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Mi esposa, una buena muchacha de estatura baja y contextura delgada, es un breve relámpago rubio en nuestro hogar. Hay cierto aire de fracaso rondando entre nosotros últimamente, a pesar de que ambos somos exitosos y a pesar de que la fantasía funcionó durante algún tiempo. Suran es preciosa y una gran mujer pero la considero más una confidente que una esposa. No la amo de la forma necesaria para un matrimonio y sé que es recíproco. Entre ambos solo hay un vínculo en calidad de respeto y cierta admiración pero no más que eso.

Creo yo que ella realmente esperaba que funcionara. Sé que nunca me lo diría en voz alta pero es un tema difícil. Hay bastantes cosas que no nos decimos y que sabemos de todas formas. Suran hace su mayor esfuerzo e intenta no rendirse porque los papeles ya están firmados después de todo y hay unos largos diez años juntos que no va a resignarse a despreciar. Es una mujer eficiente y activa y nunca aceptaría que fueron un desperdicio. Así es ella, y pocos la conocen como yo.

Por eso reconozco la decepción que se muestra en su rostro de vez en cuando y, aunque no puedo leer sus pensamientos, poca deducción debo hacer para saber de que se trata. Ha pasado mucho tiempo y mucha historia pero hay situaciones que son insostenibles. Suran es una mujer eficiente y activa, por eso pasa algún tiempo fuera de casa y yo se lo agradezco.

No es que la desprecie porque he pasado una importante parte de mi vida con ella y nos ayudamos mutuamente en la medida de lo posible. Aun así, es innegable el parecido entre nuestro matrimonio y una mera relación profesional sin raíces muy profundas. Sé que Suran podría tener a todo el mundo a sus pies, podría dejarme en este preciso momento y seguir cualquiera sea su camino, pero hay algo que la detiene.

Siento un peso en una de mis piernas y me veo obligado a abandonar mis pensamientos y mirar a la persona en frente mío a los ojos. Sus labios sonríen de una forma pura e inocente y su flequillo al costado no hace más que recordarme a cierto ángel. Le sonrío.

"Papá, hoy la maestra me ha felicitado por lo bien que leo en voz alta ¡Casi no me he equivocado!" exclama, con cierto orgullo notable en su aguda voz y no puedo más que reír ante la actitud tan tierna.

"¿De verdad?" pregunto, fingiendo sorpresa "¿Y qué le dijiste?"

"Bueno..." sus mejillas se colorean un poco aunque segundos después levanta el mentón con superioridad "Le dije que si quiero ser tan buena escritora como tú debo saber leer muy bien al menos"

Mi corazón revolotea con puro cariño al escuchar tan adorable respuesta y deposito un beso en la pequeña niña rubia. Se parece mucho a Suran, no hay duda, pero comparte mi gusto por la escritura y la lectura. Y tiene los ojos más bellos e inocentes que he visto jamás.

Bueno, en realidad, los segundos ojos más bellos e inocentes que he visto jamás.

"Si no has leído ninguno de mis libros, hija..." digo, con una sonrisa divertida en mi rostro para que sepa que simplemente bromeo.

Ella parece un tanto ofendida y dice "¡Pero sé que son los mejores!"

La envuelvo en mis brazos y apoya su nuca contra mi pecho, ya no es una bebé pero es la criatura más indefensa que conozco y debo cuidarla con mi vida.

"Estoy seguro de que los tuyos serán todavía mejores, hija"

Parece considerar mis palabras y luego se levanta súbitamente, casi cayendo al duro piso pero recuperando el equilibrio poco después "¿De verdad crees eso, papá?" pregunta, con un brillo de esperanza en sus ojos.

Yo asiento con la cabeza, porque de verdad lo creo y no hay nadie en quien confíe más que en una niña con sueños sinceros.

Y esa niña es mi hija.

Ella parece satisfecha con mi respuesta y sonríe de una forma preciosa, solo he visto en mi vida a dos personas con sonrisa tan angelical. Entonces, se aleja corriendo por el pasillo hacia su habitación murmurando algo de una historia de guerreros y villanos y reconozco esa motivación que yo he perdido hace rato. Y me alegra que la tenga, porque es el tipo de motivación que hace feliz y solo dos personas se merecen ser tan felices.

Y a una ya le he fallado.

La sala vuelve a estar en silencio y luego de unos largos diez minutos, escucho la puerta de entrada abrirse, no necesito confirmación para saber que es Suran. Los pensamientos que había dejado olvidados vuelven a mí.

Hay algo, más bien alguien, que la mantiene aquí, hay alguien que la detiene, hay alguien por quien no puede irse.

Sonrío con amargura y ternura por partes iguales. Es la misma razón por la cual no puedo salvar a Jungkook, es la misma razón por la cual temo cambiar todo.

A mí también me detiene.

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2018 ⏰

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