CAPITULO 3

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Issy wayland llegando tarde. Si bien no era algo nuevo, siempre pasaba y todos estaban acostumbrados a ello.

Issy entro a aquella cafetería, buscando rápidamente con la mirada a Sofía, pero no había nadie ahí, solo unas cuantas pocas personas sentadas entretenidas en sus asuntos, a issy le extrañó, en serio? Si prima atrasada? Ella siempre llegaba puntual, eso en verdad le extrañó. Sin embargo pensó que solo pudo haber pasado por algo a su departamento, no quedaba tan lejos de ahí, en realidad quedaba de pasada así que solo levantó los hombros y camino con paso determinado a una mesa que se encontraba justamente enfrente del enorme ventanal que tenía el establecimiento, tomo una silla y la alejo para poder sentarse, se quitó su chaqueta de cuero y la dejo en el respaldo de la silla, tenía puestos los auriculares escuchando música mientras veía por la ventana.

-Maldición –decía mientras comenzaba a frotar sus manos, justamente ese día estaba haciendo mucho frío, en cualquier momento podría nevar.

El sol estaba puesto en su punto máximo y aun sentía un frío que le helaba los huesos. Claro que con la calefacción de ese lugar talvez en poco tiempo se le quitaría, pero aun así justamente ese día sentía más frío que ningún otro, y es que no solo se trababa de ese frío, ese día era como si su corazón no sintiera ningún tipo de calor, pero se reconfortaba al pensar que la  tenía ella, a Sofía y eso le bastaba, claro que le bastaba.

-¡buenos días señorita! ¿Puedo tomar su orden? –decía la mesera de aquel establecimiento, se veía bastante joven, como si fuera universitaria, probablemente igual que ella.

-¡oh!, estoy esperando a alguien, tal vez en unos minutos más gracias – Issy le dirigió una mirada rápida cuando la joven había hablado, cuando ella contesto solo se limitó a mirar por aquel enorme ventanal respondiendo vagamente.

Después de aquella intromisión de la mesera, Issy comenzó a jugar con un anillo que tenía en la mano, su padre se lo dio cuando cumplió los 15, también poseía un collar en el cuello que fue regalo de su madre, claro cuando estaba viva, constaba de una luna con pequeños y finos detalles, una piedra por aquí y por allá, y extrañas formas. Su madre le veía el arte a todo. Así era ella…

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Sofía llevaba tiempo buscando donde estacionarse, y es que ella ya sabía que en la cafetería no habría espacio, siempre tenía esa mala suerte. Así que decidió dejarlo en un estacionamiento de un centro comercial que está a solo una o dos cuadras de distancia, pero claro estaba que el destino no se la dejaría fácil, ni siquiera ese día.

-¡por fin! –dijo Sofía feliz porque había encontrado un lugar donde estacionarse, no dudo ni un segundo tomo ese lugar.

Se estaciono y apago el auto, tomo su bolso mientras abría la puerta del auto y comenzaba salir. Salió del auto y le puso seguro. Se escuchó ese típico pitido.

Sofía comenzó a caminar mientras leía sus mensajes, todos eran cosas sin importancia, asuntos que atender, tareas por hacer, salidas programadas, etc., etc. Ni siquiera se había dado cuenta que ya había salido del estacionamiento, pero inmediatamente comenzó a sentir ese frío que te helaba hasta el alma, guardo su celular en un bolsillo de aquel abrigo y comenzó a caminar a la cafetería. Por un momento maldijo para sus adentros, estaba helado! Si hubiera llegado tan solo unos minutos a su casa, de seguro issy estaba muerta de frío y de coña que la dejaría subirse a su motocicleta con ese frío, pescaría un resfriado. De una u otra forma la convenceria de que se fuera con ella aunque sea por ese día.

Cuando solo faltaba una cuadra para llegar a la cafetería, se topó con que tendría que atravesar un terreno desolado, no había nadie a su alrededor, parecía como si de un momento a otro todas las personas se hubieran extinguido, solo se escuchaba el sonido de sus tacones bajos al tocar el pavimento, y el ruido de aves, o tal vez ¿cuervos?.

EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora