Primer día del último año, aquí voy.
—Adiós papá.—Me despido de el dando un sonoro beso en su mejilla.
Bajo del auto junto a mi hermano mayor Erick y nos encaminamos a la entrada de la escuela a paso rápido.
—Adiós sis.—Exclama mi hermano sacudiendo mi cabello y caminando por los pasillos en dirección contraría a la mía.
Erick era un rebelde sin causa, un dolor de cabeza para mis padres. Sacaba malas calificaciones-razón por la que había repetido un curso-, faltaba el respeto a los profesores, se escapaba de la escuela de vez en cuando.
Ambos hemos nacido en Chile pero cuando teníamos 10 y 11 años de edad, nos trasladamos juntos a nuestros padres a Estados Unidos.
Fue un cambio drástico, se nos hizo bastante difícil adaptarnos. Tenía mi vida hecha allá, mis amigos, la escuela, todo. Pero después de 8 años ya habíamos podido acostumbrarnos a nuestra nueva vida.
Pero la verdad, a mi me ha costado un poco más.
Los primeros dos años viviendo aquí recibí acoso psicológico por parte de un grupo de chicos, ellos me gritaban cosas y aveces me mandaban mensajes hirientes. Al principio no le tomé importancia pero tiempo después se volvió algo tormentoso que no pude soportar.
Hasta perdí a las que eran en ese tiempo mis amigas. Mis acosadores se las arreglaron para decirles cosas malas (y falsas) de mí haciendo que se alejaran de un día para otro.
Dos años lo guardé para mí misma. Llegaba a mi casa siempre con una sonrisa y cuando mis padres me preguntaban como había sido mi día yo nunca reclamé, así que no había forma de sospechar.
Pero llegó el día en el que todo se supo, porque la verdad se termina sabiendo tarde o temprano.
Recuerdo ese día claramente, estaba saliendo de la escuela con mis manos en los tirantes de mi bolso, ejerciendo fuerza en ellos. Sabía que me estaban siguiendo.
Flashback.
—Hey, rarita.—Escucho detrás mío.—Sabemos que no escuchas, detente.
Apreté aún mas los tirantes y apresuré mi paso.
—Dije que te detengas.—No alcanzo a caminar ni un paso más cuando siento que tiran de mi cabello. Suelto un quejido de dolor.
—Suéltame.—Exclamo intentando que suelte mi cabello.
—¡Miren esto!, la rarita sabe hablar.—Dice riendo hacia sus amigos, y es que nunca he respondido a ninguno de sus insultos.
—Dijo que la sueltes, Edward.—Mi hermano Erick viene a paso apresurado en nuestra dirección y los tres chicos corren lejos.
Ventajas de tener a un hermano matón.
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CLICHÉ | Jack Avery. (PRÓXIMAMENTE).
FanfictionSe sintió como un enorme torbellino, un enorme torbellino emocional. Me hiciste perder la cabeza, me hiciste reír, me hiciste sonrojar. Oh, qué cliché.