Coffee

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No supe en qué momento la conversación tomó tremendo giro, de estar lamentándonos sobre el complicado examen del señor Bae a un estúpido rumor que corría por el instituto.

-Se los aseguro -habló unos de mis compañeros, mirándonos con una seriedad que no ameritaba el tema-, ¿Por qué no me creen?

Se había abierto oficialmente el debate sobre si era verdad que el ir a una cafetería te convertía en homosexual, cambiaba tu orientación sexual así sin más. Un lugar donde estaban los hombres más hermosos del planeta, y que sin consideración alguna te hacían dudar hasta de tu propia existencia. Por supuesto, la mayoría de nosotros -un grupo de diez chicos que nos juntábamos usualmente- no creía en absoluto tremenda estupidez. Porque eso era, una tontería completamente.

-Eres un mentiroso, y un idiota. -dijo uno de mis amigos más cercanos, haciéndonos reír a unos cuantos mientras que Dong, quien seguramente inició la conversación, fruncía su ceño.

-¡Es la verdad!

-Oh, claro, ya me vi -dijo otro, poniéndose de pie de su banca para actuar-. Por favor, quiero un café, con mucha azúcar gay y si se puede un poco de semen ¡Y no se olvide de ponerle una porción extra de homosexualidad!

Más de uno, incluido yo, hicimos una expresión de asco al imaginarnos la bebida. Cuando Dong golpeó la butaca con su puño solo logró sacar más carcajadas, entre ellas, la mía -Ya deja de sobreactuar -habló alguien a mi derecha, y asentí, dándole la razón-. Me alegra que finalmente hayas aceptado tu homosexualidad, pero no culpes a una cafetería que acaba de abrir hace... ¿Un mes?

Al ver que nos tomábamos su afirmación como un juego, Dong tomó aire, y me preparé para escucharle -Les reto, vayan.

El silencio de pronto regreso, y es que al menos yo no esperaba aquellas palabras. Él era alguien que hablaba y hablaba defendiendo su punto de vista hasta quedarse sin argumentos, y que soltase tal desafío me tomó completamente por sorpresa. Él sonrió, divertido con nuestras reacciones, y continuó: »Vamos, demuéstrenme que me equivoque y les pagaré. Tráiganme una fotografía de ellos como prueba, solo eso.

Mi mejor amigo se carcajeó, y le mire sabiendo que había caído en las palabras de Dong -¡Acepto! -se levantó de su lugar, rodeando el círculo que habíamos hecho con las bancas, y jadeé al ver que se acercaba a mí- Shinsu y yo somos los únicos con novia en este grupo -se burló-, será pan comido.

Colocó sus manos en mis hombros, y bufé al saber que sería muy difícil salir de la situación en la que acababa de meternos -¡Shinsu y Eunji van a ir a la cafetería gay! -uno con los que menos convivía (precisamente por ser tan molesto) gritó, logrando que varias personas voltearán a ver a nuestro grupo, incluida mi novia. Gruñí, y mi amigo masajeó mis hombros para calmarme.

-Van, y piden lo que quieran -indicó nuestro retador, y le mire prestando mi mínima atención a sus palabras-, el punto es que deben tener una foto de los siete. No les será complicado ¿Verdad?

Claro que no, pensé, pues habíamos hecho tonterías así varias veces por absurdos retos -¡Considéralo hecho, y tendrás que pagarnos a ambos!- sus manos se estrecharon mientras yo miraba la unión, escuchando a nuestros amigos y compañeros haciendo un escándalo típico de ellos.







Caminaba junto a Eunji, ambos en silencio, pues le había regañado por meterme en sus tonterías sin preguntarme. Mi amigo se mostró falsamente arrepentido ante mis reclamos, pues sabía que realmente no estaba enojado, y que solo necesitaba unos minutos para calmarme. Tantos años de amistad no eran en vano.

-A la derecha -me tomó del brazo para girarme junto a él, sin dejar de avanzar hacia el destino marcado por su móvil. Solo esperaba que fuese el correcto, y que no nos perdiésemos pues no sería la primera vez que ocurría estando a su lado -, ya casi llegamos Shinsu, no te desesperes.

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