Era un día especial en la mafia, un día en el cual no se trabajaba, no había misiones ni informes que rellenar. ¿El motivo? Era Navidad. Un día al año donde toda la organización hacia una cena especial, con alimentos que normalmente no se consumían, ya fuese marisco, carnes más jugosas y dulces de toda clase y tipo. Chuuya había aprendido el significado de esta fiesta gracias a Kouyou, iba a ser la primera vez que la celebrara y más en la mafia, en la cual llevaba solo unos meses. El pequeño pelirrojo, de unos diez años de edad, estaba ilusionado, quería ver qué clase de cena harían, si sería tan impresionante como le habían contado. Pero lo más importante para él era que Dazai estaría con él.
Se habían hecho amigos rápidamente, ambos eran tímidos y obstinados al principio, pero no había nadie más de su edad alrededor. Con paciencia y a base de empujones por parte de Odasaku y Kouyou, habían conseguido relacionarse y acabar siendo como uña y carne. Entrenaban juntos, iban juntos a casi todos lados. Incluso, a veces, dormían en la misma cama, aliviando las pesadillas de ambos después de los duros entrenamientos que la mafia les hacía tener.
La noche había llegado más rápido de lo esperado y, por fin, Chuuya pudo presenciar el espíritu navideño que inundaba el lugar. El gran salón, donde todos comían, estaba decorado con luces y girnaldas de colores, lo que le daba un ambiente alegre. Las mesas, alargadas, tenían manteles rojos y verdes, llenos de platos de comida que jamás había visto en la vida. Los colores y los olores lo convertían en un lugar acogedor y cálido, muy diferente a como era siempre. Impresionado por como estaba todo, busco a Dazai con la mirada, acercándose en cuanto lo vio en un rincón. Ambos, con timidez, se cogieron de la mano, esperando que los adultos tomarán asiento para poder sentarse ellos en algún sitio libre.
En un rincón, quedaron un hueco para ambos y allí se acomodaron. Se sentían un poco intimidados, pues estaban rodeados de subordinados de aspecto peligroso, cosa que asustaría a cualquier niño de esa edad, aunque ellos estaban algo acostumbrados a ese tipo de personas.
Chuuya, ayudándose de su habilidad, cogía los platos que podía, para servirse toda clase de alimentos en el plato que compartía con su amigo. Este estaba algo cortado, pues era incluso más tímido que el pelirrojo aunque podía parecer lo contrario desde fuera.
Ambos probaban aquellas delicias al paladar, descubriendo nuevos sabores y gustos, ya que todo no era muy agradable de comer, como las gambas, opinaba Chuuya. Este hubiera seguido comiendo pero notó un tímio agarre en su chaqueta, lo que le hizo detenerse y mirar fijamente al moreno. A lo mejor se sentía mal o algo, puesto que este miraba al suelo y parecía que le costaba decir lo que estaba pensando. Aún así, no lo presionó a hablar, dejaba que el chico encontrará las palabras que buscaba para poder expresarse.
-Chuuya.... Cuando terminemos, vamos a mi cuarto. Te quiero dar algo.
El pelirrojo sólo pudo sonreír por eso, con un leve rubor tiñendo sus mejillas, a la vez que asentía. Había leído que por Navidad era normal darle regalos a las personas que te importaban, por lo que se había pasado toda la mañana pensando en el regalo ideal para Dazai. Tras mucho pensar y mirar cosas en las tiendas al lado de Kouyou, se le ocurrió algo ideal. Pero también planeaba dárselo en privado, no podía hacerlo delante de toda esa gente.
Una vez que la cena daba a su fin y ya empezaban los adultos a bebe bebidas alcohólicas, los chicos se levantaron sin llamar la atención, dándose de nuevo la mano para salir en silencio de aquella gran sala. Al contrario que el salón, los pasillos no estaban adornados y estos eran fríos y sombríos. Pero ambos conocían el camino de memoria, tanto que, incluso a oscuras, serían capaz de recorrerlos. En silencio y a paso rápido, llegaron a su destino: la habitación de Dazai.
Está era pequeña y ordenada, con vendas en las estanterías, limpias, esperando a ser usadas. También tenía algún libro y cuaderno para escribir, aunque este estaba en blanco, con algún garabato que había hecho alguna vez. Lo que más podía llamar la atención es que, a pesar de ser ambos niños, no había ningún juguete en aquel cuarto. Ni peluches, ni coches, ni cuentos....nada. Cuando querían jugar cogían una pelota de la sala de entrenamiento, puesto que no tenían permitido apenas divertirse, pero a escondidas lo hacían. O se imaginaban como serían si no vivieran en la mafia. Les gustaba soñar despiertos, con una vida mejor, una familia que los quisiera, poder asistir al colegio... Cosas normales que hacían los niños de su edad.
Esa ocasión sería especial, pues Dazai tenía un regalo para Chuuya. Quería demostrarle lo que con palabras no podía decir, que era su mejor amigo y que lo quería como tal. Por ello, en cuanto ambos estuvieron en el cuarto, con timidez fue al armario, abriendo este y sacando algo casi de su tamaño. Era un oso de peluche, con un lazo rojo atado al cuello. El pequeño pelirrojo sólo podía observar con curiosidad e ilusion aquello, puesto que nunca había visto un peluche de tal tamaño.
En cuanto el contrario se lo dio, sus mejillas se tiñeron de rojo, cogiéndolo con suavidad. Una pequeña risa se escapó de los labios de Dazai, puesto que no veía a Chuuya, el peluche era de su medida. Este, en cambio, abrazaba con fuerza aquel regalo, sintiendo la suavidad de este y el calor que le brindaba.
-Gracias.
Susurró, volviendo a darle un abrazo al peluche antes de soltarlo en su cama. Era su turno de darle un regalo, por lo que, se acercó al chico, pasando sus brazos por su cuello para fundirse con Dazai en un abrazo, que fue correspondido con algo de torpeza por este. Dio un suspiro antes de alzar la mirada, cerrando sus ojos para rozar sus labios con los del moreno, en un pequeño beso inocente, un roce dado de forma inexperta.
-Feliz Navidad Dazai, te quiero.
Chuuya había visto que los adultos se demostraban así su afecto y él quería a Dazai, era su mejor amigo, alguien importante para él. ¿Que mejor forma de demostrarlo de esa manera? El beso había sido completamente inocente, un roce torpe entre ambos. Dazai estaba sorprendido por ello, pero había entendido sus sentimientos de amistad, por lo que sonrió y lo abrazó de nuevo, con sus mejillas sonrojadas como las contrarias.
-Y yo a ti Chuuya.
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Ɲανι∂α∂
FanfictionLa primera Navidad de Chuuya y Dazai. AU soukoku child. Me he enterado que es la semana de Chuuya x Happiness, dejo esta pequeña contribución a mi pequeño elirrojo favorito💙