Capítulo 1

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Era una noche como cualquier otra, oscura y fresca, el aire entraba por la ventana abierta de mi habitación mientras yo me encontraba tumbada en la cama con los cascos puestos, escuchando mis canciones favoritas con los ojos cerrados para poder despejar mi mente un rato; al principio funcionaba, como siempre, pero a los veinte minutos no aguantaba más y me levanté, miré a mi alrededor en busca de algo con lo que entretenerme. Mientras daba vueltas por mi dormitorio me fijé bien en él, en busca de algún error o algo fuera de su sitio; mi madre me decía que tenía gustos muy raros para como era.

Al ver que todo estaba en orden, decidí salir de mi cuarto para ir al salón a ver algo en la televisión, pero unos ruidos en el piso de abajo hicieron que me pusiera en alerta. Bajé sin hacer ruido y me asomé a la puerta para ver de dónde provenían o de quién, más bien dicho; cuando logré ver quién había, cambié la dirección y me dirigí a la cocina. Al entrar me encontré con Fran.

- Oye Fran, supongo que las personas que se encuentran en el salón son tus amigos. – Dije con un tono un poco tímido.

- Si Melinda, son mis amigos. – Me sonrió y me cogió de la mano con intención de llevarme para allá.

- No Fran, todavía no, no estoy lista, no quiero. – Me solté de su agarre y de nuevo me dirigí arriba para encerrarme en mi dormitorio.

Nunca me había gustado conocer gente, tenía muchas malas experiencias con ello, pero con Fran era diferente, se podría decir que era mi único amigo, aunque para mí; es mi hermano mayor.

Mientras subía las escaleras pude escuchar que le preguntaban a Fran con quien estaba hablando, él dijo con nadie, como siempre. Sus amigos no sabían de mi existencia, ni siquiera sabían que yo vivía en esa casa; era imposible que me conocieran, ni siquiera iba a su mismo instituto, pero eso cambiaría al día siguiente dado que me traspasaron al mismo por haber sido expulsada. El siguiente día sería una tortura, ya lo tenía por sentado.

Cuando por fin llegué, me tumbé de nuevo en la cama, pero esta vez caí en un sueño profundo, pasaron varias horas hasta que me desperté sobresaltada por culpa de una pesadilla. En seguida escuché los golpes de Fran en la puerta.

- ¿Estás bien, Melinda? Te he escuchado gritar y me has asustado. – Dijo abriendo un poco.

- Si, tranquilo, tan sólo ha sido un sueño. – Dije acomodándome y haciéndole un hueco para que se tumbara conmigo.

- ¿Otra vez has soñado con él? – Dijo con un tono triste mientras me acariciaba el pelo.

- Sí, cada vez lo noto más cerca, como si supiera donde estamos. – Dije con un nudo en la garganta mientras me aguantaba las lágrimas; Fran ya estaba acostumbrado a que cada cierto tiempo esta situación se repitiese, pero nunca dijo nada al respecto, sólo me arropaba y se quedaba a mi lado por el resto de la noche hasta que me tranquilizase.

Al despertar, Fran ya no estaba en mi cama, pero pude escuchar ruido abajo, miré hacia el reloj que se encuentra en la derecha de mi cuarto y observé que eran las siete y cuarto de la mañana; por un momento se me olvidó que hoy empezaba el nuevo instituto. Me levanté de la cama y bajé las escaleras en pijama dirigiéndome a la cocina, a medida que me acercaba el aroma a tortitas inundaba mis sentidos. Cuando llegué coloqué los preparativos en la mesa mientras Fran terminaba de colocar todas las tortitas en un plato para que cada uno nos sirviéramos.

- Buenos días, Fran. – Sonreí mientras me servía unas tortitas.

- Buenos días, enana. – Me devolvió la sonrisa mientras comía un trozo de su tortita con chocolate. - ¿Preparada para ir a tu nuevo instituto? – Preguntó con cierta curiosidad.

- Ya sabes que no. No me gusta ser el centro de atención y hoy tengo la sensación de que lo seré. – Rodé los ojos para restarle un poco de importancia.

