19 de agosto: 2039

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Al mirar por la ventana solo puedo distinguir miedo y pánico en las pocas personas que quedan con vida. Hoy por fin me he despertado con el valor suficiente para hacerlo, sé que cuando le confiese a David lo que voy a hacer no me lo perdonará jamás, pero tiene que confiar en mí al igual que debo hacerlo yo porque sino toda mi vida se convertirá en nada y el mundo se destrozará.

Todavía no asimilo la muerte de mi madre, dios no me queda nada sin ella. Ha pasado ya una semana, pero para mí es como si acabaran de quitarme mi vida entera ahora mismo. Vinieron a por mí, David y yo éramos los únicos que sabíamos el secreto, estaba en mi cuarto y al bajar a la cocina vi el cuerpo de mi madre inerte y dios no puedo vivir con eso. Tuve que huir sino acabaría igual que ella, aunque era lo que deseaba, sabía que no sería lo adecuado ni para mí ni para el mundo.

Estoy tan sumisa en mis pensamientos, que cuando vuelvo a la realidad me encuentro en frente de la puerta de David.

Levanto el brazo y justo cuando voy a picar, la puerta se abre y aparece su figura esbelta y perfecta. No he preparado como decírselo con delicadeza, ya que no se me dan muy bien estas cosas, así que me dejo de rodeos:

-David tenemos que hablar –digo con voz firme.

Espero a que me diga algo, pero al ver que no contesta, sigo yo:

-Lo tengo claro David, tengo que hacerlo. Si antes no lo hacía era por mi madre pero ahora...ahora ya no me queda nada así que lo tengo claro. Escúchame tienes que confiar en mí, sé que podremos arreglarlo y sé que volverás a verme.

-Vero...Habrá otras soluciones...

-Sabes que no. Mi muerte no puede ser por un estúpido robot así que necesito que me mates tú. Al desaparecer de aquí tendrás que seguir una serie de instrucciones, ten.

Coge un sobre rosa pastel en el que pone todo lo necesario para que salga bien el plan.

-Estás loca Vero... Soy incapaz de matarte, no puedo...

- Por favor David, no quiero morir como mi madre por favor.

-Lo siento no puedo.

-Bésame.

Sujeta mis mejillas con delicadeza y me da un beso tan profundo que deseé que durase toda la eternidad pero por desgracia nada dura para siempre.

Al acabar ese beso tan especial y último le digo con lágrimas en mis ojos:

-Adiós David, te quiero y siempre lo haré.

-¿Qué vas a hacer Vero?- dice David con desesperación en sus ojos.

Seguidamente cojo el cuchillo de su cocina y me corto la yugular, cayendo mi cuerpo inerte en el suelo de esa casa blanca...


La Futura CatástrofeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora