IX

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Nicolás se despertó temprano por la mañana, 5 minutos antes de que sonara la alarma, los cuales se quedó mirando el techo divagando en sus pensamientos. Al sonar la alarma se levantó, avanzó  a su escritorio y encendió su PC. Abrió el navegador y revisó el formato de currículum que Edgar le había enviado a su mail, lo que le permitió completar el suyo. Luego lo imprimió y buscó entre sus cajones una carpeta para poder guardarlo en su mochila.

Luego de acomodar su cosas salió de la habitación con toalla en mano e ingresó al baño, dio el agua de la ducha y comenzó a desvestirse. Las marcas de amarras en sus tobillos podían notarse, al igual que algunos moratones en su cuerpo por ese tono entre morado y verdoso. Se refregó la cara con fuerza e ingresó a la ducha posándose bajo la regadera. Cerró sus ojos un momento, centrándose en el sonido de las gotas cayendo, el agua era cálida, reconfortante.

Pasó al rededor de veinte minutos quieto bajo el agua, hasta que oyó un suave golpeteo en la puerta.

- ¿Nicolás te encuentras bien? -pregunta su madre recargándose ligeramente en la puerta.

- Si mamá, estoy por salir...

- Está bien, no dudes en llamarme si necesitas algo... -comenta suavemente distanciándose de la puerta.

Al no escuchar respuesta la madre comprendió que debía dejarle, por lo que se encaminó a la escalera y bajó dirigiéndose al living. 

Sentada en el sofá revisó su mail desde el celular, lo normal, algunas facturas por pagar, otros mail de el trabajo por revisar y un par de ofertas de trabajo que no le venían mal. Luego encendió el televisor para ver algún matinal en busca de distraerse. En lo que disponía volver a sentarse en el sofá suena el timbre, avanza a la puerta y abre. 

- Buenos días Edgar, que sorpresa -le sonríe con calidez y avanza hasta la reja. 

- ¿Nicolás no le avisó que venía? -pregunta sorprendido.

- Comprenderás que Nicolás no se encuentra del todo bien...- comenta cabizbaja abriendo la reja- Adelante, pasa...

- Gracias tía. 

Edgar ingresa al ante jardín y avanza hasta la puerta, entra a la casa y espera a que la señora entre, se dirige al sofá y se sienta.

- ¿Te ofrezco un tecito, unas galletas?

- No tía, gracias, desayuné antes de salir.

- Bueno, pero si se te ofrece algo me avisas -comenta sentándose a un lado de Edgar.

- Gracias -deja la mochila a un lado de sus piernas- Y, ¿cómo a estado el Nico?

- Ahí, no habla mucho conmigo, y eso me preocupa. 

- Hmmn... -gesticula una mueca de descontento.

- ¿Habla contigo? -se gira levemente a él- Me refiero a lo que le ha pasado y eso...

- No , no me ha comentado nada de lo pasado y mucho menos de lo que le pasa, como que evade hablar de eso

- Es que si no me dice que le pasa es bien poco lo que puedo hacer por él...

- Tía, no se preocupe, yo trataré de hablar con él, y si llega a contarme algo que sea preocupante o que usted deba saber se lo diré.

- Edgar, muchas gracias -le toma de la mano con una sonrisa algo melancólica.

- No tía, es lo mínimo que puedo hacer, a mi también me preocupa el Nico, es mi amigo y si puedo ayudarlo yo feliz, enserio.

Complacida la madre volvió a agradecer, le pidió a Edgar intercambiar números de teléfono para poder mantenerse en contacto en caso de cualquier eventualidad.

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2018 ⏰

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