- No te preocupes, enana, sabes que a la hora del almuerzo estaré contigo. – Me revolvió el pelo.

- Gracias, pero no, porque eso implicaría conocer a tus amigos y no quiero. – Dije seria.

- Vale, vale, no hace falta que me mates. – Dijo mientras nos levantábamos para dejar las cosas en el fregadero. – Después te toca a ti fregar eh. – Dijo en tono burlón.

- De acuerdo. Y, por cierto, voy en mi moto, así no me verán llegar contigo y habrá menos jaleo. - Dije mientras cogía el casco y las llaves de la moto.

Antes de salir por la puerta, me miré en el espejo, repasando cada parte de mi cuerpo con máximo detalle; iba simple, mi pelo negro y naranja recogido en una trenza, un poco de rímel en las pestañas, una sudadera negra, unos pantalones burdeos y las vans negras; no paraba de mirarme en el espejo, me había perdido en mis pensamientos.

- Estás bien, Melinda. Vete ya si no quieres llegar junto con la aglomeración de gente. – Dijo Fran con un tono dulce.

Él sabía perfectamente porqué me miraba tanto y le agradecía que me interrumpiese cada vez que lo hacía. No tardé en reaccionar y me dirigí hacia mi moto, una Kawasaki ninja en negra mate y dorada, para mí, mi mayor tesoro. Me subí en ella y puse rumbo al que sería mi mayor tortura durante dos años.

Fran es dos años mayor que yo, así que está en su último curso, lo que significa que sólo estaré un año, por decir de algún modo, protegida. Al cabo de diez minutos llegué a mi destino, cuando bajé de la moto y guardé el casco, me quedé mirando fijamente la fachada del instituto, se me hizo muy raro, era demasiado distinta a la de mi antiguo colegio, para mi suerte y gracias a Fran, no había casi nadie. Me acerqué lentamente a la puerta, preguntándome si era buena idea entrar, sino ocurriría lo mismo, igualmente sabría que no pasaría porque aquí tengo a Fran. Cuando fui a abrir la puerta un recuerdo invadió mi cabeza.

(Flashback)

- Maldita niñata. – Me miró con asco Jane mientras me apartaba de un empujón de la salida de la puerta, pero como de costumbre no respondía a su agresión y eso le encantaba, me miraba con cierto brillo en los ojos cada vez que se sentía superior a mí, es decir, siempre. - ¿Qué te pasa? ¿Te ha comido la lengua el gato? Yo creo que no es nada de eso, simplemente eres una don nadie que no tiene ni el valor de defenderse a ella misma, eres patética Melinda Perret. – Dijo mirándome desde arriba porque con aquel empujón me había caído de culo.

(Fin del flashback)

Un dolor en el culo interrumpió mi recuerdo y cuando quise darme cuenta me encontré en el suelo. Al parecer, mientras estuve en mi lapsus mental alguien abrió la puerta en el sentido en que me encontraba, haciendo que cayese hacia atrás. Cuando miré hacia arriba para ver quien había sido el culpable de ello me encontré con unos ojos marrones y verdes bastante familiares; cuando me fijé bien quien era, caí en la cuenta; era el mejor amigo de Fran, Javier.

- ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? – Dijo ofreciéndome la mano para levantarme.

- No, tranquilo, estoy bien. – Dije rápidamente mientras me levantaba sola.

- Lo siento mucho de verdad, no me esperaba a nadie tan pronto en la escuela, todos suelen rehuir de ella. – Dijo tranquilamente para aliviar un poco la atención, pero yo ignoré el comentario y me encaminé dirección a la puerta en silencio. – Antes de irte, dime tu nombre al menos, nunca te había visto antes. – Soltó cogiéndome del brazo antes de cruzar el umbral de la puerta.

- Si me vuelves a ver, puedes llamarme Mel. – Giré un poco la cabeza para poder verle y me solté de su agarre para perderme por los pasillos.

Tengo un secreto. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora