Capítulo 1.

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Pasos rápidos resonaban en los callejones de la ciudad, el peso cayendo sobre piso húmedo y chocando contra algunos charcos por la lluvia que había cubierto a la ciudad hace unos minutos; sombras se movían con gran velocidad camuflándose en la oscuridad de la noche; agitadas respiraciones acompañaban a los grillos en la tiniebla; rostros decididos iluminados ligeramente por los faroles de la calle y la luz de la luna.

—¡A patear culos! — grita eufórico un castaño de ojos índigos, una sonrisa en su rostro que lo hacía irradiar una luz más intensa que la del sol; el brillo en sus pupilas y la dilatación de los ojos eran delatores de su paroxismo —. Es a lo que venimos, ¿o no, Stan?

El pelinegro suelta una risa asintiendo con su cabeza, su pecho vibrando con tan solo ver al omega. Louis era como una droga para él, un simple vistazo al par de ojos zafiro y Stan se sentía elevado — ¡Joder, por dios que sí! Tienes muchos para ser un omega, amigo.

Louis cierra su ojo derecho de forma coqueta, una de sus comisuras se alza; si tuvieras que definir en un solo adjetivo a Louis Tomlinson ese sería: encantador. Dirige una de sus manos por encima de su miembro, ejerciendo un leve apretón: — Cuando te falten te presto. — El egocentrismo disparándose de sus palabras antes de correr hacia otra pared; ocultándose del enemigo, tratando de ser sigiloso como el aire.

—Mira que decirle eso a un alfa. ¡Qué agallas, pequeñín!— responde en un susurro cuando está a la par del castaño. Ambos apoyados contra la pared, su espalda sintiendo todo el frío del mármol. Stan se asoma ligeramente, sus pupilas cafés y ágiles viendo por la esquina de aquel edificio en busca del rastro de algún enemigo: —Bien, no hay nadie. ¡Vamos!

El grupo delta, equipo líder de los rebeldes, siempre el as bajo la manga, las misiones de rango superior siempre son para ellos porque son los más capaces; cada integrante del mismo tiene una habilidad extraordinaria e inigualable, son los mejores en su área porque han entrenado desde chicos por ello; y no es simplemente la habilidad que cada uno de ellos posee sino también que cada miembro del grupo es de una alta posición. Stan, por ejemplo, líder del grupo, es el hijo del Coronel Lucas, uno de los hombres más respetados y más temerarios.

Son diez en la misión, vistiendo un atuendo negro ajustable que les permite maniobrar, en la esquina superior del pecho un pequeño emblema en forma de delta; sus manos y parte del brazo eran resguardados con protectores al igual que sus espinillas; un cintillo con compartimientos posaba en la cadera y llevaban un par de botas muy al estilo militar; todos sin excepción cargaban armas de fuego en las manos y un pequeño chícharo en su oído que los comunicaba. Louis se diferenciaba de los demás por llevar un beanie oscuro y, Stan tenía unas barras color gris en su hombro izquierdo caracterizándolo como líder del grupo.

—Por muy sargento que seas jamás dejarás de ser mi perra — burla mostrándole su lengua, sus ojos achicándose formando aquellas hermosas arrugas en los bordes que seducían tanto al alfa.

El de cabello azabache ríe por lo bajo, Louis tenía ese efecto en él: no importaba que tan jodida estuviera la situación, él siempre lo hace reír. Stan niega con suavidad antes de responder: — Ya veremos quién me pide en su celo que lo folle.

Nunca antes se había sentido ofendido de tal forma, se irgue un poco antes de fruncir el ceño y parar en seco, sus parpados abriendo y cerrando de forma lenta, incrédulo y extrañado ante las palabras de su superior. —Jamás te lo he pedido y jamás te lo pediré — responde alzando sus hombros, ese aura de superioridad e independencia rodeándole como siempre. Stan entorna sus ojos antes de sonreírle y correr hacia otra pared avanzando a paso lento, tratando de camuflarse con la oscuridad de la noche, siendo invisibles. Louis corre tras de él —. No necesito a un alfa, pero a que tienes unas ganas de hacérmelo, ¿no?

хазар (Hazard) - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora