La Mejor Defensa

1.8K 168 20
                                    

Yuuri despertó con algo de sueño pero tenía mucha energía como para regresar a dormir. ¿Qué había pasado?

¡Noa! ¿Dónde estaba su hija?

Se levantó y miró alrededor. Era la oficina de Viktor. Lo reconocía por aquella vez que Viktor le prestó una camisa después de haber consumido esa horrible cosa que la bruja le hizo tomar.

Dio una vuelta al cuarto, pero al no ver nada de ayuda o que le diera alguna idea sobre la mente de Viktor, salió del cuarto.

Se topó con Sara que le dijo que su hija se encontraba en Neo con Viktor, fue corriendo a aquella área y llamó a la puerta. Una enfermera a quién él no reconocía, lo atendio. -Disculpe, estoy buscando al Dr. Nikiforov. Él tiene a mi hija. ¿Está aquí?-

-Ah si, Sr. Katsuki, el Dr. Nikiforov lo está esperando.- Le respondió ella, -Espere aquí, ya sale.-

Su corazón palpitaba con fuerza aunque consientemente supiera que no había razón por la cual preocuparse. Sus manos transpiraban y tenía un nudo en la garganta.

Viktor salió al poco rato.

Él andaba felizmente cargando a Noa quien reía hermosamente en sus brazos, ambos tenían sus boquitas de corazon a plena vista y era una visión tan perfecta... -¡Yuuri!- saludó el alfa.

Viktor andaba inusualmente contento y Noa en sus brazos andaba contagiada de su humor porque no dejaba de balbucear. -¿Cómo descansaste? ¿Ya te sientes bien? Estoy por irme a casa, si quieres puedo dejarte en tu casa.-

Yuuri no sabia ni qué decir. Viktor estaba tan entusiasmado que Yuuri sentía que era un huracán de acción, de emociones y sus palabras se atoraban en su boca. Con una mirada, como aquella que le daba cuando eran jóvenes donde lo miraba con tanta seguridad, tanta transparencia y tanta expectativa que Yuuri no podía sino decir que si.

Así terminó Yuuri en el carro de Viktor con Noa en sus brazos, música suave provocándole sueño a la pequeña Noa y ambos disfrutando de la compañía del otro hablando de pequeñas cosas.

-...Y pensé,- relató Viktor, -Noa se vería hermosa con un kimono para bebés, ¿no crees?-

-Está muy chiquita para un kimono, Viktor, pero no le quito que suena hermoso.- Yuuri ya se imaginaba todas las posibles combinaciones de ropa para su bebita. Tristemente no había dinero para tales lujos y su hija usaría lo que le comprase aunque sea de segunda.

Era bonito hablar de nuevo con Viktor, escucharlo emocionarse y proponer ideas extrañas para que Yuuri se ría. Su pecho se le cerraba ante pensar en como Viktor pensaba en su cachorrita así sea de casualidad, cosas que le gustaría comprarle, lo que le podría servir a Yuuri para cuidar de ella, y cosas como esas, Yuuri andaba cada cierto rato teniendo que decirle que no lo compre.

Parecían una familia de verdad.

El viaje parecía muy corto. Lleno de risa, divertidas anécdotas, malos chistes y de Viktor lentamente consiguiendo que Yuuri le prometa salidas para varias cosas casi sin que éste se de cuenta de ello.

-Te juro, sabían casi tan bien como los udon de tu mamá.- Viktor vehemente defendía.

Yuuri se mofó de aquella insinuación, -Los udon de mi mamá eran una receta casera. Aunque tuvieran la receta, nadie tiene el mismo sazón que mi mamá.-

Viktor lo miró dudoso, -Tendremos que ir a comprobarlo entonces, pero no te pongas terco. Si se parece al de tu mamá tienes que admitirlo, sino no hay gracia de irlo a probar.-

-Claro que diré si son iguales o no- Yuuri insistió, -No soy tan terco. Puedo aceptar que hay comidas con sazones similares a los de mi mamá.-

-Bien. Entonces no vale tratar de safarse de nuestra salidas, ¿entiendido?- Viktor presionó con una sonrisa mofa.

Sin Razón, ni RimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora