Capitulo III

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Luego de tantos días separadas, volveré a ver a Zacha, pasaré con mi padre a recogerla al colegio. Ha pasado todos estos días lejos de casa, viviendo con mis abuelos.

Después de descansar toda la noche, me levanté, tomé una ducha, me vestí, cepillé mi pelo, no desayune porque no tenía ganas.

Mi padre condujo mientas lo hacía no cruzamos palabras, lo noté ajeno a la realidad, se veía agobiado.

Era medio día cuando llegamos al colegio de mi hermana, ella se perdía entre tantos niños, pero desde lejos noté su cabello castaño y ese lazo azul que tanto le encantaba, vi su sonrisa, cuando voltio su cara corrió hacia a mí. Me hinqué para igualarme a su tamaño, la abracé fuertemente, ella me ofreció ternura y su amor inocente, me sacó varias sonrisas.

Mientras mi padre seguía en el auto conversé con ella y se notaba a leguas que no sabía nada de lo que había pasado.

¿Cómo tomaría una niña de cinco años la pérdida de su madre?

No sabía cómo introducir el tema, pero caminé con ella hacia un banco, tomé asiento, la cargué y la senté en mis piernas. Solo se me ocurrió decirle que su madre tomó un viaje hacia el cielo, le expliqué que ahora está con Diosito y que desde allí la cuidaría.

Le conté que cada vez que quiera algo, solo toque su pecho y cierre sus ojos, y pida a su madre que ella la escuchara.

Zacha con toda la inocencia me preguntó:

¿Maia y cuándo volverá mami?

Al escuchar cómo me dice con toda esa ternura, respondí:

Nunca mi hermosa, pero en tu corazón siempre estará.

 Mi madre seguro siempre quiso que su pequeña hija la recordara siempre sonriente, feliz, sin rencores en su corazón y yo me encargare de eso...

En el extremo Where stories live. Discover now