Capítulo 1

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Cansado y vacío en la esquina de su solitaria habitación, esperaba que la oscuridad pudiera devorarlo por completo.

No hace más de una década que sus pensamientos decaían, encontrándose más de una vez con el sentimiento de estar en la cima de un edificio aguardando la caída libre. No era como si fueran a extrañarlo de todas formas, él había decidido existir más muerto que vivo. Ser un soplo en el viento que nadie recordaría al día siguiente.

Entre sus manos sostuvo la taza humeante, sin ganas de beber el contenido amargo, pero haciéndolo de todas formas debido a las bajas temperaturas del invierno. No prendió la lámpara, se dedicaba a ver el paisaje del anochecer a través de su ventana. Las luces prendiéndose a la lejanía en medio de las pequeñas chispas golpeando contra el cristal lo mantenían meditabundo.

El pequeño departamento en el cual vivía era una hormiga en comparación a los colosos de concreto que predominaban en toda ciudad grande, pero debido al lugar en el que se encontraba, podía tener una vista decente. A veces, él prefería quemar tiempo de esa manera que de otras poco convencionales.

Esa era una de esas ocasiones en las cuales prefería estar solo, no obstante, el recuerdo de la poca comida en la alacena lo obligaban a terminar su bebida y abrigarse para realizar las compras diarias. Esperó con el fin de que la lluvia se detuviera, pero parecía caer un diluvio sin fin y aunque buscó una excusa para no salir ese día, un cartón de leche a la mitad y unas pocas fundas de comida chatarra no eran lo ideal.

Salió, a unas calles había un supermercado en el cual compraría las provisiones de la semana. No demoró mucho, porque había pocas personas y eligiendo unas cuantas cosas que creyó necesarias solo se acercó a pagar con efectivo y marcharse cuanto antes. Para su fortuna, la lluvia estaba comenzando a ceder.

Se hundió en el borde de su chaqueta una de sus manos en los bolsillos. Las personas transitaban de un lado a otro con sus paraguas y trajes, aquellos que hubiera pasado por alto de no ser por el repentino golpe que dio un desconocido contra su hombro, haciéndolo caer. La baldosa frente al edificio iluminado de luces doradas le parecía una idea estúpida y quería saber que clase de idiota no sabía mirar por dónde iba.

Sintió sus pantalones pegarse a la piel debido al agua y sus manos con restos de piedritas que se hallaban en el suelo. La bolsa que llevaba tenía la mitad de las cosas en su lugar, el resto yacía disperso. Se levantó, dispuesto a recoger sus compras con ayuda de un hombre que se había tomado la molestia de extenderle un par de objetos.

―¿Vas a ayudar a todos los mocosos que se caigan en el camino? Si es así, pudiste habérmelo dicho para marcharme cuanto antes ―dijo una voz fría.

―Podrías ser más amable, después de todo, por ti el muchacho cayó ―respondió el hombre frente a él, extendiendo una botella de jugo que por suerte no se había roto.

―Seguramente él no miraba por dónde iba.

Frunció el ceño por dos razones: la actitud que tenía el imbécil por el cual se encontraba empapado en pleno invierno, y que ambos hablaban como si no estuviera presente.

―Yo miraba por dónde iba, eres tú quien me golpeó mientras caminaba ―dijo fastidiado. Se enfocó entonces con mayor atención en el par de hombres que estaban presentes. Quien lo había ayudado parecía estar más que acostumbrado a la actitud de su colega. El otro, por encima de todas las cualidades que logró resaltar tenía unos brillantes ojos como rubíes.

No se tomó la molestia de responder, se había aproximado a un auto que parecía estar esperando por ellos. El hombre que lo había ayudado suspiró, dándose por vencido en cambiar la actitud de su acompañante.

Oscuros [ZedxKayn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora