Capítulo 2

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Nunca le había hablado a alguien que no fuese Fran, si no era necesario, pero en ese caso no sé lo que me impulso a contestarle. Me perdí entre los pasillos de la nueva escuela; no miraba hacia delante, pero mantuve la vista a una distancia en la que mi rostro no se mostrara y pudiese andar perfectamente sin riesgo a chocar con alguien.

Cuando llegué a mi taquilla marqué el número que me habían asignado, abrí la puerta y metí los libros que no usaría en ese momento; cuando fui a cerrarla noté que una mano aguantaba la puerta por encima, impidiendo que la cerrase. En seguida sabía quién era.

- Fran, te dije que no quería que me vieses en el instituto. - Dije con tono enfadado, pero en voz baja.

- Ya lo sé enana, pero quería saber que todo te iba bien por ahora, déjame preocuparme un poco aún que sea. - Me miró de reojo y se fue.

Me dirigí a mi clase, esperando que nadie hubiese visto esa escena anterior con Fran por los pasillos; él era una persona bastante popular en el instituto, pero yo no quería ser nada de eso, solamente quería pasar desapercibida y acabar el curso tranquilamente.

Cuando entré en la clase, la observé durante un momento, visualizando a todos los que serían mis compañeros al menos por esos dos próximos años. Aunque no mantuviese ninguna relación apenas con ellos, siempre me gustó imaginar cómo se verían de amigos. Me senté en un hueco libre que había al final y pensé que era perfecto, que así podría estar tranquila.

En el primer momento que llegó la profesora, todo el mundo volvió a su lugar, pero aún se escuchaba alguna que otra charla. La clase comenzó y por un momento pensé que me había librado de la presentación, pero cuando fue a pasar la lista de asistencias, descubrió un nombre que no le sonaba.

- ¿Quién es Melinda Perret? - Preguntó con curiosidad.

- Soy yo. - Levanté la mano y en ese instante todos mis compañeros se giraron hacia mí.

- Pues Melinda, venga usted a presentarse aquí delante para que todos te conozcamos. -

- De acuerdo. - Me levanté de mi sitio y sentí como todas las miradas me perseguían a lo largo del camino. No pude evitar agobiarme un poco. - Hola a todos, soy Melinda y soy vuestra nueva compañera de clase. Un placer. - Dije mientras me bajaba casi corriendo del escenario donde estaba la mesa de la profesora.

La clase pasó lenta, o más bien yo me metí en mis pensamientos y eso hizo que me pareciese eterna. Al salir, la profesora me llamó para preguntarme unos cuantos datos.

- Oye Melinda, me he dado cuenta de que eres bastante tímida, por eso de tus gestos y tu modo de actuar. - Dijo con curiosidad.

- Bueno, si profesora. No suelo hablar con nadie a no ser que sea necesario. -

- Bueno, intentaré cambiar eso en mi clase. Aquí hacemos muchas exposiciones y la gran mayoría son en grupo; te lo digo para que te vayas haciendo a la idea y no te agobies en el momento. Mucha suerte para este curso; ser nueva nunca es fácil. Y, de verdad, te recomiendo que te relaciones un poco. - Comentó para que me sintiera un poco más cómoda.

- Muchas gracias. - Dije y salí de clase, para dirigirme de nuevo a mi taquilla.

Cuando llegué a mi destino, solté todo lo de la clase que acababa de terminar para ir un poco más libre de peso. A medida que iba caminando hacia el otra aula, pude ir escuchando los temas de conversación que suelen tener los adolescentes. Me sorprendió o más bien dicho, me decepcionó que los chicos y chicas de mi edad solo hablen de ropa, maquillaje, deporte, fiestas y salidas; ¿qué pasó con los temas normales?

Al llegar a las otras dos clases que me tocaba antes de la hora de descanso, pasó la misma rutina, pero ésta vez el profesorado no se paró a hablar conmigo. Es cierto eso de "En todos los institutos siempre hay maestros que son unos malajes." Cuando el timbre sonó llegaba la hora de ir a comer, pero a mí se me quitó nada más de pensar que haría.

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⏰ Última actualización: Aug 30, 2018 ⏰

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