El último café.

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Todo le recordaba a ella. Habían pasado dos años, y la mente de Poché seguía inundada por recuerdos de Calle, de su memoria. Sus besos, sus caricias, sus risas y murmullos seguían adheridos a ella. Le parecía irreal que no estuviera más en su vida, le dolía en lo más profundo de su ser. La extrañaba, pero estaba consciente de que Calle estaba en otro continente siendo feliz con una persona más sana que Poché. Y en realidad, ¿quién querría estar con alguien como ella? Era todo lo que la de cabello azul pensaba. Sí, era guapa a su manera, había bajado mucho de peso, pero conservaba las facciones finas que desde niña había tenido. Su cabello seguía siendo largo, sedoso, pero ya no tenía el aroma a fresas que Calle adoraba tanto. Aún así habían más defectos que virtudes en la vida de Poché. Era drogadicta, lo había ido controlando pero lo contrarrestaba con una botella de tequila, así que prácticamente seguía metida en el hoyo. El que Calle se fuera, sólo había empeorado su situación, su ex amante castaña era su único motor, el único motivo que la hacía sentirse viva, pero no más. Ella se había ido, la había abandonado. Ahora sólo tenía a Ramón, su ruidoso pero tierno pug.

Había bebido en la mañana, también la noche anterior y los días pasados, pero aquel día se sentía diferente. Quería un café cargado y era por ello que había decidido ir a una tienda de cafés conocida en la ciudad. Ordenó un vaso grande, la camarera le había visto con una cara de: "¿y esta desaliñada qué?". No la culpaba, Poché iba vestida en ropa holgada, con unos converse viejos que tenía y el cabello agarrado en un moño a medio hacer. No se había maquillado para nada, no le gustaba mucho hacerlo más. La mujer joven que trabajaba ahí le pidió su nombre y Poché por un momento pensó que la invitaría a salir, hasta que se dio cuenta del uso que le dio, sólo lo puso en su vaso con un marcador sharpie. La de cabello azul suspiró, pagó su orden y se decidió sentar en una de las mesas libres que había.

Sacó su ordenador y se puso a revisar correos electrónicos que eran del trabajo. Esa suerte tenía, su trabajo consistía en quedarse en casa haciendo bases de datos y un poco de marketing para ciertas empresas que pedían sus servicios. Poché era excelente en ello, se le daba mucho y por aquello tantas personas la contactaban. Si ella pidiera trabajo por su cuenta, y vieran cómo lucía, desaliñada siempre y con un aliento a ron o tequila, nadie la contrataría. Entró a la sección de no leídos buscando uno en especial, pero se encontró con algo que no se imaginaba. Algo que no había leído.

"Sé que esto es muy raro... pero estaré en la ciudad unos días. Quiero verte, Poché.— Daniela Calle. (Archivo adjunto: ubicación)"

Se quedó helada. Era ella. Revisó la fecha y concidía, algo se movió en Poché, su corazón latió con fuerza, sintió como si se le fuera a salir el corazón del pecho. Tenía tanto sin saber de esa mujer que muchas veces había pensado que estaría muerta, que no existía más y la tenía en su mente como un recuerdo irreal. Intentó calmarse pero le era imposible. Bebió de su café y sucedió algo que hacía exactamente dos años no sucedía, sonrió. Y era una sonrisa sincera, ilusionada, y por dentro se maldecía porque era patética. Seguía sintiendo cosas por Calle y no entendía por qué si debía odiarla por abandonarla, por dejar su amor. Pero es que también comprendía sus motivos, Poché se solía enfadar siempre, la solía celar y muchas de las veces, hacía problemas de la nada. Calle se había cansado.

Tomó el coraje que necesitaba y le dio en responder y comenzó a teclear. Ahora sí, necesitaba el alcohol. Lo necesitaba más que nunca, ebria no tenía miedo de nada, y no estaba completamente sobria pero no había bebido mucho en la mañana. Calle había sido su confidente y sabía absolutamente todo de su vida, cada parte de la misma, pero ahora no podía ni siquiera escribir un texto. Nada, sus dedos estaban inmóviles.

Levantó su cabeza, pensando seriamente en qué escribir, pero de pronto se dio cuenta de que no lo necesitaba más. Que no había necesidad de escribir...porque cierta castaña estaba enfrente de ella. ¿No estaba alucinando o si? Ya le había pasado anteriormente, no era como si fuese la primera vez que fantaseaba con Calle. Pero ahora le parecía más real que otras veces. Se asustó. Tragó saliva y examinó cada detalle de la mujer.

Un café más. [Calle+Poché] {one•shot}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora