Capítulo 5

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Cuando pasas demasiado tiempo en la oscuridad, rodeándote de sombras y temiéndoles,
te conviertes en tu propia oscuridad. Entonces ya no temes, ya no gritas, ya no tiemblas.
Te temen, gritan por ti, tiemblan al verte.
Yo soy la oscuridad, ellos me convirtieron en esto y pagarán por ello.

Abro mis ojos, por primera vez en tantos años, soy capaz de sentir la tierra otra vez en mi piel, cuando muevo mis dedos, siento la sangre correr por ellos. El cabello se me pega a la cara, siento la presión de mis viejos huesos alrededor.
El ritual está completo, su cuerpo ahora es mío.
Sonrío.
La venganza está por comenzar.

Morí el 31 de Marzo de 1994 a manos de mi hermana mayor, Nora Willards.
Mi pecado fue amar al mismo chico que ella, mi pecado fue querer que mis padres me miraran con la misma admiración con la que la veían a ella. No quería ser mejor, sólo quería ser amada.
Y eso la enfureció.

El dolor de esa traición carcomió mi alma, ennegreció mi corazón y no me dejó alcanzar mi paz.
Tantos años siendo transparente, viendo cómo todos siguen adelante sin mí, viendo cómo mi hermana era feliz con el hombre que amaba, viéndola criar a sus hijos, sonriente, dichosa, sin pagar lo que rompió.

Viendo a mi madre consumirse por la culpa y encerrarse en su habitación para no escuchar mi voz, viendo a mi padre enterrar el pasado así como Nora me enterró a mí.
Así que decidí que, si nadie iba a vengarme, entonces lo haría por mí misma.
Esperé, año tras año para ver a sus hijas crecer y cuando vi que era el momento adecuado. Actué.

No fue difícil asustar al conductor de ese camión.
No fue difícil hacer que se desviara del camino.
La expresión de mi hermana al verme en el asiento de atrás me causó satisfacción.
Sólo espero que ella esté viendo en estos momentos cómo utilicé a su hija y lo seguiré haciendo hasta que mi propósito esté hecho.

Salgo de ese agujero arrastrándome, sacudo mis ropas y enderezo mi espalda.
Busco con la mirada esa caja, la que tiene mi nombre, cuando la localizo estiro mi brazo y hago que esta se arrastre hacia mí. Me arrodillo para abrirla, las rasgo con mis uñas y ahí veo, envuelto en un trapo oscuro, el cuchillo con el que mi hermana me asesinó.
Lo desenvuelvo, veo la sangre seca aún en él, la estúpida ni siquiera se molestó en limpiar la sangre.
Paso mis dedos por el filo y veo mi reflejo distorsionado en él.
El rostro de Scarleth me devuelve la mirada, los ojos de mi sobrina, la nariz de mi sobrina, los labios de mi sobrina.

Por muy bonita que fuera, era estúpida al igual que su madre. ¿Quién confía en un espíritu?

Me río, en el reflejo ella lo hace.

Malicia que antes no habitaba en su rostro ahora emana hasta de sus poros. Pero no es la suya, es la mía. No es mi rostro, es el suyo. Un intercambio sin duda peculiar.

Bajo el cuchillo y lanzo lejos el trapo.
No me molesto en volver a cerrar el agujero, ya utilicé mis huesos y su sangre para vincularnos y así yo poder tomar posesión de su cuerpo.

Empiezo a subir los escalones, repitiendo en mi cabeza cuando estaba siendo arrastrada hacia abajo.

Mi mano ahora sostiene el cuchillo, no le temo, me temerán.
Y mi madre será la primera.

Una cosa es ver todo entre la oscuridad, otra cosa es poder caminar realmente por esta casa, tocar las paredes, dejar tierra en ellas. Poder sentir la madera crujir bajo mis pies.
Cuando llego al segundo piso ladeo la cabeza aun sonriendo mientras me sitúo frente a su puerta.

Con mi uña rasguño la madera, doy leves toquecitos para hacerle saber que estoy ahí.

-Madre, he despertado.- Le advierto en voz alta antes de embestir la puerta con fuerza, no con mi cuerpo sino con mi oscuridad.

La puerta se roe, sede, las bisagras salen volando mientras la puerta vieja se abre.
Con un grito mi madre se sienta en la cama, mirándome con horror, ella sostiene un crucifijo en su mano, parecido a la docena que cuelga en las paredes de esta asquerosa habitación.
Me río en voz alta con gusto.

 -Eso ya no sirve conmigo.- Señalo mi cuerpo.- No sólo soy un espíritu, ahora soy de carne y hueso, creo que debo darle gracias a tu nietecita por eso.- Con un movimiento de muñeca hago que la puerta vuelva a su lugar.

Veo el horror en su rostro, sus ojos abiertos como platos, sus arrugas mucho más pronunciadas de lo que recordaba.
No había podido verla, la habitación me lo impedía.

 Con agua bendita en el pomo, trece clavos enterrados y crucifijo en las paredes, hubiera sido espantoso para mí.

-¿C-cómo es posible?- Tartamudea ella.
Tomo asiento cerca de su cómoda y me miro en el reflejo del espejo, acomodo mi cabello color caoba, debo admitir, bastante exquisito, sacudo la tierra de él y mi rostro.
-Tuve ayuda del otro lado.- La miro.- Hice algunos amigos en estos... ¿Cuántos años? Bueno, no importa, lo que importa es que regresé.
-¿Qué es lo que quieres Lidia?
-¿Qué? ¿Ya no soy más tu Lily?
-Ella murió.- Responde severamente. Está tomando valor, bien.

Me levanto de la silla y al fin el cuchillo queda expuesto, ella toma aire, su cabello gris se le enreda con las manos que tiene sobre su pecho.

-Morí por Nora y tú no hiciste nada al respecto.- Mi voz sale amarga, no tanto como realmente me siento pero hago lo que puedo para contenerme.
-Claro que sí, la internamos en un psiquiátrico.
-Del cual ella escapó un año después ¿Y luego qué? La dejaron ser libre, la dejaron ser feliz y madre, yo no tuve la oportunidad de eso.- Empiezo a caminar hacia ella que se hace cada vez más pequeña sobre su cama.- No le avisaron a la policía, ni siquiera me sacaron de ese agujero para enterrarme en un cementerio. ¿Por qué?- Pregunto. Ella no contesta.- ¡Te he hecho una pregunta!

 Llego hasta ella y la tomo del cuello, mi autocontrol está hasta cero. La siento pasar saliva y con un tono más bajo y reservado vuelvo a hablar.

-Te he hecho una pregunta, madre querida.- Ejerzo más presión sobre su cuello y la incito a que conteste.

-N-no queríamos l-lamar la atención.- Dice con voz temblorosa.- Ella estaba enferma, no sabía lo que hacía, tenía esquizofrenia...- Aprieto una vez más.- Si la policía se enteraba íbamos a quedar expuestos, tu hermana también, yo sólo quería que ella fuera feliz.

Si pudiera llorar, lo haría.

 Me aparto de golpe y tomo el cuchillo con más fuerza.- Así que ella merecía ser feliz pero yo no merecía un entierro digno ¿Verdad?

Ella me mira y cuando veo que no sólo hay temor sino también lástima me enfurezco aún más.
-Lo siento tanto.- Me dice, su voz parece dulce, suave. Pero yo sólo recuerdo su voz cuando me gritaba y me decía cuán mal hacía las cosas, recuerdo sus golpes, sus tirones de cabello y sonrío al saber que nunca más podrá hacerlo, ni a mí ni a nadie.

 -Yo también madre, yo también.

Y entonces corto su garganta.

El filo se entierra en su piel y hace una línea delgada y profunda. La sangre empieza a brotar de la herida, ella hace lo posible por taparla pero ambas sabemos que no servirá de nada.
-Siento no haberlo hecho antes.- Me giro y camino hacia la puerta que se abre por sí sola y a mis espaldas cada una de esas cruces de madera empiezan a voltearse, para mostrar quién estuvo ahí.

 La puerta queda como si nada cuando salgo, yo paso mis dedos por encima del cuchillo y luego lo llevo a mi boca, saboreo su sangre en mi lengua.

-Sangre por sangre...

 Me meto a la ducha y lavo el sudor, la tierra y la sangre de mi cuerpo. Tarareo mi nana hasta que la garganta me arde y luego me visto con su ropa.

Entro en la habitación de Nora y hago una mueca, siempre tuvo mal gusto.
Dejo el cuchillo en el escritorio y saco la fotografía del cajón del escritorio, rompo el marco con un sonido estridente y tomo la vieja fotografía.

 -A sus lugares, a sus lugares.- Ronroneo mientras observo a mi hermana y a mí.- Vayan a sus lugares. Arrojen sus vestidos y pongan sus caras de muñecas, todo el mundo piensa que somos perfectos, no dejes que vean a través de las cortinas. Foto, foto, sonrían para la foto ¿No vas a ser una buena hermana?

Me tiendo en la cama repitiendo las palabras, la vieja canción que me aprendí de pequeña.
No pasa mucho tiempo hasta que todos sus hermanos llegan, o debo decir... Mis hermanos.

Susurros Sepultados #BJawards18 #Novaawards2018 #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora