Capítulo 2

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Pasaban los años y mis dias eran siempre igual, el colegio, comer con mi abuela, de nuevo colegio, ir con la niñera, pues mi madre trabajaba, hasta las siete y ir a casa de mi abuela hasta las ocho y media, donde mi padre venía y me llevaba a casa de mi madre, estuvimos así hasta los ocho años, luego eran un dia con cada uno, pero siempre iba a casa de mama a dormir. Las discusiones por los fines de semana y por casi cualquier cosa era pan de cada dia, hasta que sin quererlo, lo único bueno que tenía me lo quitaron, pues mi padre ya no quería que fuese a comer con mi abuela, y desde entonces fui a su casa.
Tampoco ya me podia quedar los fines de semana en mi pueblo y me tuve que hacer amigas nuevas para no aburrirme en casa.

Los mejores momentos para un niño son aquellos en los que son el centro de atención y mi ilusión con nueve años era la comunion pues me tendría que poner un vestido bonito y junto con tus amigas y familiares pasar un buen dia, pero claro, no para mi, pues su la novia de mi padre decidió que un mes antes de mi comunion la boda seria perfecta y así ya todas las puertas que algún dia deje abiertas para que mis padres volviesen se fueron a la porra, y para la guinda del pastel, mis padres hicieron de las suyas y terminaron discutiendo y metiendonos en el medio como siempre, cosa que mi padre sigue tirandome en cara, pues mi madre fue la que gano esa vez, pues la primera comunion fue con ella y la segunda con mi padre.

Un dia con 10 años mi madre insultó a mi padre y yo lo defendi, el resultado? Me hechó de casa supongo que para lo habitual, que me quedara en el reyano hasta que me abriese la puerta, pero como estaba harta me fui a casa de mi abuela y al dia siguiente mi padre me llevo a la de su esposa, pasé allí unos meses donde lo único que hizo mi madre fue enviarme a mi hermana con amenazas de que no veria jamás a mi hermanito y para colmo mi padre la habia denunciado por lo penal y tuve que declarar, pero como no queria que pasara nada y eso me abrumaba me puse a llorar y se quedó en nada, algo que mi padre nunca me perdono, pues según él lo había dejado en ridículo.

Poco después, ya con 14 años mi padre nos dijo a mi hermana y a mi que íbamos a tener un hermanito y poco después de que naciera ellos se mudaron a mi pueblo, lo que hizo que ya ni aquellas pocas vezes que iba a casa de mi abuela se hiciesen posibles.

Esto provocó que mi hermana y yo ya no nos gustase tanto estar allí, pues su ahora esposa siempre nos controlaba, nunca podíamos hacer nada sin que el cuestionario saliese a la luz, se pasaba las mañanas limpiando y quejandose de que nos levantaramos más tarde de las nueve de la mañana, pues segun ella no era un hotel y ella tenía su marcha, pero nunca nos preguntaron por la nuestra.

Un dia estabamos hablando y no se porqué razón salio a relucir el querer a alguien y no se porque a su mujer se le ocurrió decir que teniamos que entender que nuestro padre querría más a sus hijos que a nosotras, pues con ellos tendría más vivencia por poder estar más tiempo, yo que todavía seguía defendiendo a mi padre de mi madre cuando lo insultaba, nunca esperé que él la apoyase en ese comentario y fue así como la decepción me consumio, a mi padre no le importó y no creyó que me hacía daño pues era porqué realmente lo creía.

Mi Cruda RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora