Capítulo uno

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Vista de Gonza:

Era un día muy frío, ese fue el primer tema por el cual me empezé a preocupar aquella vez; pensaba en faltar al instituto, pero sería mi primer día en la secundaria así que me costaría mucho acostumbrarme a ella si no iba el primer día, así que no tuve opción alguna y fui.

Antes de irme, no pude resistirme y coloqué a mi pequeña y bonita muñeca Carlota en mi mochila.

*8:27 am*

- pffff - me dije a mí mismo - no llego tarde de puro taquito.

Al entrar al salón no faltaban mis viejos compañeros, revisando mi mochila para ver si encontraban algo nuevo con el cual molestarme.

Se llevaron mi mochila, no se ni donde ni para que se la llevaron, pero lo hicieron; necesitaba fuertemente saber que querían con ella, pero tenía muy claro que si iba por ella me iban a golpear, como casi todos los días hacían en la primaria.

Un rato después, vino Martín, el número uno en la lista de las personas que me odiaban.

- que linda mochila - dijo "Tincho" - me gusta mucho, pero lo que más me gusta es esto - me dijo, mostrandome a mi pequeña Carlota.

En ese momento, empecé a sentir miedo por lo que podían llegar a hacer con ella.

El chico me miraba raro, como tratando de aguantar una risa que no tardó en salir disparada por todos lados. Cuando terminó de reirse de mi muñeca puso una cara seria y salió corriendo, mucho antes de que pueda agarrar a la pequeña.

Yo temí demaciado por ella, y comencé a perseguirlo, ignorando por completo que podía venir con sus amigos y dejarme inconciente en el piso, no siendo la primera vez que lo haría.

Pude alcanzarlo, y en ese momento estabamos solos en el baño. Supe que sentía mi miedo.

Nos miramos fijamente, él estaba agarrando a mi pequeña Carlota con una mano, y con la otra sujetaba la puerta de uno de los cinco baños que había en mi escuela.

- hey, ¿sabés?, los varones no juegan con esto - me dijo Martín, con una cara rara, muy rara, como si le dara asco agarrar a mi pequeña amiga.

- no, no todos los varones son así - le respondí - talves a vos no te gusten, pero a mí...

No me dejó terminar, cuando me dí cuenta ya había arrojado a Carlota por el retrete, y estaba por tirar la cadena.

Yo enloquecí y lo empujé para que no lo haga, pero justo en ese momento llegaron sus amigos y me sacaron del baño, así, terminaron golpeandome.

Al rato, tuvimos que asistir a la clase de la profesora Mónaco, ella es una de las pocas personas que desea hablar y jugar conmigo, de vez en cuando.

Al llegar, estaba mi amiga Ludmila esperandome, ella es mi mejor amiga en el mundo y, siempre viene a mi casa, yo juego con Carlota y ella con los autitos que me compran mis tíos. A mi familia les gusta mucho que venga a casa, dicen que ya es hora que tenga novia, aunque yo no la veo como una novia.

Cuando entré, la profesora me miró como con curiosidad de... de dios sabe que, pero no me dijo nada, ni a mí ni a los chicos.

Las clases no fueron completamente como las esperaba, los nuevos se presentaron y contaron algo de su vida.

Hay cinco chicos nuevos en total: Ramira, una chica que me parecía muy amigable y que podríamos llegar a ser amigos, Leandro, el hijo de la profesora Cervera de ciencias naturales, María Victoria, una chica muy charlatana y gritona que no me parecía nada agradable, Andrés, el hermano de un amigo de Martín, Sebastián, un chico que me parecía muy amigable y en laz dos horas que estaba en el colegio ya había hecho dos amigos y otro Gonzalo, es muy raro, todos los chicos cuando escucharon su nombre comenzaron a reir, ya que tiene mi mismo nombre y él también es raro, como yo.

En el recreo, con Ludmi decidimos ir a hablarle a Gonzalo, ya que a ella le pareció raro también.

Cuando llegamos con el único chico que había en la última mesa del bufet, sentí una mano grande en mi hombro; era la profesora Mónaco, que no explicaba bien pero sí parecía darse cuenta de las cosas que les ocurrían a sus alumnos.

- Hey, gonza - dijo la mujer - creo que tenemos que hablar de algo, ¿No lo crees? -

- Emmm, no lo sé, profesora - le dije, sabiendo muy bien de que quería hablar - ¿Acaso hablé demaciado con mi compañera el día de hoy? -

Con una pequeña risa, la señora contesta - No, no es eso, pequeño, es que... -

- Disculpe, profesora - la interrumpió Ludmila, sabiendo muy bien que no me gusta hablar de mis problemas con adultos, menos con profesores - faltan quince minutos para que se termine el recreo y... ya sabe... hay demaciados colones en la fila del kiosko y no vamos a llegar a comprar nada, sabrá disculpar - la chica tomó mi mano y me llevó corriendo a un rincón cerca del kiosko.

- Hey - me dijo mi amiga - en el próximo recreo le hablamos, nada le va a pasar hasta entonces, ¿no? -

Al terminar esa frase, ella me dió un billete, diciendo lo siguiente:

- me tengo que ir al baño, que opinas si comprás un gran sándwich y cuando vuelvo lo comemos, ¿eeh? -

Cuando volvió yo la estaba esperando en la mesa de enfrente a la cual anteriormente se sentaba el solitario gonza, con un sándwich de treinta centímentros, con jamón y queso, lechuga y tomate.

Al terminarlo nos quedamos hablando sobre cómo podía salir solamente cuarenta pesos un gran y riquísimo sandwich como aquel, a lo que sin darnos cuenta se cumplió el tiempo de recreo y tuvimos que ir directo a nuestras aulas.

Estabamos a punto de llegar a nuestro salón cuando de la nada veo al solitario gonza charlando con el director en el medio del pasillo, el señor Suárez no parecía estar contento con su charla.

Por tratar de decifrar de qué hablaban, casi me choqué a María Victoria, la cual estaba tratando de decifrar la charla también.

- Uuuuyy, perdoname - me dijo la chica - ¿Estás bien?

- No pasa nada, fui yo el descuidado - le respondí - y sí, estoy en una pieza todavía, ¿No?

La chica largó una carcajada bastante rara y me dijo:

- ¿Sabés de que hablan?

- No tengo ni idea - le respondí - ¿Vos?, ¿Sabes algo?

- Sí - dijo la muchacha - el chico estaba peleando con otro chico, uno rubio, le había dicho de todo menos lindo.

- El otro chico se llama Tincho - le respondí, sin dudar sobre quien era - no te preocupes, no creo que sea nada personal con este tal Gonzalo, él se lleva mal con todos, absolutamente todos -

- Bueno, ya es hora de entrar, ¿No? - me dijo.

Al entrar, Ludmila me esperaba ansiosa por querer saber que pasaba, pero ella no era la única, sino que la gran mayoría de mis compañeros se preguntaban entre sí qué había ocurrido con el chico nuevo.

Quise saber que opinaba Tincho de esto, así que lo empezé a buscar con la mirada.

- Creo que Martín tiene algo que ver - me dijo ludmi, mientras yo miraba para todos lados - siempre tiene algo que ver, más con los nuevos, no sé que le pasa por la cabeza -

- Heyyy... - la interrumpí - ¿no está? - le pregunté.

Ludmila me lo confirmó.

Me empecé a preocupar un poco, pero no tanto como para seguir preguntando al respecto.

Uno o dos minutos después, entró el chico solitario, se acercó a mi banco con una bolsa blanca mojada y me dijo:

- ¿Esto es tuyo? -

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⏰ Última actualización: Jul 01, 2018 ⏰

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el plan de dios★el pequeño GonzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora