Un profundo silencio se había instalado en la habitación. No era un silencio del todo agradable, pero tampoco uno incómodo como el que aparecía cada vez que uno de ellos decía algo que hubiera sido mejor callar. Era un simple silencio neutro.
Banba no sabía cómo debía actuar; si debía acercarse, decir algo o irse de allí. Sólo se quedó estático en el umbral de la puerta. Lin ya había notado su presencia, pero no hizo nada para alejarlo.
—Era mi amigo —soltó de repente, su voz era una mezcla de rencor y nostalgia.
El detective calló, creyendo que Lin diría algo más. Sin embargo, el rubio no siguió hablando. Tal vez era todo lo que necesitaba saber por el momento.
—Debió ser doloroso —se aventuró a comentar, en un tono apagado que más bien le recordó a una disculpa.
—Lo fue —susurró el menor.
Oírlo despertaba un instinto protector en Banba, haciendo que se acercara a su compañero con cautela. Quería consolarlo, sostenerlo entre sus brazos hasta hacer desaparecer todo aquello que lo atormentara. Pero en lugar de ello decidió quedarse allí, a una distancia prudencial.
—Si confías demasiado en alguien, acabarás muy herido —dijo el rubio con amargura.
—Pero si no te acercas a nadie, la soledad también puede lastimarte —añadió Banba. Sonaba melancólico.
—Es mejor así —afirmó Lin, suspirando mientras se levantaba de la cama. Tomó su camisa y se la colocó, abotonándola mientras se acercaba a la ventana de la habitación—. Al final, ninguno de nosotros tendrá una muerte decente. ¿Qué tan malo puede ser morir solo? —susurró apoyando su mano en el cristal.
Miró a través del vidrio con una expresión de nostalgia. El día estaba algo oscuro. Hacía un clima frío y el cielo estaba nublado, al igual que los orbes del sicario.
—No debes confiar en nadie —murmuró Lin entrecerrando los ojos—. Las personas mienten todo el tiempo. Dales la espalda y te apuñalarán sin dudar.
Banba apretó los puños, sus manos temblaban levemente al escuchar las palabras del rubio. Una sombra oscureció un poco su rostro, aunque el otro no pudo verlo ya que estaba concentrado en observar la calle.
—Tienes razón, Lin —concordó Banba con un tono de voz extraño, bastante diferente al que siempre usaba—. Todas las personas son así... Incluso yo.
La forma en que el detective hablaba poco a poco se volvía intimidante.
—Pero ahora mismo me has dado la espalda, y eso me facilita mucho las cosas —Banba sonrió de medio lado—. Bajaste la guardia, Lin-chan. Muy mal hecho.
—¿De qué estás...?
Lin intentó girarse, alarmado por el cambio en la actitud de Banba. Por el rabillo del ojo vio al castaño acercarse rápidamente hacia él. Su corazón se paralizó por unos segundos, un sudor frío recorrió su espalda al verse indefenso en esa situación. Incluso sus reflejos fueron lentos, no pudo reaccionar a tiempo. No tuvo oportunidad de defenderse. Todo lo que pudo hacer fue cerrar los ojos.
Esa fue la segunda vez que alguien lo sorprendía por la espalda.
Sin embargo, esta vez no sintió el frío filo metálico atravesando su carne, sino el calor y la suavidad de un par de brazos que lo envolvían con ternura desde atrás.
Lin abrió mucho sus ojos. El tiempo parecía haberse detenido. El ruido de los autos en la calle desapareció, siendo el latido de su corazón el único sonido audible. Podía percibirlo en sus oídos, mezclado con el suave respirar de Banba.
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Despiértame
FanfictionUn mal recuerdo puede convertirse en una pesadilla que te persigue incluso cuando estás despierto. Banba sabe que Lin no bajará la guardia ante él, pero aún así estará dispuesto a hacer que esos horribles sueños desaparezcan. Porque todos necesitamo...