Mi nombre es Andrea Prieto, estudié en una Institución pública del distrito de Barranquilla. Me gradué el año pasado. Este año comenzaré a estudiar en la Universidad Libre. A los 13 años me decidí por ser abogada, mi pasión es defender a las personas. Logré entrar sin problemas y estaba lista para comenzar mi carrera y enfrentarme al reto que suponía la Universidad, por lo menos cuento con un compañero de bachillerato, Negrette, así que aunque estoy hecha un manojo de nervios por todo lo nuevo, el respaldo me hace sentir segura.
En este momento estoy en una montaña rusa, ni siquiera puedo decidirme sobre cómo sentirme respecto al día donde mi vida universitaria iba a comenzar. Después de escuchar todos los consejos de familiares y amigos, he escuchado tantas cosas que me lanzan a la incertidumbre, las opiniones son totalmente diferentes.
Aunque mañana tengo que despertarme temprano, no consigo dormirme. Son las diez de la noche y le escribo a mi novio Jhon. Me quedo viendo el chat por 10 minutos. No responde. Apago la pantalla del celular y me tumbo en la cama, fingiendo que duermo. Viendo cómo la oscuridad de mis párpados poco a poco apaga mis pensamientos.
Estoy en la puerta de la Universidad esperando a mi compañero, voy una hora tarde pero no quiero entrar sin él. Todos se fijan en la chica que está desorientada, en la primípara. No dejo de escuchar risas. Siento el peso de sus miradas. No sé si han pasado dos horas o dos minutos, pero Negrette no ha llegado.
El flujo de estudiantes no se detiene y tampoco las miradas. Reviso el teléfono, han pasado tres horas. Cuando levanto la mirada, veo a Negrette saliendo de la Universidad y riéndose de mí. Siento cómo el mundo se me va abajo y escucho que mi celular comienza a sonar, es el canto de un gallo ronco. De repente despierto. Era una pesadilla.
Son las seis de la mañana y los rayos del sol que penetraban la habitación me encandilan al abrir los ojos. Busco el celular en medio de la efímera ceguera. El tono de alarma era el gallo ronco de mis pesadillas, es el único sonido capaz de despertarme de la profundidad de mi inconsciente. Lo hago callar y me siento en el borde de la cama. Volví a encender la pantalla de mi celular. John me había contestado el mensaje que le dejé, pasé el mal trago de la pesadilla con un largo mensaje positivo sobre mi primer día en la Universidad.
El primer día. Igual que en mi sueño, espero a Negrette, en el supermercado al lado de la Universidad, llevo aquí desde las ocho. Por un momento llegué a pensar que no llegaría. Apareció a las y cuarenta, el muy descarado se ríe de "mi cara de seria" y me da un abrazo, estaba un poco molesta pero ya íbamos tarde para la inducción y nos apuramos en llegar.
Una vez llegamos al auditorio de la universidad, encontramos asiento en una fila vacía y nos dispusimos a prestar atención. Me doy cuenta que Negrette está llamando a una chica para que se siente con nosotros... ¿Acaso la conoce?
—Hola, soy Juan Carlos y ella es Andrea, ¿cómo te llamas? -dijo mi amigo presentándonos
—Daniella, mucho gusto. -le respondió tendiendo su mano, con una sonrisa y su mirada fijada en mí- Emmmm... ¿De qué grupo son?
—Somos del grupo C -dijimos Negrette y yo al unisono- ¿Y tú?
—¡Estamos en el mismo grupo! Espero que seamos amigos.
—¡Por supuesto! -le dije, fijando mi mirada en sus ojos llenos de felicidad, admito que me contagió sus buenas vibras, haciéndome sonreír. Todas mis preocupaciones se habían esfumado..*
Al salir del auditorio había hecho una nueva amiga. No tengo nada en contra de Negrette, pero es mejor comenzar la Universidad sabiendo que no pasaré todo el año con alguien tan insensible.
Nos despedimos de él y pasamos un rato en el supermercado. Daniella y yo duramos 10 minutos buscando algo para comer, no teníamos muchas cosas en común respecto a snaks. Finalmente nos decidimos por unos platanitos verdes de Natuchips y nos sentamos a hablar durante un tiempo. Me agradó mucho más de lo que pensé.
Al salir del supermercado me quedé pensando en lo rápido que habían sido las cosas. Ahora tenía dos amigos en la Universidad.
—Andrea, ¿te sirve el Transmetro? -me preguntó espontáneamente al salir del supermercado.
—No lo sé, creo que cogeré una buseta. -decidí mientras intentaba recordar qué ruta me servía
—Por favor, ven conmigo. Me aburro sola -insistió Daniella
—Está bien, pero es tu culpa si me pierdo -dije riéndome, ella sonrió levemente.Durante el viaje en el Transmetro nos conocimos más y nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas en común, entre todas las cosas la más similar fueron nuestros gustos musicales. Vaya que me intrigaba, después de todo.
Me pregunté si este era el comienzo de algo especial.