño estaba más sumido en su desgracia como para notar su más corta cercanía, pues solo levantó la mirada cuando estaba a un par de pasos de él.

Bonito pensó Jungkook.

Rasgos lindos, con mejillas regordetas y labios abultados, de piel clara y ojos miel. Tenía las mejillas rojas por el llanto, dándole un aspecto mucho más lindo.

-¿Estas bien?— preguntó bajito, arrodillándose para estar a su altura. El niño negó tiernamente, llorando sin poder evitarlo.— ¿Qué pasa?

-Mamá y papá...— susurró con la voz rota.— No se despiertan desde hace tres días.— murmuró dolido, casi sin voz.— Los doctores dicen que deberían de internarse en un orfanato ya.— a Jungkook se le estrujó el corazón. Los doctores ya no daban más tiempo de vida a sus padres, y de solo imaginarlo, su piel era azotada por múltiples escalofríos.

-¿Cuántos años tienes?— se sentó a su lado, acariciando los cabellos azabaches del más bajo.

-Nueve.— murmuró.— ¿Y tú?

-Once.— sonrió, intentando contagiarlo.— Técnicamente, si nos volvemos a ver, tendrías que llamarme hyung. Pero tú puedes llamarme Jungkook.— el chico le miró por unos segundos, para luego sonreír ligeramente, como con pena momentánea.

-Un gusto, Jungkook... Soy Park Jimin.— se presentó extendiendo su mano.— Y no te diré Jungkook... Te diré Jungkookie.

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Busan 12 de Diciembre de 2009
01:45 a.m.

Las pequeñas manos de Jimin temblaban, sintiendo el ardor en sus piernas llenas de moretones y arañazos.

Cerró su mochila con ropa y miró a la ventana cuando está sonó ligeramente. Ahí estaba Jungkook, su salvador hasta en esos momentos donde ambos podían salir heridos.

Jungkook le ayudo a salir de su habitación y bajar por un árbol cercano, caminando lentamente por las ramas porque sabía el miedo que le tenía Jimin a las alturas.

Cuando bajaron de árbol, el mayor tomo su mano para comenzar a caminar a pasos sumamente silenciosos a una de las rejas del orfanato, donde él había realizado un orificio en la tierra donde ambos podían salir fácilmente.

-¿Que haremos ahora, Kookie?— preguntó temeroso, mirando hacia atrás cuando cruzó el pequeño túnel. El orfanato a sus espaldas parecía advertirle que sufriría si se iba.

-Por ahora, correr.— susurró, dándole su mochila mientras el sacaba la suya de su escondite.— No hay que pensar en un después, lo importante es ahora.— entrelazó sus dedos.— El futuro es invisible e inevitable, cierto, pero no podemos hacer nada al respecto.

Jimin sintió la opresión en su pecho cuando comenzaron a moverse, cuando en el musgo resonaban suspiros chocando rápidamente gracias a su velocidad.

Pero de alguna manera, quería pensar que todo estaría bien, si es que estaba con Jungkook.

Realmente quería creer, con todas sus fuerzas, de que todo estaría bien.
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Seúl 21 de Febrero 2017
11:37 p.m.

Las chicas a su al rededor le miraban con el brillo de la lujuria en sus ojos, pasando sus manos discretamente por su ancha espalda.

Pobres ilusas, si supiesen que era el Gangnam del famoso cartel Silver Bullet.

Jeon Jeongguk, para todos era un hombre famoso, adinerado y envidiable.

Pero para la competencia, él era JK.

Dentro del bar, tres de sus compañeros lo cubrían, estaba ahí para otra de sus misiones, una de las más simples pero importantes.

Sacarle información a una camarera ayudante de V, uno de los pilares de Triple KM.

Se acercó a la chica, quien sonrió coqueta acatando cualquiera de sus peticiones, y tan sólo faltaron un par de halagos para sacarle nueva información.

-Están reclutando gente, pero guapo, no sabría decirte a quienes.— respondió intentando parecer tranquila y seductora, aunque miraba a su al rededor con insistencia.

-Tranquila linda. Recibirás la protección necesaria.— la chica la miró entreabriendo la boca.— Ni V ni sus hombres te pondrán una mano encima.— tomó un trago de cerveza, dejando una pila de billetes sobre la barra.— Conserva el cambio.— hablo alto para salir del bar, acompañado de  dos de sus hombres, mientras uno se quedaba con la chica.

Genial, más reclutas. Lo único que faltaba.

Presionó su lengua en contra de su mejilla, pensando en las consecuencias que esto traería para su cartel.

Pensó en las ideas retorcidas que tendría Jin, el cerebro de Triple KM. que seguramente eran apoyadas por Monster, la fuerza bruta y el líder innato.

Esos malditos querían atacar, querían acabar con el Silver Bullet y de paso con él.

Querían venganza, y él se las daría.

Cómo hace cortos cuatro años.
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BELIEVER ❀ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora