Parte 1

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Nota: Antemoesa es una isla habitada por sirenas y tritones según una antigua leyenda.

El sol se asomaba tímidamente en el horizonte. Las estrellas más cercanas aún resplandecían. El agua se posaba momentáneamente sobre mis pies, el mar me invitaba a danzar otra vez.

Ignorando la brusquedad con la que las olas me acogían; me adentré lentamente a las profundidades del océano. Y cuando mis pies se elevaron de la barrosa superficie, alcé el mentón en un fallido intento de evitar que el agua salada acaricie mis labios.

Cuando estuve lo suficientemente lejos de la orilla, me sumergí observando las pequeñas burbujas que de mis fosas nasales escapaban. Me sentía perdida en un lugar que conocía demasiado bien.

Comencé a bracear y a mover mis piernas, sentía mis músculos contraerse y estirarse con cada movimiento. Me di vuelta —aún en la liquida superficie— y observé el cielo; sus colores volvían a ser reales, ya nada de rosados, celestes y naranjas. En ese momento el cielo era un aburrido espejo posado sobre el mar. Pero en él yo trazaba imaginariamente flores y estrellas, devorándose unas a otras... Luchando por ser la musa más inmortalizada por los poetas.

Una sensación que detestaba demasiado —y que para mi suerte no he vuelto a sentir—; nubló mis sentidos.

Se trataba de una fuerte atracción, tal vez un deseo dañino o una invitación a apoderarme de los labios que se deleitaban ante la canción entonada.

Una voz profunda captó por completo mi atención, oía la melodía en mi cercanía, casi como si estuviera siendo susurrada en mis oídos.


N/A:

¿Qué tal su día? ♡

Muchas gracias por leer, pronto actualizaré la/s parte/s siguiente/s ♥





La profundidad de una efímera ilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora