Bianca Mattu había pasado la mayor parte de su vida con una máscara, intentando ocultar su fragilidad... su alma rota. Diciéndose a sí misma —intentando creérselo— que lo había superado —estaba convencida de que, aquello, era la lección más valiosa que tendría nunca: los monstruos existen y pueden estar en cualquier lado—, se decía que no le afectaba más eso que le había pasado... lo que le habían hecho... pero la realidad era que lo pensaba todo el tiempo.
A veces se sorprendía, entre sus actividades, ansiosa —furiosa— apretando los dientes y moviendo frenéticamente la rodilla, subiéndola y bajándola con una flexión de tobillo, tan sólo pensando... Pensando en lo que hubiese sido, en lo que pudo haber hecho o dicho, en «ése» momento —¡en todos esos momentos!—. Era tanta la frustración que, algunas veces, deseaba volver atrás, pero no el tiempo, sólo su mente, y así proteger a la niña inocente que había sido abusada de tantas maneras y tantas veces, por esas... abominaciones que hacían llamar «personas». Luego, sin poder evitarlo —ella realmente quería evitarlo: ellos, todos ellos, no merecían sus lágrimas— lloraba de manera larga, quedándose, muchas veces, dormida entre sollozos.
Sin embargo, a la mañana siguiente —horas luego— despertaba con mente despejada, tranquila..., lista para ponerse nuevamente su máscara —ésa que ella consideraba su verdadero rostro— hecha a base de sarcasmo, con costuras de humor negro ante las desgracias de la vida y rematada con una indolencia generada puramente del realismo: los monstruos existían.
Ésa era ella: la fuerza obtenida del sufrimiento y de la soledad... La «perra» autoritaria que había logrado ser la editora más joven en una de las editoriales más grandes del país, la «bruja» sin compasión ni amigos a la que los empleados —y muchas, muchísimas personas más— no lograban sostener la mirada en aquellos ojos negrísimos. Y eso estaba bien, creía Bianca: si pensaban que el monstruo era ella, no querrían nunca más lastimarla y, si lo intentaban, ella los dañaría grave e irreparablemente, primero.
También ella era un monstruo, lo sabía... O, al menos, eso creía ella.
Lo que Bianca aún no entendía es que, tal vez, ella no está del todo perdida.
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¿Alguien quería leer sobre Bianca Mattu? Yo amo escribir sobre ella.
¡IMPORTANTE!: Cuando se habla de "ellos", en la sinopsis, no se refiere únicamente a dos personas. ¿Alguien sabe quién es la primera persona (UNA) que la dañó siempre?
¡MÁS importante aún!: Los SPOILERS están estrictamente prohibidos. Tanto solicitarlos como decirlos.
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Máscaras ©
Spiritual¿Todos merecemos una segunda oportunidad? SINOPSIS dentro. Secuela de Ambrosía. __________ Obra registrada en INDAUTOR.