Miguel había estado esperando sentir la energía de Lilith por toda la mañana. Tenía el mal presentimiento de que aquella demonio lo había engañado y aparecería para hacer el trabajo mucho antes.
Una parte de èl esperaba que así fuera para poder demostrar que todos los demonios son igual de traicioneros.
Durante una semana había estado saliendo de su hogar para venir a la tierra. Para encontrarla. Para sentirla. No había podido dejar de pensar en ella. Y se convenció que una vez que la viera serie suficiente, que calmaría esta obsesión injustificada y ridícula por ella.
Pero cuando por fin la sintió. Su corazón se había acelerado como si le hubiesen inyectado adrenalina y su entusiasmo había sido devastador. Y cuando la vio, su energía se había revuelto inquieta, casi eufórica. Y la urgencia por tomarla bajo sus alas y llevarla a su hogar, donde estuviese siempre a su vista había sido abrumadora. De alguna manera resistió la tentación y luchó contra sus instintos.
Se había acercado sigiloso. Pero ella no lo había detectado, demasiado concentrada en algo para verlo. Su cabello se balanceaba en ondas por el viento y su piel se veía tan blanca y pura, como la porcelana. Se había preguntado si sería tan suave como lo aparentaba.
Y cuando le hablo, el sonido de su voz le envió una oleada de éxtasis por su cuerpo. Como una droga. Y no había podido resistirse a su invitación. La demonio era lista y su mirada astuta lo hacia interesarse aun mas.
Pero lo que mas lo desconcertó había sido aquel sentimiento cuando descubrió por lo que ella estaba tan interesada. Aquel demonio.
Y él había sentido el picor y rabia de los celos. Y se había golpeado mentalmente por no controlarse. Celos. ¿Que le ocurría? La había visto solo dos veces.
Él sabía que sus guerreros comenzaban a hablar. De sus escapadas a la tierra y la mirada perdida que tenía cuando pensaba en la demonio. Y sabía que esta mal. Muy mal todo aquello. Que no debería estar haciendo esto. Él, más que cualquier otro. Tenía una reputación.
"¿Porque no simplemente la matas?"
La sola idea de ver esa luz de vida abandonar sus ojos por sus propias manos le hacían apretar los dientes y que su pecho doliera, como si estuvieran apuñalando desde adentro.
Pero era su deber observar y eliminar cualquier amenaza, por lo que estaba obligado a seguirla. Obligación. Gruño, qué palabra más correcta. Todo esto no era más que una obligación se dijo.
~°~
Miguel la espero y espero, hasta que la hora de verse finalmente llegó. Y se sentía extrañamente emocionado y ansioso. El saber que ella no lo había engañado después de todo aumentaba su fascinación.
La sintió a unas calles de donde estaba y de inmediato salio volando en su dirección.
Cuando aterrizó, a unos metros, la encontró interrogando a un demonio menor. Su cuchillo estaba en la garganta del pequeño. Y el demonio temblaba incontrolablemente, soltando palabras en otro idioma. Miguel lo entendió como el idioma del infierno y al parecer Lilith estaba satisfecha con su respuesta, porque relajó la presión del cuchillo.
El demonio lo vio a él y sus ojos se abrieron con terror puro. Grito y se escondió detrás de la demonio, como si ella fuese a protegerlo. Lilith le dijo algunas palabras y el demonio corrió fuera de su vista.
Miguel levantó las cejas, intrigado
- ¿Que esperabas? - Lilith se encogió de hombros - No iba a decirle que estoy cooperando con un arcángel en una misión. - Ella bufo - Solo le dije que corriera antes de que lo destriparas.
ESTÁS LEYENDO
Infierno Celestial (libro 1.5)
ParanormalLibro 1.5 de la Trilogía El Pacto. Ella: La madre de todos los demonios y Princesa de los infiernos. Fiera y desafiante Èl: Arcángel protector de la luz, Líder de los ejércitos del cielo. Tenaz y protector. Juntos conocerán el Cielo que anhelan...